Por Agroempresario.com
Comienza una semana de definiciones cruciales para la economía global. Desde este lunes, Washington es el epicentro de la atención financiera internacional, con el inicio de la reunión conjunta de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. La cumbre, que reúne a los máximos responsables de la política económica y monetaria del mundo, llega en un momento de alta tensión entre potencias, con Estados Unidos buscando recomponer vínculos estratégicos mientras el oro marca récords históricos y Wall Street opera en negativo.
La expectativa sobre el desenlace de este evento no es menor. La posible reunión entre funcionarios estadounidenses y representantes de China –aún sin confirmación oficial– es vista por los analistas como una señal potencial de distensión en una relación bilateral que acumula fricciones comerciales y geopolíticas. Sin embargo, las señales iniciales no son alentadoras. Beijing ha sido tajante: no habrá conversaciones si Washington no muestra primero respeto por la soberanía china. Mientras tanto, Donald Trump, que atraviesa un momento de debilidad política con apenas el 41% de aprobación, insiste en mostrarse dispuesto a negociar, aunque sus declaraciones recientes, en las que sugería que China debía someterse a los intereses norteamericanos, fueron mal recibidas en Asia.
La tensión también se siente en la relación con Japón. Trump aseguró avances en la negociación bilateral, pero desde Tokio desmintieron esa versión y alertaron sobre el deterioro de su economía. En paralelo, Estados Unidos busca fortalecer alianzas con Taiwán y otros países del sudeste asiático, en un intento por robustecer su posición negociadora en la región.
En este contexto, la reacción de los mercados globales ha sido de prudencia, cuando no de abierto escepticismo. Anoche, los principales indicadores bursátiles de Wall Street registraban leves pérdidas en el pre-market, mientras el oro –activo refugio por excelencia– subía más de un 1%, consolidando su quinto récord en diez ruedas. Las bolsas europeas cerraron en rojo y los mercados asiáticos mostraron señales mixtas.
El dato más preocupante para los analistas es la tasa de los bonos del Tesoro norteamericano a 10 años, que se ubicaba en 4,33%, reflejo de la venta sostenida por parte de bancos centrales de varios países, encabezados por China y Japón. Ambas naciones, grandes acreedoras de Estados Unidos, están acelerando su estrategia de diversificación, incorporando oro a sus reservas. Detrás de estos movimientos subyace una lógica política: debilitar la posición fiscal norteamericana a través de la presión sobre su deuda.
Para los economistas, una tasa alta en los bonos del Tesoro implica mayores costos de financiamiento para Washington y un escenario fiscal más tenso. La estrategia china parece clara: cada vez que se venden bonos, el Tesoro sufre y la economía norteamericana pierde margen de maniobra. Es un pulso silencioso pero constante entre las dos potencias.
Mientras el mundo observa lo que ocurre en Washington, en Argentina los analistas enfocan su atención en la transición hacia el nuevo régimen cambiario que el gobierno de Javier Milei comenzó a implementar tras levantar el cepo. Las consultoras económicas locales coinciden en que el esquema aún está en fase de digestión, pero también en que las señales iniciales son alentadoras.
Desde FMyA, la consultora que dirige Fernando Marull, plantearon que el objetivo político del gobierno fue anticipar el cambio para consolidar una imagen de fortaleza de cara a las elecciones de octubre. “El mercado reaccionó positivamente en la primera semana. El costo inflacionario y de actividad será transitorio, aunque no exento de riesgos externos o políticos”, advierten.
El análisis de FMyA identifica dos escenarios principales:
Según la misma consultora, el BCRA cuenta con varias herramientas para cumplir con las exigencias del Fondo:
Con estos recursos, sostienen, es posible alcanzar los USD 5.000 millones requeridos por el FMI. En este escenario, la inflación se desaceleraría en abril (4,2%) y mayo (4,3%), estabilizándose en torno al 2% mensual para lo que resta del año, con una inflación anual estimada del 34%. La actividad económica mostraría signos de contracción en los próximos dos meses, pero con una mejora hacia 2025, donde proyectan un crecimiento del 5%.
Desde EconViews, la consultora de Miguel Kiguel, el panorama también se observa con moderado optimismo. “Todavía se están digiriendo las medidas, pero las señales iniciales son alentadoras. Hay buenas chances de que el programa funcione”, evaluaron.
El nuevo régimen, señalan, marca un giro importante en la política monetaria. El Banco Central ya no fija el tipo de cambio, sino que lo deja oscilar dentro de una banda preestablecida. A cambio, controla los agregados monetarios, en una política más contractiva que buscará mantener la estabilidad de precios a través de la regulación de los encajes y la intervención en el mercado de bonos.
El informe destaca que la llegada de la cosecha impulsará la oferta de divisas y fomentará el retorno del carry trade, especialmente con la participación habilitada de no residentes –que deberán permanecer al menos seis meses en el mercado local–. Este punto, sin embargo, genera diferencias con el FMI. Mientras el organismo sostiene que el BCRA debería comprar dólares dentro de la banda, el gobierno prefiere intervenir solo en el piso.
Este desacuerdo podría derivar en una apreciación mayor del tipo de cambio real, lo que implicaría tasas de interés más elevadas para sostener el atractivo financiero. El efecto colateral sería una menor actividad económica y menor competitividad para algunos sectores exportadores.
Aunque las expectativas son positivas, las consultoras no descartan los riesgos. EconViews plantea dos amenazas principales:
“La buena noticia es que ahora tenemos equilibrio fiscal y un tipo de cambio flexible. Eso ayuda a amortiguar los golpes. Pero seguimos siendo dependientes del contexto global”, señala el informe.
A modo de conclusión, los analistas coinciden en que el nuevo esquema aporta racionalidad y previsibilidad, cuenta con respaldo internacional y tiene posibilidades reales de consolidarse. No obstante, el desafío será sostener el rumbo en un año electoral y en un mundo con crecientes tensiones económicas y políticas.
Hoy, todos los ojos estarán puestos en la evolución de los mercados. La fuerte demanda de LECAP y BONCAP –bonos a tasa baja– podría desalentar el "carry trade" al disminuir la rentabilidad de pasarse de dólares a pesos. A esto se suma un dato relevante: el dólar a nivel mundial se encuentra en su nivel más bajo desde la pandemia, lo que podría alimentar nuevas presiones sobre las monedas emergentes.
Todo lo que ocurra desde hoy hasta el viernes estará atravesado por la reunión del FMI y el Banco Mundial. Su desenlace –y especialmente el tono de las conclusiones y las fotos que surjan– marcarán el pulso de los mercados globales en las próximas semanas.