Por Agroempresario.com
Luis “Toto” Caputo aterrizó en Washington en un contexto inédito para la Argentina: con el respaldo explícito de la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos y sin conflictos abiertos con el Fondo Monetario Internacional. Este escenario marca un hito en las cuatro décadas de democracia argentina, donde las visitas a los organismos multilaterales solían estar teñidas de tensiones técnicas, reclamos políticos o renegociaciones de última hora.
Esta vez, el ministro de Economía no llega a la capital norteamericana a pedir auxilio financiero, sino a consolidar relaciones estratégicas en una coyuntura internacional volátil, marcada por el regreso de políticas proteccionistas en los Estados Unidos.
La agenda de Caputo durante las Reuniones de Primavera del FMI y el Banco Mundial incluye encuentros con Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo; Ajay Banga, presidente del Banco Mundial; y sus pares de Alemania, Francia e Italia. Pero el plato fuerte será su exposición ante un exclusivo auditorio de inversores organizado por JP Morgan, donde se espera que detalle la hoja de ruta económica del gobierno de Javier Milei.
El clima que rodea su visita está signado por el respaldo público del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, quien anticipó que en caso de un shock externo, Estados Unidos estaría dispuesto a considerar una asistencia directa a la Argentina mediante su Fondo de Estabilización Cambiaria (FSE). “Si Milei mantiene el rumbo, estaríamos dispuestos a utilizar el FSE”, señaló Bessent en un evento privado, un gesto poco habitual que los mercados interpretaron como una señal clara de respaldo político y económico.
El FSE fue utilizado solo una vez en la historia reciente: durante la crisis mexicana de 1995, bajo la presidencia de Bill Clinton. Que se mencione esa herramienta en relación con Argentina habla del nivel de compromiso asumido por la administración de Donald Trump hacia el nuevo gobierno libertario. La afinidad ideológica entre Milei y el expresidente republicano comienza a traducirse en apoyos concretos en el tablero global.
Ese guiño geopolítico se refleja también en el último informe del FMI sobre Perspectivas Económicas Globales. En un contexto internacional marcado por aranceles cruzados, tensiones comerciales y desaceleración del crecimiento, Argentina aparece como un raro caso optimista: el Fondo prevé un crecimiento del 5,5% del PBI en 2025 y una inflación que podría ubicarse entre el 18% y el 23%.
“Todavía mantenemos la mejora del 5,5% para Argentina. Esto está relacionado con las sorpresas positivas que hemos visto a pesar de un ajuste fiscal muy fuerte. La recuperación de la confianza ha influido en gran medida en este pronóstico”, explicó Petya Koeva-Brooks, directora del departamento de investigación del FMI, en conferencia de prensa.
Los pronósticos para otras economías del mundo son más sombríos: el organismo proyecta una desaceleración global del crecimiento del 3,3% al 2,8% el próximo año, arrastrada por las nuevas barreras al comercio y la inestabilidad cambiaria. En ese marco, la Argentina destaca por su aparente estabilización macroeconómica y su alineamiento con las prioridades de los grandes actores del sistema financiero global.
Caputo también mantendrá reuniones bilaterales con los ministros de Finanzas de Alemania (Jörg Kukies), Francia (Éric Lombard) e Italia (Giancarlo Giorgetti), en busca de apoyos en el seno del directorio del FMI y en organismos multilaterales europeos. Paralelamente, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, reiteró ante el G24 la voluntad del gobierno de honrar sus compromisos con los acreedores privados. “Hemos trabajado para demostrar nuestra disposición a pagar, y vamos a cumplir con todos los compromisos”, afirmó.
La delegación argentina incluye además al presidente del Banco Central, Santiago Bausili, quien presentará “el caso argentino” en un panel del FMI, y a los funcionarios José Luis Daza y Vladimir Werning. Juntos, buscan proyectar una imagen de cohesión técnica y continuidad del plan económico.
Mientras tanto, en Buenos Aires, los mercados reaccionan con expectativas. La estabilidad en la relación con el FMI, combinada con el posible respaldo del Tesoro estadounidense, podría traducirse en condiciones más favorables para las futuras licitaciones de deuda y, sobre todo, en una señal de confianza que facilite la recuperación de la inversión extranjera directa.
En un mundo donde la confianza es tan valiosa como los dólares, la visita de Caputo a Washington no solo representa una gestión técnica sino también una jugada estratégica que podría redefinir la relación de la Argentina con el poder económico global.