Por Agroempresario.com
A los 32 años, Ana Paula Bartolucci hizo historia en la industria vitivinícola argentina. Nacida en San Martín, Mendoza, esta joven enóloga se convirtió en la primera mujer en asumir el rol de Chef de Cave de Chandon Argentina, una de las casas de espumosos más prestigiosas del mundo. Su nombramiento no sólo marca un hito personal, sino también un cambio cultural en un sector históricamente dominado por hombres. Con una visión moderna, una apuesta por la innovación y un estilo de liderazgo fresco, Bartolucci está transformando la manera en que el vino argentino se produce y se percibe en el mundo.
“Es uno de los grandes pasos de mi vida, seguro. Pienso que es consecuencia del trabajo y la dedicación”, cuenta con humildad. Su conexión con el mundo del vino viene desde la infancia, creciendo entre viñedos en el corazón vitivinícola de Mendoza. Estudió enología en la Universidad Don Bosco, y desde temprano en su carrera se propuso no solo adquirir experiencia, sino también derribar barreras, viajando y trabajando en bodegas de Argentina, Sudáfrica y España.
“Cada lugar me dejó algo”, recuerda. “En Sudáfrica aprendí de la diversidad de terroirs; en España, de la tradición y la precisión. Pero en todos lados confirmé una idea: el vino une. Une culturas, amigos, familias. Cuando uno trabaja con pasión, eso se siente en cada copa”.
Hoy, lidera la elaboración de todos los espumosos de Chandon Argentina, incluyendo joyas como el Blanc de Noirs —su favorito personal— y éxitos internacionales como el Garden Spritz, el innovador producto que posicionó a la bodega en nuevos mercados y redefinió el consumo de espumosos para las nuevas generaciones.
Aunque la industria del vino sigue siendo mayoritariamente masculina, Bartolucci nunca dejó que eso la condiciona. “Nunca he sentido que ser mujer haya sido una barrera”, afirma. “Creo que todo depende más de la personalidad, de la energía y las ganas de aprender y crecer que cada uno trae consigo”.
Su ascenso al puesto de Chef de Cave la convierte en la quinta persona en la historia de la bodega en ocupar este rol y en la primera mujer, reflejando una transformación que va más allá de los vinos: implica nuevas formas de liderar. Ana Paula prioriza la comunicación abierta, la escucha activa y el trabajo en equipo. “Venir a trabajar con buena energía y una sonrisa hace que todos podamos dar lo mejor. El liderazgo es más efectivo cuando es cercano”, sostiene.
En 2021, Chandon sorprendió al mundo con el lanzamiento de Garden Spritz en Europa. Inspirado en el clásico spritz italiano, pero elaborado de forma artesanal y con un blend secreto de especias y cáscaras de naranja, el producto se convirtió en un fenómeno de ventas en mercados como Alemania, Suiza y Bélgica.
"La idea surgió de observar al consumidor, de entender nuevas tendencias. Siempre buscamos abrir fronteras sin perder la calidad que nos caracteriza", explica Bartolucci. Sin embargo, el desafío no fue solo técnico, sino también cultural: “En Argentina, Chandon es sinónimo de espumoso tradicional. Afuera, muchos descubren primero el Garden Spritz, y nuestro trabajo es contarles toda la historia que hay detrás”.
Este éxito demostró que la innovación bien ejecutada puede expandir mercados y refrescar la imagen de una marca tradicional sin diluir su esencia. “La innovación no siempre es romper todo. A veces es afinar, mejorar lo que ya hacemos bien. Y otras veces, como con Garden Spritz, se trata de ofrecer algo totalmente nuevo pero con el mismo nivel de excelencia”, asegura.
Para Ana Paula, la calidad no se negocia. Desde la cosecha hasta el etiquetado, cada detalle importa. Su filosofía de elaboración busca resaltar las mejores características de cada terroir mendocino, acompañando la expresión natural de la uva.
“Intentamos que las prácticas enológicas potencien y respeten las particularidades de cada zona y de cada vendimia. Mendoza tiene una diversidad increíble que se refleja en nuestros espumosos”, explica.
Esta visión no le impide apostar por nuevas propuestas. Además de los clásicos Extra Brut y Blanc de Blancs, Bartolucci impulsa una línea de espumosos ‘free spirit’, pensados para un consumo más relajado: vinos que se disfrutan con hielo o incluso como base de coctelería. “Hay que adaptarse a los nuevos estilos de vida. Hoy el consumidor busca experiencias auténticas, pero también flexibles”, dice.
Consultada sobre qué consejo le daría a jóvenes enólogos y, en particular, a mujeres que sueñan con hacer carrera en la industria, Ana Paula es clara: “Hacer vino es una forma de transformar lo que la tierra nos da en algo único. Esa transformación requiere pasión, dedicación y creer en uno mismo”.
Su propio recorrido es testimonio de eso. En menos de una década, pasó de ser una joven enóloga mendocina a liderar la producción de espumosos en una de las casas más importantes de América Latina, abriendo camino para que nuevas generaciones encuentren inspiración y oportunidades.
Bartolucci tiene una visión ambiciosa: posicionar aún más al espumoso argentino en el mundo. “Cuando probamos nuestros vinos espumosos afuera, vemos que estamos totalmente a la altura de los mejores. Queremos que el mundo nos reconozca no solo por nuestros Malbec, sino también por la calidad y diversidad de nuestras burbujas”.
Chandon ya trabaja en la internacionalización de productos como el Extra Brut y el Blanc de Blancs, con Ana Paula desempeñando un rol clave no solo en la elaboración sino también como embajadora de la marca.
Su espumoso preferido es el Chandon Blanc de Noirs: “Es 100% Pinot Noir, método tradicional, con 24 meses sobre lías. Me encanta por su complejidad, la riqueza de los frutos rojos, las especias, y esa estructura que nos permite jugar con la expresión varietal y del terroir de altura”.
Con conocimiento técnico, sensibilidad para entender al consumidor y valentía para innovar sin perder la identidad, Ana Paula Bartolucci lidera una transformación profunda en la industria del espumoso argentino. No se trata solo de hacer grandes vinos, sino de construir una nueva narrativa, donde la calidad, la diversidad y la inclusión son protagonistas.
Aunque sus vinos ya brillan en las copas de Europa, su ambición va más allá: quiere que el mundo reconozca a Argentina como una potencia en burbujas y que más mujeres lleguen, como ella, a lugares donde antes no eran invitadas. Con talento, pasión y una visión clara, Ana Paula demuestra que el futuro del vino argentino es tan vibrante como las burbujas que elabora.