Por Agroempresario.com
La semana comenzó con una fuerte dosis de adrenalina para los mercados agrícolas, en particular para la soja y el maíz. La oleaginosa vivió un lunes en alza gracias a noticias internacionales que trajeron algo de alivio: la tregua entre Estados Unidos y China pactada en Suiza y el informe mensual del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Sin embargo, el entusiasmo se vio moderado por factores bajistas como el notable avance de la cosecha en Estados Unidos y la presión interna que representa la recolección en Argentina, sumada a la posibilidad de una suba en las retenciones desde julio. Entre buenas y malas, el mercado de granos navega un mar agitado.
El anuncio del acuerdo entre representantes estadounidenses y chinos tuvo un efecto inmediato en el mercado de Chicago. La soja se disparó entre USD 7 y USD 9, impulsada por la distensión comercial entre ambas potencias. Esta oleaginosa, históricamente sensible a los vaivenes de la guerra comercial, mostró su habitual volatilidad: cae cuando hay tensiones, pero sube con cada atisbo de acuerdo.
El USDA, por su parte, publicó un informe mensual que favoreció principalmente a soja y maíz, mientras que el trigo salió perdiendo. El reporte, que analiza la oferta y demanda global, fue interpretado como positivo para los dos primeros cultivos, generando optimismo entre los operadores.
Sin embargo, las buenas noticias duraron poco. El mismo lunes por la tarde, el USDA también publicó su reporte semanal de avance de cultivos (Crop Progress), el cual fue bajista para todos los productos. Según el informe, la campaña en Estados Unidos avanza con un ritmo extraordinario: desde la siembra de maíz y soja hasta la evolución del trigo, todo marcha sobre rieles. Este escenario, si bien positivo para los productores norteamericanos, tiende a ejercer presión sobre los precios internacionales.
En el plano local, el escenario es diferente. La cosecha de soja avanza a buen ritmo, aunque aún está unos 10 puntos por debajo del promedio de los últimos cinco años. En este contexto, el buen clima hasta el jueves permite acelerar la trilla, lo que genera una sobreoferta que presiona las cotizaciones. Además, existe un factor de urgencia: la amenaza de un aumento de retenciones a partir de julio.
Dante Romano, especialista de la Universidad Austral, resume la situación: “Luego del fuerte avance de trilla a fines de abril, con pico de camiones en puerto y ventas activas, es de esperar un nuevo ritmo febril de cosecha antes del retorno de las precipitaciones. Sin embargo, el momento pico de recolección estaría pasando, y los compradores podrían enfocarse más en aumentar el volumen que adquieren diariamente, que en cuidar márgenes de molienda altos”.
Otro factor que genera incertidumbre en el mercado es la política energética de la administración de Donald Trump. Según analistas del sector, el recorte presupuestario a la Agencia de Protección Ambiental (EPA), encargada de regular los biocombustibles, genera preocupación. El director de esta agencia parecería favorecer a las grandes refinerías por sobre las energías renovables, lo cual impacta directamente sobre la demanda de soja y maíz, claves en la producción de biodiésel y etanol.
El gigante sudamericano, Brasil, proyecta una siembra récord de soja para septiembre, tras una campaña sólida. Se estima que exportará cerca de 106 millones de toneladas en 2024/25, una cifra que consolida su posición como principal proveedor global. En paralelo, las importaciones chinas, que fueron flojas en abril, se espera que repunten en mayo y junio, lo cual podría sostener la demanda internacional.
La siembra de maíz en Estados Unidos también avanza con fuerza. El USDA estima una producción de 400 millones de toneladas para la campaña 2025/26, una cifra demoledora. A pesar de la salida de fondos especulativos del mercado, las exportaciones estadounidenses de maíz ya superan en casi un 27 % a las de la temporada anterior.
En Argentina, el 35% del área de maíz ya fue cosechada. Sin embargo, los productores han priorizado la soja, y los lotes de maíz tardío aún no están listos para la recolección. Romano anticipa: “La pregunta es qué pasará cuando arranque la trilla de este último, con mayor volumen y donde podríamos ver también presión de cosecha, dado que el atraso en la comercialización es asimismo importante”.
El tipo de cambio también se suma a la lista de factores que inciden en el negocio agrícola. En las últimas semanas, el Banco Central comenzó a intervenir en los mercados de futuros. Esto provocó una baja en la cotización del dólar, influida también por la aparición de tasas atractivas en dólares y rumores sobre proyectos de blanqueo para permitir el uso de divisas no declaradas.
Romano explica: “El Banco Central comenzó a intervenir en los futuros, se generaron oportunidades de lograr tasas en dólares atractivas, y esto presionó el tipo de cambio a la baja. También se habló de proyectos que permitirían utilizar dólares no declarados en ciertas operaciones, y esto se tomó como un nuevo blanqueo”.
El gobierno nacional parece decidido a utilizar todas las herramientas posibles para mantener el tipo de cambio cerca del piso de la banda establecida en la Fase 3 del plan económico. El objetivo: contener la inflación y, si es posible, fortalecer las reservas del Banco Central. Las ventas de granos en las últimas semanas han contribuido a una mayor oferta de divisas, apuntalando esa estrategia.
Para el agroempresario, el desafío es doble: comercializar en un contexto de precios internacionales volátiles, y adaptarse a un escenario local marcado por cambios fiscales, presión impositiva, y una economía en transición. La incertidumbre por las retenciones y el tipo de cambio hace que cada decisión comercial tenga un peso estratégico clave.
El mercado agrícola, en especial para la soja y el maíz, vive un momento de contrastes. Mientras los factores internacionales empujan con cierta fuerza alcista –como el acuerdo entre China y Estados Unidos o el informe del USDA–, las condiciones locales actúan como freno: presión de cosecha, política fiscal incierta y un mercado cambiario intervenido. Las próximas semanas serán claves para definir si el sector logra capitalizar las buenas noticias externas o si, por el contrario, queda atrapado en un escenario de márgenes ajustados y volatilidad.