Por Agroempresario.com
Mientras el agro argentino adopta cada vez más tecnologías de precisión, con drones, sensores, maquinaria automatizada e imágenes satelitales para maximizar la producción, un eslabón fundamental del proceso productivo sigue quedando relegado: la poscosecha. Esta etapa, clave para asegurar la calidad del grano y proteger el valor económico de toda la campaña, empieza a posicionarse como un nuevo campo de batalla por la eficiencia y la rentabilidad agroindustrial.
Desde INTA Balcarce, un equipo de especialistas trabaja activamente para darle visibilidad a esta fase crítica. “La poscosecha es muy importante, ya que un problema en esta etapa puede echar por tierra el trabajo de toda una campaña”, explicó Ricardo Bartosik, referente en almacenamiento y conservación de granos. El experto insiste en que lo que sucede luego de la cosecha define muchas veces la diferencia entre una campaña exitosa o pérdidas cuantiosas, evitables con mejor gestión.
Los errores frecuentes en la poscosecha no son técnicos, sino operativos: aplicación deficiente de insecticidas, secadoras mal calibradas, silobolsas mal selladas o falta de monitoreo son algunas de las fallas más comunes. “Todo el esfuerzo del ciclo productivo puede verse comprometido por no prestar atención en esta última etapa”, advierte Bartosik.
Uno de los pilares actuales del almacenamiento es el silobolsa, una tecnología ampliamente difundida en Argentina. “El silobolsa es una gran herramienta, pero como toda herramienta tiene sus limitaciones”, indicó Leandro Cardoso, también técnico del INTA. Aunque permite almacenar granos en el mismo campo y reducir costos logísticos, su éxito depende de múltiples factores: preparación adecuada del terreno, buen estado de las máquinas, sellado eficiente, control de plagas y monitoreo constante.
Cardoso recuerda que no es recomendable almacenar grano húmedo por periodos prolongados, y destaca la importancia de herramientas como la medición de dióxido de carbono para detectar procesos de deterioro antes de que sean visibles. “Un solo silobolsa puede contener la producción de entre 29 y 67 hectáreas. Si falla, el impacto es enorme”, advirtió.
Otra alternativa cada vez más valorada es la inversión en plantas de silos y centros de acopio, que aunque requieren mayor infraestructura, ofrecen ventajas considerables: permiten secar, limpiar y conservar los granos en condiciones óptimas, mejoran la trazabilidad y otorgan poder de negociación comercial. En mercados internacionales exigentes, esto representa una ventaja competitiva clave.
“Los silos secadores, muy usados en Estados Unidos, permiten tratar granos con hasta 21% de humedad y conservar calidad premium. En Argentina todavía no son comunes, pero pueden marcar una gran diferencia”, destacó Cardoso. En estos centros, tecnologías como la termometría, la aireación automática o los sistemas de control de atmósfera —como el CO₂NTROL desarrollado por INTA— resultan fundamentales para evitar la pérdida de calidad por sobresecado o aparición de focos de calor.
Bartosik remarca que muchas veces, el obstáculo principal no es la falta de recursos o tecnologías, sino un problema cultural. “El agro argentino invierte mucho en la producción, pero cuando el grano ya está en el silo, muchas veces se baja la guardia”, señaló. Esa desatención puede costar caro: “En pocos días puede perderse toda la calidad ganada durante meses”.
El equipo del INTA propone un cambio profundo en la visión del productor y de toda la cadena agroindustrial. Por un lado, integrar la gestión poscosecha como parte del núcleo del negocio. Por otro, valorar la conservación del grano al mismo nivel que la siembra o la cosecha. Para lograrlo, se recomienda implementar protocolos de buenas prácticas, mantener registros, realizar auditorías y capacitar permanentemente al personal.
“La innovación en poscosecha ya no es un lujo, es una estrategia necesaria”, concluyó Cardoso. En un contexto de márgenes ajustados y mercados exigentes, cuidar cada tonelada de grano almacenado puede marcar la diferencia entre sostenerse o quedar fuera de juego.