Por Agroempresario.com
En un intento por fomentar la formalización de la economía y reactivar el consumo y la inversión, el ministro de Economía, Luis Caputo, defendió las nuevas medidas destinadas a incentivar el uso de los denominados “dólares del colchón”. En una entrevista televisiva, el funcionario aseguró que el objetivo no es controlar a 50 millones de argentinos, sino devolverles la libertad para utilizar sus ahorros sin ser tratados como delincuentes.
La iniciativa fue presentada como un “cambio cultural y filosófico” que busca revertir dos décadas de políticas que, según Caputo, empujaron a la informalidad y al aumento del gasto público. “El Estado partía de la base de que había 50 millones de sospechosos”, señaló el ministro en diálogo con LN+, al explicar que el exceso de controles financieros y cambiarios no sólo desincentiva la inversión, sino que también generó mayor evasión y déficit fiscal.
Caputo criticó la lógica de mantener dólares fuera del sistema financiero, ya sea en cajas de seguridad o literalmente en el colchón. Según explicó, ese dinero no se valoriza ni contribuye al desarrollo del país. “No es ahorro, es atesoramiento”, dijo. Y remarcó que esos dólares se deprecian con la inflación estadounidense y no financian el consumo ni la producción.
En ese sentido, insistió en que el nuevo paquete de medidas busca reinsertar esos fondos al circuito económico. “Esto es para que la gente use sus dólares. Para terminar con la idea de que todos somos narcotraficantes”, enfatizó. Además, apuntó a que el sistema anterior dificulta la detección de actividades ilegales: “Se hace más difícil el control si partís de la base de que todos son sospechosos”.
Durante la entrevista, Caputo citó al economista y empresario pyme Gustavo Lazzari, quien calificó las medidas como “revolucionarias”. A su entender, el impacto será especialmente positivo en el segmento de pequeñas y medianas empresas, históricamente castigadas por la informalidad y la presión tributaria.
El ministro subrayó que la mayor formalización redundará en beneficios para los contribuyentes cumplidores, al permitir una baja gradual de impuestos. “Si esto tiene éxito, los primeros beneficiados vamos a ser los que pagamos impuestos”, sostuvo. De hecho, estimó que en los próximos años el Estado podría reducir la carga tributaria en un rango de USD 420.000 a 450.000 millones, si se logra una monetización efectiva de la economía.
Uno de los momentos más llamativos de la entrevista se produjo cuando Caputo coincidió con Cristina Fernández de Kirchner, quien ese mismo día desestimó las críticas que sugerían que las nuevas normas podrían favorecer al narcotráfico. “Critiquemos otras cosas, pero no digamos pelotudeces”, dijo la ex presidenta en un acto frente a militantes. Caputo replicó: “Tiene razón. Me causó gracia cómo se festejan. Si lo decimos nosotros, nos putean. Punto para la ex presidenta”.
El ministro aclaró que las medidas no vulneran normas antilavado, sino que buscan mejorar los controles mediante una mayor concentración en los contribuyentes realmente relevantes. En este sentido, destacó que solo 1.000 personas explican más de la mitad de la recaudación total y que 11.000 aportan el 70%, por lo cual “no tiene sentido controlar a los 50 millones”.
Más allá de los números, Caputo insistió en el cambio de lógica que implican las nuevas reglas. A su entender, fomentar la utilización de los ahorros ocultos permitirá reactivar el consumo interno, atraer inversiones y ampliar la base impositiva. Todo ello, sin incrementar la presión sobre los contribuyentes formales.
Asimismo, el titular del Palacio de Hacienda evitó hacer proyecciones sobre cuántos dólares podrían ingresar al circuito formal, aunque reconoció que el efecto dependerá de la confianza que generen las medidas entre la ciudadanía. “No puedo hacer futurología. Lo que buscamos es crear las condiciones para que esto ocurra”, afirmó.
Por último, reiteró que esta política representa una ruptura con los últimos 20 años de manejo económico. “Se duplicó el gasto público, se empujó a la gente a la informalidad con un estilo soviético. Una locura”, concluyó.