Por Agroempresario.com
En un movimiento estratégico para apuntalar las reservas internacionales y recuperar el acceso al financiamiento externo, el Gobierno argentino anunció el lanzamiento de un bono en pesos a tasa fija, diseñado especialmente para ser adquirido con dólares por parte de inversores internacionales. El objetivo es captar hasta USD 1.000 millones y contabilizar esos fondos como ingreso genuino dentro del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Se trata de una apuesta clave del Ministerio de Economía que, según explicó el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, se concretará este miércoles como parte de la licitación de deuda previamente prevista. El nuevo instrumento, conocido como Bonte, tendrá vencimiento en mayo de 2030 y podrá ser suscripto únicamente con divisa extranjera. De esta manera, se busca seducir a fondos de inversión globales interesados en activos de mercados emergentes, aprovechando una coyuntura financiera que, aunque compleja, empieza a mostrar señales de estabilización.
Este instrumento representa la vuelta formal de la Argentina al mercado internacional de deuda tras siete años de virtual aislamiento. La emisión no implicará un incremento de la deuda bruta ni neta del Estado, sino una reconfiguración que permita extender plazos de vencimiento y fortalecer el balance del Banco Central. Así lo expresó el ministro de Economía, Luis Caputo, quien remarcó que “Argentina vuelve a ganar acceso a los mercados internacionales para refinanciar capital de deuda en moneda local”.
A diferencia de los bonos dólar linked, donde la inversión y el retorno se hacen en pesos, el nuevo Bonte exige dólares al momento de la compra, pero pagará pesos al vencimiento. Esta característica lo convierte en una herramienta híbrida, pensada para atraer dólares genuinos sin recurrir directamente a financiamiento en moneda extranjera bajo jurisdicción extranjera. De hecho, el bono estará regido por ley local, lo que refuerza su perfil soberano.
El Bonte tendrá, además, una cláusula de put que habilitará al tenedor del bono a solicitar su recompra por parte del Tesoro en mayo de 2027, otorgando una especie de seguro intermedio para los inversores. Esta cláusula es vista por los analistas como un incentivo clave para reducir el riesgo percibido del instrumento y mejorar su atractivo en un contexto todavía marcado por la volatilidad.
Según un informe de Balanz Capital, esta estrategia apunta a mejorar el perfil de vencimientos de deuda en pesos, diversificar las fuentes de financiamiento y aportar al objetivo de acumulación de reservas netas. “El bono está destinado a apoyar la acumulación de reservas, dado que el BCRA no viene comprando divisas dentro de la banda cambiaria. Las expectativas de inflación para diciembre de 2027 se ubican actualmente en el 10%”, menciona el reporte.
Uno de los aspectos más relevantes de esta operación es su impacto directo sobre las metas pactadas con el FMI. En el acuerdo técnico firmado con el organismo, se definió que sólo los ingresos genuinos de divisas —esto es, aquellos provenientes de exportaciones o de financiamiento externo voluntario— podrán contabilizarse para alcanzar los objetivos de acumulación de reservas netas. En este marco, la emisión del Bonte aparece como una de las principales herramientas para compensar la escasa intervención compradora del Banco Central en el mercado de cambios.
“La meta de reservas netas para el 2025 se ajustará al alza según el monto del endeudamiento externo con acreedores privados en moneda extranjera, desde la fecha de inicio del programa hasta fines de 2025”, señala el memorando técnico. Este ajuste tendrá un tope de USD 1.500 millones, lo que implica que solo los dólares que ingresen por encima de ese umbral contarán para la meta.
Para Federico Domínguez, asesor financiero especializado en mercados emergentes, el bono puede despertar un alto interés entre fondos de inversión que operan en carteras de moneda local de países en desarrollo. “Estimo que habrá mucha demanda de fondos de emerging markets local currency, así como de argentinos con cuentas offshore. También diversificás fuentes de financiamiento, alargás duration e incrementás el uso de moneda local”, evaluó.
El contexto también acompaña. La reciente comunicación del Banco Central, que actualizó sus regulaciones de operaciones de exterior y cambios, allanó el camino normativo para que este tipo de instrumentos puedan operar sin trabas ni contradicciones legales. De esta forma, el terreno quedó preparado para lo que el Palacio de Hacienda espera que sea una licitación exitosa tanto en monto como en tasa, lo que podría incluso traducirse en una mejora en los precios de los bonos soberanos y una baja del riesgo país.
Sin embargo, el Gobierno no tiene garantizado el éxito. Esta semana enfrenta vencimientos por 8,55 billones de pesos, una cifra significativa que debe ser atendida en paralelo con la estrategia de emisión del Bonte. La aceptación del nuevo bono será una prueba de fuego para medir no solo el apetito del mercado, sino también la confianza de los inversores en la hoja de ruta oficial.
La colocación de esta deuda local en pesos con anclaje en dólares constituye una maniobra delicada, pero necesaria. En un escenario donde las fuentes tradicionales de financiamiento están agotadas o resultan prohibitivamente caras, este tipo de ingeniería financiera aparece como una salida viable. El desafío será sostener el interés del mercado más allá de esta emisión puntual y lograr, con el tiempo, una verdadera normalización del acceso al crédito externo.