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Por Agroempresario.com
En una ceremonia sobria pero cargada de simbolismo político, Lee Jae-myung asumió este miércoles 4 de junio de 2025 la presidencia de Corea del Sur, en un momento de profunda tensión institucional, desafíos económicos y amenazas regionales. Frente a la Asamblea Nacional en Seúl, el nuevo jefe de Estado prometió liderar un gobierno de unidad nacional, restaurar la democracia tras la crisis provocada por su antecesor y priorizar el interés del pueblo surcoreano por encima de las divisiones ideológicas.
“Seré el presidente de todos, que abrace y sirva a todo el pueblo”, afirmó Lee en su discurso inaugural, pronunciado ante solo 360 asistentes. El contraste fue notorio respecto a la toma de posesión de su antecesor, Yoon Suk Yeol, que había convocado a más de 40.000 personas. La ceremonia marca un cambio de época luego de que Yoon fuera destituido por intentar declarar la ley marcial en diciembre pasado, desencadenando elecciones anticipadas en las que Lee se impuso con el 49,4% de los votos frente al conservador Kim Moon-soo.
Lee aprovechó su primer discurso como presidente para instar a la sociedad a superar las grietas ideológicas. “Aplicaremos políticas útiles, vengan de Park Chung-hee o de Kim Dae-jung”, afirmó, mencionando a dos expresidentes de ideologías opuestas. El gesto busca desactivar la polarización política que caracterizó los últimos años y sentar las bases para un liderazgo más inclusivo.
En ese marco, Lee también fue contundente al afirmar que su gobierno tomará medidas firmes para prevenir futuros intentos de insurrección militar. “No volveremos a permitir que las armas amenacen a nuestra democracia”, sostuvo, en clara referencia a la crisis que llevó al juicio político de su predecesor.
En el plano internacional, el nuevo mandatario trazó una línea clara: fortalecerá la alianza militar con Estados Unidos, afianzará la cooperación con Japón y buscará una política exterior basada en los intereses nacionales. “A través de una diplomacia pragmática convertiremos los desafíos globales en oportunidades para maximizar nuestros intereses”, aseguró.
Respecto al régimen norcoreano, Lee propuso una estrategia dual que combina disuasión militar y reapertura de canales diplomáticos. “Detendremos las provocaciones nucleares y militares de Corea del Norte mientras abrimos canales de comunicación para construir la paz en la península”, prometió. Y agregó una frase que sintetiza su enfoque: “No importa cuán costosa sea, la paz es mejor que la guerra”.
Pocas horas después de asumir, Lee se comunicó con el jefe del Estado Mayor Conjunto, Kim Myung-soo, a quien solicitó mantener la máxima preparación operativa frente a posibles movimientos de Pyongyang. El mensaje fue transmitido a través de imágenes difundidas por la televisión estatal, subrayando la seriedad con la que el nuevo gobierno encara el desafío de la seguridad nacional.
Luego, Lee se trasladó al cementerio nacional para rendir homenaje a exlíderes y caídos en combate, un gesto simbólico que reforzó su mensaje de unidad nacional.
La economía surcoreana, fuertemente golpeada por la caída del consumo interno, el aumento de aranceles estadounidenses y la reestructuración de las cadenas de suministro, será uno de los principales focos del nuevo gobierno. Con un crecimiento proyectado de apenas el 0,8% para 2025, Lee anunció la creación de un equipo de emergencia económica.
“Vamos a librar una batalla frontal contra los riesgos económicos”, declaró, sin mencionar directamente las tensiones con Washington, pero advirtiendo que “el proteccionismo representa una amenaza para nuestra supervivencia”.
El Banco Central ya redujo su tasa de interés clave, en un intento por dinamizar la actividad. Lee, por su parte, planea implementar una batería de políticas anticíclicas para sostener el empleo, mejorar el poder adquisitivo y atraer inversiones extranjeras.
Con una mayoría parlamentaria garantizada para los próximos tres años, el nuevo mandatario cuenta con margen para implementar sus políticas sin grandes bloqueos legislativos. Entre sus primeros pasos se encuentra la designación de su jefe de Gabinete, del primer ministro y del director del Servicio Nacional de Inteligencia, todos cargos claves para la estabilidad institucional.
Desde Estados Unidos, el secretario de Estado Marco Rubio felicitó a Lee y reafirmó el compromiso de la Casa Blanca con la defensa mutua. “Estados Unidos y la República de Corea comparten una alianza basada en valores democráticos y lazos económicos profundos”, sostuvo en un comunicado.
Este respaldo no solo reafirma la cooperación bilateral en materia de seguridad, sino que también proyecta confianza internacional en la capacidad de Lee para conducir al país en un escenario regional marcado por la tensión con China, la imprevisibilidad norcoreana y la transformación digital global.
