Por Agroempresario.com
En una nueva etapa de un prolongado conflicto económico que ha marcado los últimos años del comercio internacional, Estados Unidos y China reanudaron este lunes sus negociaciones comerciales en Londres, con el objetivo de aliviar la guerra arancelaria que ha agitado a los mercados financieros globales y golpeado el flujo de exportaciones entre ambas potencias.
Las delegaciones se reunieron por segundo día consecutivo en Lancaster House, una mansión histórica cercana al Palacio de Buckingham, buscando avanzar sobre los acuerdos alcanzados en Ginebra el mes pasado, que habían establecido una suspensión parcial de aranceles por 90 días.
Por parte de China, la delegación está encabezada por el viceprimer ministro He Lifeng, e incluye al ministro de Comercio Wang Wentao y al negociador Li Chenggang. Del lado estadounidense, participan el secretario del Tesoro Scott Bessent, el secretario de Comercio Howard Lutnick y el representante comercial Jamieson Greer.
La reapertura de las negociaciones fue confirmada oficialmente por un vocero del Departamento del Tesoro de EE.UU., quien expresó que las conversaciones comenzaron “temprano en la mañana” y continuarán durante todo el día.
A su llegada el martes, Lutnick afirmó a la prensa que el diálogo estaba “yendo bien”, mientras que Donald Trump, consultado al respecto, declaró que “nos está yendo bien con China”, aunque aclaró que “China no es fácil”.
La guerra comercial entre China y Estados Unidos estalló a raíz de medidas proteccionistas impuestas por la administración Trump desde 2018. Aranceles recíprocos sobre productos clave como semiconductores, minerales de tierras raras y tecnología avanzada afectaron miles de millones de dólares en comercio bilateral.
En la actualidad, uno de los puntos críticos es el acceso chino a tecnología estadounidense de punta, especialmente la relacionada con chips para inteligencia artificial. En paralelo, Beijing había restringido en abril la exportación de tierras raras, lo que generó alarma entre fabricantes de automóviles y otras industrias que dependen de estos recursos para productos de alta tecnología.
Desde Ginebra, se logró reducir los aranceles estadounidenses del 145% al 30% y los chinos del 125% al 10%, pero Trump denunció que China había “violado totalmente” el acuerdo con maniobras comerciales dilatorias.
Uno de los temas más sensibles es la posible apertura del mercado chino a los productos estadounidenses. Trump declaró recientemente: “Si no abrimos China, tal vez no hagamos nada. Pero queremos abrir China”.
Por su parte, China busca eliminar las restricciones estadounidenses al acceso a tecnologías clave y mejorar la disponibilidad de insumos como los imanes de tierras raras. Según Kevin Hassett, asesor económico de Trump, China comenzó a liberar algunos de estos materiales, aunque de manera más lenta de lo esperado.
Los efectos de esta disputa ya se sienten con fuerza. Datos oficiales muestran que en mayo, las exportaciones chinas a Estados Unidos cayeron un 35%, y los envíos de tierras raras prácticamente se detuvieron. Este escenario ha sacudido la estabilidad de las bolsas de valores internacionales, donde los inversores reaccionan con extrema sensibilidad ante cada titular relacionado con las negociaciones.
“Los inversores están dispuestos a aferrarse a cualquier titular positivo sobre el comercio, ya que esto mantiene vivas las esperanzas de un repunte”, explicó Kathleen Brooks, directora de investigación de XTB, una firma de análisis de mercados.
Además de Estados Unidos, China está intensificando su cooperación con socios regionales como Japón y Corea del Sur, para formar un frente común que promueva el libre comercio y la estabilidad en las cadenas de suministro globales. El presidente Xi Jinping conversó recientemente con el nuevo presidente surcoreano Lee Jae-myung, proponiendo una agenda regional para enfrentar la inestabilidad comercial provocada por Washington.
Las conversaciones en Londres representan una oportunidad única para enfriar las tensiones comerciales que amenazan con desestabilizar no solo el comercio bilateral, sino también los flujos globales de bienes estratégicos como el litio, los microchips, y los insumos industriales esenciales para la agricultura y la energía renovable.
Analistas internacionales consideran que un acuerdo concreto podría traer alivio inmediato a las cadenas productivas y generar un efecto positivo en sectores clave como la agroindustria, la tecnología y la energía.
Para América Latina, especialmente países exportadores de materias primas como Chile, Perú y Argentina, el desenlace de estas negociaciones es determinante, ya que puede definir la evolución de los precios internacionales del cobre, el litio y otros recursos clave para sus economías