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Por Agroempresario.com
La exportación de cebolla rionegrina, históricamente dependiente de la demanda de Brasil, atraviesa un escenario de retracción severa en 2025. La ventana de exportación se cerró de forma anticipada este año, con una caída del 35% en los volúmenes enviados al país vecino respecto del mismo período del año anterior. Factores climáticos en Brasil, sumados a una mejora sustancial en su producción interna y a la devaluación del real, incidieron directamente en la merma de la demanda de esta hortaliza clave para la economía de Río Negro.
Según datos oficiales de la Secretaría de Agricultura provincial, entre el 1 de enero y el 31 de mayo de 2025 se exportaron 54.800 toneladas de cebolla, frente a las más de 85.000 toneladas enviadas en igual período de 2024. “La caída es muy marcada. La exportación se interrumpió casi por completo desde el 31 de mayo, mientras que el año pasado llegó hasta fines de junio”, explicó Lucio Reinoso, secretario de Agricultura de Río Negro.
La temporada de comercialización de cebolla en el sur argentino comienza en enero con las variedades tempranas y se extiende hasta septiembre con las tardías o de guarda, siendo los meses de marzo a junio los más importantes para la exportación. Sin embargo, este año esa ventana resultó especialmente corta. Brasil, que suele absorber hasta el 90% de las exportaciones argentinas de cebolla, tuvo una temporada productiva sin sobresaltos climáticos, con excelentes rindes en regiones clave como Santa Catarina, Minas Gerais y Goiás. El resultado: una menor necesidad de importar cebolla argentina.
“El mercado brasileño es altamente inelástico en consumo, pero muy sensible a la oferta. Esta temporada no hubo eventos climáticos que redujeron la producción local, por lo tanto, su necesidad de importar cebolla disminuyó drásticamente”, explicaron desde la cartera agrícola provincial. A esto se sumó la devaluación del real, que desincentiva las compras externas.
Durante esta temporada, el precio bruto de la cebolla se mantuvo relativamente constante. Comenzó entre 25 y 35 pesos por kilo en el mercado local, con un leve repunte en mayo, pero esto no logró compensar la caída en volumen. “Hasta el momento se comercializó aproximadamente el 50% de la producción total de cebolla sembrada en Río Negro”, detalló Reinoso. En la actual campaña, se cultivaron 7800 hectáreas, frente a las 6890 de la anterior, lo que implica que, aunque hubo mayor superficie, las ventas cayeron en términos reales.
La relación entre mercado interno y externo se partió en mitades: 50% de la producción fue al mercado local y el otro 50% a exportación, aunque este último representó mucho menos que el año anterior. Esta pérdida de mercados expone la vulnerabilidad de depender casi exclusivamente de Brasil para el destino de las exportaciones.
“Depender de un solo cliente o mercado, por más rentable que sea, es un riesgo demasiado grande”, advirtió Reinoso. De hecho, la Secretaría de Agricultura está promoviendo la diversificación de mercados internacionales como vía estratégica para reducir esta exposición. En marzo, se realizó el “XXVI Seminario de Cebolla del Mercosur” en conjunto con el INTA y otras provincias como Buenos Aires, con el objetivo de mejorar la competitividad exportadora y explorar mercados alternativos en Latinoamérica y el resto del mundo.
“El desafío es enorme. Los costos logísticos nos restan competitividad frente a otros países. Pero es el camino. Tenemos que ser más eficientes en el uso de recursos y en la calidad de producción para bajar el costo por kilo”, remarcó el funcionario.
El cultivo de cebolla en Río Negro se ha consolidado como la hortaliza de mayor importancia en la provincia, no solo por superficie sembrada, sino por el valor agregado y el empleo que genera. Sin embargo, los vaivenes de precios y demanda, que dependen en gran parte de variables externas, complican la planificación y sostenibilidad de la actividad.
Reinoso plantea que es necesario que los productores tengan más acceso a información de mercado para anticipar decisiones de siembra. Esto permitiría ajustar las expectativas de producción y reducir riesgos. “Un mayor conocimiento de los mercados y sus factores de demanda futura permitirá tomar decisiones con más respaldo técnico y menos incertidumbre”, explicó.
Brasil produce cerca de 1.500.000 toneladas de cebolla anuales, una cifra que tiende a la autosuficiencia. A diferencia de la producción argentina, más estable, la brasileña suele estar sujeta a fuertes oscilaciones por cuestiones climáticas. Esta vez, al no haber complicaciones meteorológicas, el impacto fue total sobre las exportaciones argentinas.
El cierre anticipado de la temporada de exportación pone en alerta a todo el complejo cebollero. La producción local tiene potencial, pero requiere políticas públicas activas, incentivos a la tecnificación y líneas de financiamiento para mejorar la logística, reducir desperdicios y sumar certificaciones de calidad que abran nuevos mercados.
“Necesitamos herramientas concretas para amortiguar estos impactos y hacer que el negocio de la cebolla sea más previsible”, concluyó Reinoso. Mientras tanto, las expectativas están puestas en el mercado interno, que podría absorber parte del excedente, aunque con precios inferiores, lo que limita la rentabilidad del productor.
En resumen, la temporada 2025 deja un sabor agridulce: buenos precios de inicio, superficie en expansión, pero una caída significativa en el mercado externo. El caso de la cebolla rionegrina demuestra que la diversificación de destinos y mayor planificación estratégica son urgencias impostergables si se quiere garantizar la viabilidad de este sector clave para las economías regionales.
