Por Agroempresario.com
En el competitivo mundo del emprendimiento digital, donde el fracaso es estadísticamente más probable que el éxito, tres jóvenes argentinos lograron lo que muchos consideran imposible: pasar de una habitación en Paraná a liderar una startup en Silicon Valley con US$ 2,7 millones en inversiones. Esta es la historia de Santiago Ruberto, Mateo Zárate y Valentín Ratti, fundadores de Melián, la aplicación que promete revolucionar la forma en la que descubrimos tiendas online.
La travesía comenzó en 2023. Santiago y Mateo, con apenas 17 años, compartían techo en la casa del padre de Santiago en Paraná, Entre Ríos. Un cuarto funcionaba como dormitorio y el otro como oficina improvisada. El sueño: construir una plataforma que centrice todas las tiendas online en una sola aplicación, sin priorizar a quienes pagan más, sino a quienes ofrecen mejores productos.
En los primeros meses de trabajo, los recursos escaseaban. En febrero de 2024, Santiago enfrentó un ultimátum familiar: o universidad o independencia económica. Optó por lo segundo. Con US$ 1.500 en el banco, tomaron la decisión de seguir adelante hasta el último centavo.
El primer intento de captar inversores fue frustrante. Más de 100 respuestas negativas marcaron el camino. Una inversora de EE. UU. incluso les dijo: “Esto es peor que Google Shopping, estás perdiendo el tiempo”. Santiago recuerda el golpe emocional: “Fue tan duro que casi me largo a llorar”.
Pero la perseverancia encontró recompensa. En septiembre de 2023, Borja Martel, ex Lemon, se reunió con ellos en el Kavanagh. No invirtió entonces, pero seis meses después, tras recibir un informe de avances, les otorgó el primer cheque: US$ 20.000 junto a Diego Pando y Nick Damico. Fue el impulso que necesitaban.
Con ese respaldo, la startup dejó de llamarse Sirvana y pasó a ser Melián, inspirada en la dirección de su hacker house en Belgrano: Melián 2040. Allí conviven y trabajan los tres fundadores.
En ese momento, se suma Valentín Ratti, CTO y fundador de una app similar llamada Mira Precios. “Nos conocimos por Twitter. Éramos los dos que más sabíamos de scraping en Argentina. Si no nos unimos, íbamos a terminar compitiendo”, explica Santiago.
El modelo de Melián se basa en el advertising, pero con una propuesta distinta: los usuarios no ven lo que las marcas pagan por mostrar, sino lo que realmente buscan. La plataforma indexa desde pequeñas tiendas en Tiendanube hasta grandes marcas, sin cobrar comisiones.
El público objetivo son power users: personas apasionadas por la moda que siguen miles de tiendas en redes o las anotan en notas. Melián centraliza esa información y permite agregar tiendas manualmente o mediante integraciones con Instagram.
En 2024, la app alcanzó 250.000 usuarios en Argentina. Pero los fundadores decidieron cerrar todo para rediseñar el producto. “Fue un error carísimo”, admite Mateo Zárate. Perdieron tráfico, usuarios y cuatro meses de aprendizaje.
Aprendieron que en el mundo startup, el tiempo vale oro. “Hay que lanzar cosas todo el tiempo. Nos lo repiten los inversores. Perdimos ese ritmo”, concluye.
En febrero de 2025, la suerte cambió. Federico Antoni, de Hi Ventures, visitó la hacker house para una reunión de 45 minutos que se extendió por cuatro horas. Probó la app, conversó con el equipo, y terminó escribiendo los términos de inversión sobre un ensayo de Paul Graham.
“Viajó por todo el continente buscando equipos como ustedes. No necesito ver más”, les dijo. Así firmaron por US$ 2 millones.
La imagen del documento con los términos de inversión sobre el ensayo "Mean people fail" se volvió viral. El propio Graham respondió en X: “Me hace feliz que haya sido ese ensayo”.
Hoy, Melián opera bajo el modelo clásico de Silicon Valley: crecer primero, monetizar después. Como Facebook, que tardó tres años en generar ingresos y hoy factura más de US$ 120.000 millones al año.
Los números actuales de Melián impresionan:
El respaldo viene de nombres clave:
Santiago destaca especialmente a Rauch: “Para los nerds, es como el Messi de la tecnología”. Lo conocieron en San Francisco y compartieron una comida con él durante una hora.
En la convivencia diaria, las decisiones se toman por votación. Cuando uno insiste, los otros ceden. Aplican la regla de Jeff Bezos: decidir con el 70% de la información disponible.
El mantra que cuelga en su oficina lo resume todo: “Es mejor pedir perdón que permiso”. Otro cartel enmarca la visión: “ALL PRODUCTS, ONE STORE PLACE”.
Aunque algunos ven a Melián como un potencial caso de adquisición, los fundadores son claros: “No la hacemos para venderla. Queremos que sea más grande que nosotros”.
Santiago tiene fijado un tweet de Sam Altman desde 2017: “En algún lugar del mundo, una persona joven y desconocida está comenzando una empresa que eventualmente será tan grande como los gigantes actuales”. Esa visión, que antes era solo un sueño, hoy está tomando forma con base en esfuerzo, aprendizaje y resiliencia.