Por Agroempresario.com
En medio de un contexto financiero delicado, el Tesoro Nacional de la Argentina comenzó a avanzar con una estrategia que busca sostener el nivel de reservas internacionales sin recurrir a la emisión de pesos ni comprometer el esquema de flotación del tipo de cambio. Tras el fuerte impacto del último pago de deuda externa, que provocó una caída de USD 2.600 millones en las reservas brutas, el Gobierno apuesta a nuevas compras de dólares en bloque, una herramienta que ya usó por un total de USD 400 millones y que podría ampliarse en los próximos días.
La decisión llega en un momento de presión cambiaria, con un dólar oficial que superó los $1.275 y amenazas de nuevas subas. El presidente Javier Milei volvió a insistir públicamente en que no permitirá la intervención directa del Banco Central (BCRA) con emisión de pesos, alineado con su política de "emisión cero". Según sus palabras, "el dólar flota dentro de la banda y no se va a comprar con pesos nuevos". Así, el Tesoro asume un rol clave en la administración de divisas, comprando con fondos propios previamente recaudados.
Las últimas semanas han sido clave para la política económica del Gobierno libertario. El pago de capital e intereses de bonos dolarizados que se realizó justo antes del feriado redujo las reservas brutas a USD 39.168 millones. Sin embargo, fuentes oficiales insisten en que esto no afecta las reservas netas –las que audita el Fondo Monetario Internacional (FMI)– porque los dólares estaban previamente depositados por el Tesoro.
En este escenario, la Secretaría de Finanzas, bajo la órbita del ministro Luis Caputo, activó una estrategia de intervención indirecta. Ya se realizaron dos compras de divisas por un total de USD 400 millones y se anticipan más operaciones similares en los próximos días. Según fuentes del mercado, estas adquisiciones buscan dar señales de estabilidad a inversores y evitar una devaluación abrupta, sin romper el compromiso antiinflacionario que implica no emitir pesos.
El Gobierno insiste en sostener un régimen de flotación cambiaria que comenzó a aplicarse en abril. Pero en las últimas semanas, el mercado cambiario mostró señales de tensión: el dólar libre registró una suba del 10% y los contratos de futuros también aumentaron, obligando al BCRA a intervenir de forma moderada para evitar mayores distorsiones.
Milei fue enfático en su mensaje: “Si el dólar sube o baja 50 pesos no se viene la hecatombe. Hay que dejar de hacer análisis ridículos. La emisión es cero, y no vamos a cambiar eso”. Sus declaraciones llegan en momentos en que el mercado observa con atención el comportamiento del tipo de cambio y la evolución de los agregados monetarios.
Mientras tanto, las acciones argentinas que cotizan en Wall Street mostraron una baja del 2% tras el feriado, y el riesgo país se mantuvo en torno a los 700 puntos básicos. En este contexto, los inversores siguen de cerca la evolución política, especialmente las próximas elecciones legislativas. La provincia de Buenos Aires, con votación prevista para el 7 de septiembre, se perfila como un termómetro clave. “Si el Gobierno supera el 40% de los votos, el mercado lo verá como una señal positiva. Si baja del 35%, la reacción puede ser muy negativa”, afirmó un ejecutivo de un banco internacional.
El Tesoro espera reforzar su política de compras en bloque con un componente central: las cerealeras. Estas empresas, beneficiadas con una baja de retenciones hasta el 21 de julio, prometieron liquidar hasta USD 4.500 millones. Según fuentes oficiales, aún queda una porción significativa por ingresar al mercado, lo que representa una oportunidad estratégica para el Gobierno.
Estas operaciones no solo son clave para estabilizar el tipo de cambio, sino también para mostrar al FMI y al mercado financiero internacional que Argentina puede reforzar sus reservas sin necesidad de emisión monetaria, ni devaluación, ni intervención directa del Banco Central.
Además, la Secretaría de Finanzas dejó de lado temporalmente la reapertura del Bonte 2030, un bono en pesos que se suscribe en dólares, y se inclinó por instrumentos ajustados por tipo de cambio oficial. Estos títulos, al ofrecer cobertura ante movimientos del dólar, están captando una mayor demanda en las últimas licitaciones.
El doble objetivo del Tesoro –fortalecer reservas y estabilizar el dólar– busca cumplir con dos compromisos centrales: sostener el superávit fiscal primario y contener la inflación. El enfoque fue bien recibido por algunos bancos y fondos internacionales, que ven en la política de Milei una disciplina monetaria pocas veces vista en la historia reciente de Argentina.
Sin embargo, persisten las dudas sobre la sostenibilidad del esquema ante la proximidad de una etapa electoral que puede influir decisivamente en las expectativas del mercado. El resultado de las elecciones será leído como un plebiscito a la continuidad del programa económico y a la viabilidad de reformas estructurales.
Por ahora, el Tesoro seguirá comprando dólares de forma “quirúrgica” para mejorar el stock de reservas netas, sin alterar los equilibrios macroeconómicos. Y todo indica que, al menos hasta fines de julio, las cerealeras serán el gran socio del Gobierno en su objetivo de blindar las arcas del Estado.