Por Agroempresario.com
El presidente Donald Trump sorprendió al mundo agropecuario al anunciar un arancel de castigo del 50% para la carne vacuna brasileña que ingrese a Estados Unidos a partir del 1º de agosto. Esta medida genera gran incertidumbre en Brasil, el principal exportador mundial, y reconfigura la competencia en el mercado internacional, beneficiando a países como Australia, Argentina y Uruguay.
El sector agroindustrial brasileño, que venía acumulando éxitos en EE.UU., ve ahora amenazada su participación en uno de los mercados más rentables para la carne vacuna. La subida del arancel encarece la carne brasileña en territorio estadounidense y abre oportunidades para competidores, a la vez que desata un complejo escenario geopolítico y comercial en el hemisferio.
Trump argumentó que Brasil aplica barreras comerciales altas —arancelarias y no arancelarias— contra productos estadounidenses. Además, mencionó “órdenes de censura injustas” hacia plataformas digitales y criticó el juicio político al expresidente Jair Bolsonaro. En respuesta, amenaza también con imponer aranceles del 10% a países del bloque BRICS, del cual Brasil es miembro.
Para Brasil, Estados Unidos representa el segundo mayor mercado para la carne vacuna después de China. En la primera mitad de 2025, Brasil exportó 181.000 toneladas de carne a EE.UU., con ingresos superiores a 1.000 millones de dólares, cifras que reflejan un crecimiento anual de más del 100%. Sin embargo, con el nuevo arancel, la carga total puede alcanzar hasta un 76%, dificultando la continuidad de estos envíos.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva prometió una respuesta arancelaria recíproca, mientras que la bancada ruralista instó a negociar y evitar confrontaciones directas con EE.UU. Roberto Rodrigues, exministro de Agricultura y experto conocido para el sector argentino, considera que la negociación es la única salida viable antes del 1º de agosto para evitar mayores daños al comercio bilateral.
La noticia impactó rápidamente en el mercado ganadero brasileño: los precios de hacienda cayeron y las plantas frigoríficas redujeron sus compras. Se espera que Minerva, con un 15% de sus ingresos vinculados a EE.UU., sea la empresa más afectada, mientras que JBS, con solo un 4%, tendrá un menor impacto.
El mercado de sebo —clave para el biodiésel estadounidense— también se ve amenazado, tras un crecimiento exponencial en exportaciones al país norteamericano. La incertidumbre sobre contratos futuros y estabilidad financiera en la agroindustria se acrecienta, con márgenes más ajustados.
Ante la posible salida o reducción de carne brasileña en EE.UU., Australia aparece como el principal beneficiario para cubrir esa demanda. Argentina y Uruguay también pueden ganar cuota, aunque deberán competir con precios y calidad para consolidar su presencia en el mercado norteamericano.
Para Argentina, la medida abre una oportunidad en la plaza que mejor paga la carne vacuna, pero también plantea riesgos si Brasil redirige sus exportaciones a otros mercados. China, Hong Kong, Egipto y Emiratos Árabes podrían recibir más carne brasileña, lo que presionará a la baja los precios internacionales, afectando a los productores argentinos y regionales.
EE.UU. enfrenta una fuerte demanda de carne importada debido a una reducción histórica en su rodeo ganadero, afectado por sequías, altos costos y sacrificio de hembras. Los precios locales de carne y hacienda están en niveles máximos históricos, lo que eleva la sensibilidad del consumidor ante cualquier incremento por falta de abastecimiento.
Por otro lado, las exportaciones estadounidenses hacia China han caído un 90% en ingresos por aranceles elevados y problemas en la renovación de certificaciones, complicando el panorama exportador norteamericano.
El analista Alé Delara advierte que redirigir flujos comerciales no es un proceso sencillo ni inmediato. Los acuerdos, logística, estructura contractual y cuestiones geopolíticas hacen que mercados establecidos no se sustituyan rápidamente. La medida de Trump no solo impacta en el precio, sino que obliga a repensar estrategias comerciales y políticas en la agroindustria mundial.
La acumulación de carne no exportada podría generar un excedente en Brasil, reduciendo precios internos y afectando la competitividad regional. Esta sobreoferta interna podría tener efectos indirectos en los mercados internacionales donde Brasil compite junto a Argentina y Uruguay.
Con la fecha límite del 1º de agosto, la agroindustria brasileña y su gobierno enfrentan una encrucijada: negociar para evitar el arancel o adaptarse a un escenario menos favorable. Para Argentina y Uruguay, la coyuntura representa una oportunidad, pero también un llamado a fortalecer la competitividad y la diversificación de mercados.
Las decisiones de Estados Unidos impactan globalmente en la cadena de la carne vacuna, y la región debe prepararse para un mercado más dinámico, con mayores riesgos y también oportunidades.