Por Agroempresario.com
En un escenario marcado por el fuerte incremento de importaciones y un déficit creciente con China, el sector energético se consolida como el sostén clave del superávit comercial argentino. Gracias al avance de Vaca Muerta, la balanza energética cerró el primer semestre de 2025 con un superávit de USD 3.167 millones, una cifra que podría alcanzar niveles récord hacia fin de año, aún con precios internacionales deprimidos.
El aporte del complejo energético se volvió fundamental para el equilibrio externo del país, sobre todo ante el salto interanual de 34,6% en las importaciones, impulsadas por la reactivación del sector industrial y automotor, la mayor demanda de bienes de capital y la apertura comercial promovida por el Gobierno nacional.
Mientras la balanza comercial total de bienes cerró el semestre con un superávit de USD 2.788 millones —muy por debajo de los USD 10.742 millones registrados en el mismo período de 2024—, el sector energético no solo compensó buena parte de ese desequilibrio, sino que se proyecta como el gran generador neto de divisas para el resto del año.
A pesar de los precios deprimidos del petróleo —con un barril Brent por debajo de los USD 70—, las exportaciones desde Vaca Muerta alcanzaron niveles cercanos a los 400.000 barriles diarios, generando ingresos por USD 739 millones solo en junio, según detalló el economista Nicolás Gadano.
Esta dinámica permitió reducir significativamente las importaciones energéticas gracias al Gasoducto Presidente Perito Moreno y potenciar la capacidad exportadora del país, aportando dólares genuinos a una economía que los necesita con urgencia.
Uno de los datos más preocupantes del comercio exterior argentino en 2025 es el salto en el déficit bilateral con China. En los primeros seis meses del año, ese rojo se multiplicó por cinco: pasó de USD 1.020 millones en 2024 a USD 5.227 millones.
Esto se debe al crecimiento acelerado de las importaciones desde el gigante asiático, que registraron un aumento del 92,1% interanual. Según la consultora LCG, si bien Brasil sigue siendo el principal socio comercial (USD 9.306 millones en importaciones), China muestra un dinamismo que amenaza con desbalancear aún más las cuentas externas.
La apertura importadora y la apreciación cambiaria generan presiones adicionales que solo se compensan —parcialmente— con los superávits energéticos y agroindustriales.
Las proyecciones más optimistas estiman que la balanza energética podría cerrar el año con un superávit de entre USD 6.000 y USD 8.000 millones. Incluso los escenarios conservadores esperan que se superen los USD 6.081 millones de saldo positivo de 2006, el mayor registrado hasta la fecha.
Según los datos recopilados por el exsecretario de Energía, Daniel Montamat, el superávit energético en los últimos doce meses (junio 2024 – junio 2025) ya supera los USD 6.500 millones. El cambio estructural que representa Vaca Muerta, junto con el nuevo gasoducto y la mejora en infraestructura, permite proyectar un aporte sostenido para los próximos años.
Además del saldo positivo en la balanza comercial, las empresas vinculadas al yacimiento neuquino también comienzan a dinamizar la cuenta financiera. Un caso emblemático es el reciente préstamo sindicado por USD 2.000 millones que obtuvo el consorcio VMOS S.A. para financiar un nuevo oleoducto.
Este consorcio está integrado por pesos pesados del sector como YPF, Pluspetrol, Pan American Energy, Pampa Energía, Vista, Chevron Argentina, Shell Argentina y Tecpetrol, junto con Gas y Petróleo del Neuquén (GyP). Este tipo de financiamiento no sólo impulsa las exportaciones futuras, sino que también genera confianza en los mercados de capitales.
El programa económico del presidente Javier Milei encuentra en el complejo energético y la minería dos pilares claves para sostener la estabilidad macroeconómica. Si bien la eliminación de restricciones a las importaciones favoreció la recuperación de ciertos sectores productivos, también incrementó la necesidad de dólares para sostener el tipo de cambio y evitar presiones inflacionarias.
“La estacionalidad del segundo semestre suele deteriorar la balanza comercial, pero este año ese deterioro será compensado por el salto energético”, anticipó la consultora LCG. La industria hidrocarburífera se convierte así en una herramienta de política económica más allá de su rol productivo.
Aunque el desempeño de Vaca Muerta es alentador, persisten riesgos que pueden afectar el superávit comercial. La baja en los precios internacionales del crudo, la dependencia de la infraestructura energética y la posibilidad de un recrudecimiento de la demanda de divisas podrían presionar las cuentas externas.
No obstante, el desarrollo sostenido del sector energético sigue siendo una de las pocas oportunidades de mediano plazo para que Argentina genere divisas de forma estructural. Si se acompaña con mejoras logísticas, expansión de capacidad instalada y previsibilidad normativa, su potencial podría ser aún mayor.