Por Agroempresario.com
China continúa ampliando su influencia en América Latina, y Brasil se ha convertido en un punto clave para sus ambiciosos planes geopolíticos. En los últimos meses, el país asiático ha centrado su estrategia en dos sectores fundamentales para expandir su presencia: el financiero y el militar. Con la ayuda de grandes conglomerados como Norinco, Beijing ha tejido alianzas estratégicas con el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, utilizando tanto la diplomacia económica como la cooperación en defensa para posicionarse como un actor fundamental en la región.
Una de las piezas fundamentales de la estrategia de Beijing en Brasil es el fortalecimiento de los lazos económicos. En el ámbito financiero, China ha estado consolidando su presencia en el país sudamericano con iniciativas clave. Recientemente, el banco brasileño Master se convirtió en el primer banco de América Latina en unirse al Sistema Interbancario Internacional Chino (CIPS). Este sistema facilita las transacciones internacionales en monedas distintas al dólar, especialmente el renminbi (yuan), ofreciendo una alternativa a los sistemas tradicionales como SWIFT, dominados por Occidente.
El interés de China en Brasil también se extiende a otros sectores financieros. El economista Hugo Queiroz, en un artículo para el sitio web de noticias de Claudio Dantas, alertó sobre las implicaciones políticas de esta expansión. A través de la integración de sistemas de pago como UnionPay, China no solo está buscando un campo de expansión comercial, sino que también tiene un fuerte componente político. En este contexto, la posible creación de una moneda alternativa al dólar para las transacciones internacionales, impulsada por el presidente Lula, está alineada con la línea estratégica de los BRICS, un bloque de países emergentes que desafían el orden económico global liderado por Occidente.
La cooperación con China en el sector financiero se inserta en un marco más amplio de estrechamiento de relaciones entre ambos países. En el pasado reciente, Brasil ha sido cada vez más abierto a las inversiones chinas, especialmente en el ámbito bancario y de telecomunicaciones. Esta tendencia ha atraído la atención de expertos que observan con preocupación cómo Beijing utiliza estos mecanismos para ganar influencia política y económica en la región.
Sin embargo, lo más alarmante para muchos analistas es la incursión de China en el sector militar en Brasil. Durante la visita del presidente brasileño Lula a China en mayo de este año, uno de los temas centrales fue la cooperación en defensa. Lula se reunió con Cheng DeFang, director ejecutivo de Norinco, un conglomerado chino que ha sido vinculado a actividades militares en varios conflictos internacionales. Este conglomerado está interesado en posicionar a Brasil como un centro clave de producción en América Latina, desafiando la histórica influencia de países como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido en la región.
Norinco, conocido por ser uno de los mayores fabricantes de armamento y equipos de defensa del mundo, ya tiene una relación complicada con Estados Unidos. En 2003, fue sancionada por el gobierno de George W. Bush debido a su participación en el desarrollo de misiles para Irán. A pesar de este historial, el grupo ha continuado ampliando su presencia internacional, y Brasil ha sido uno de los países donde ha intentado establecer una base más sólida. Durante las conversaciones en mayo, Norinco discutió la posibilidad de adquirir una participación en Avibras, la principal empresa brasileña de defensa, especializada en la fabricación de misiles y artillería de cohetes para las fuerzas armadas brasileñas.
La adquisición de Avibras permitiría a Norinco entrar en el mercado de defensa de Brasil, una de las mayores economías de América Latina. A través de esta operación, el gigante chino podría ofrecer al Ejército brasileño armamento pesado, como el sistema de artillería antiaérea Sky Dragon 50 GAS2, capaz de proteger ciudades enteras. Además, Norinco ha propuesto la fabricación local de su tanque VT4 en Brasil, lo que permitiría una mayor integración de la industria de defensa nacional.
El gobierno brasileño, a pesar de las preocupaciones de algunos sectores, no ha cerrado la puerta a las inversiones chinas en el sector de defensa. El jefe de gabinete de Lula, Rui Costa, señaló que no se oponen a la participación de Norinco en Avibras, dejando en claro la disposición del gobierno brasileño a permitir la expansión china en este campo sensible. Sin embargo, algunos analistas militares, como el profesor Robert Evan Ellis, del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, han alertado sobre los riesgos de esta cooperación. Según Ellis, la creciente presencia militar de China en América Latina podría ser utilizada por el Ejército Popular de Liberación (EPL) para obtener conocimientos sobre las instituciones militares de la región y, en el futuro, proyectar influencia en caso de una confrontación con Estados Unidos.
Mientras China se expande en Brasil, las relaciones con Estados Unidos se han vuelto más complejas. A pesar de la cercanía política de Brasil con China, especialmente bajo el gobierno de Lula, Brasil ha mantenido históricamente una relación fuerte con Washington, especialmente en el ámbito militar. Las fuerzas armadas brasileñas han llevado a cabo ejercicios conjuntos con Estados Unidos, como el que se prevé para finales de este año en el estado de Pernambuco, en el noreste de Brasil. Además, Brasil ha adquirido equipos militares de Estados Unidos, como 12 helicópteros Black Hawk y misiles Javelin, lo que demuestra la importancia de mantener una alianza estratégica con Washington.
Sin embargo, la creciente influencia china en Brasil está generando tensiones internas en las fuerzas armadas del país, que temen que la creciente presencia china en el sector de defensa pueda socavar la relación con Estados Unidos. La posibilidad de que Brasil se alinee más con China, especialmente en términos de defensa y seguridad, podría traer consigo un impacto negativo en las relaciones con Washington, que ya ha mostrado su descontento con la expansión de China en América Latina.
El contexto geopolítico actual también ha dado lugar a preocupaciones en el sector bancario, donde la creciente influencia china, a través del sistema de pagos CIPS, podría desplazar a las instituciones financieras estadounidenses. Como se mencionó anteriormente, la entrada de Brasil en el sistema CIPS podría alterar el orden financiero global y cambiar la dinámica de las relaciones internacionales, especialmente con Estados Unidos.
Desde la perspectiva china, la cooperación militar con América Latina, y en particular con Brasil, forma parte de un plan estratégico más amplio, plasmado en los libros blancos sobre defensa de China publicados en 2015 y 2019. En 2022, China lanzó la Iniciativa de Seguridad Global (GSI), con la intención de ofrecer a los países del Sur Global una alternativa al orden internacional liderado por Estados Unidos. En este marco, Brasil juega un papel clave como líder regional que puede facilitar la expansión de la influencia china en la región.
Xi Jinping, durante la reunión ministerial del Foro China-CELAC en mayo de este año, invocó la GSI como un medio para crear una "Zona de Paz" en las Américas. Esta iniciativa se basa en una cooperación reforzada entre China y América Latina para contrarrestar el terrorismo, combatir el crimen organizado, promover la seguridad cibernética y ofrecer asistencia en caso de desastres naturales. A través de esta cooperación, China busca estrechar sus lazos con países clave en América Latina, con Brasil a la cabeza.
En resumen, la expansión de China en Brasil es un proceso multidimensional que abarca desde la cooperación económica y financiera hasta el fortalecimiento de la presencia militar. A través de su colaboración con empresas chinas como Norinco y la integración de Brasil en su sistema financiero, Beijing busca consolidar a Brasil como su puerta de entrada a América Latina. Si bien algunos sectores brasileños se sienten atraídos por las inversiones chinas, las fuerzas armadas y el sector empresarial tradicional del país se muestran cautelosos ante las implicaciones geopolíticas de una mayor relación con China. Mientras tanto, Estados Unidos observa con preocupación cómo su influencia en la región sudamericana puede verse erosionada por el ascenso de Beijing.