Por Agroempresario.com
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó este miércoles por la noche un decreto que establece un nuevo régimen global de aranceles recíprocos, con porcentajes que oscilan entre el 10% y el 41% para decenas de países. El anuncio encendió las alertas en varias economías exportadoras, incluida la Argentina, que aún aguarda definiciones concretas, pero continúa negociando un trato preferencial con la Casa Blanca.
Desde el Gobierno nacional aseguraron que las conversaciones bilaterales “siguen en curso” y que podría haber novedades en las próximas horas. Si bien aún no hay datos oficiales sobre los productos argentinos alcanzados ni los porcentajes exactos, la expectativa se centra en lograr que el país mantenga un arancel del 10% para la mayoría de sus exportaciones hacia Estados Unidos.
Según lo informado por la Casa Blanca, el nuevo régimen establece un arancel universal del 10% para los países con superávit comercial frente a EE.UU. En cambio, aquellos que mantienen un déficit, como el caso de Argentina, se enfrentarían a un piso arancelario del 15%. De confirmarse este escenario, el país se vería afectado, aunque no tan severamente como otros países latinoamericanos como Brasil, que enfrenta aranceles del 50% en determinados productos.
Más de 40 naciones estarán sujetas al nuevo arancel del 15%, que funcionará como mínimo para quienes venden más de lo que compran desde EE.UU. Este porcentaje será menor que las tarifas del 2 de abril, cuando Trump lanzó el llamado “Día de la Liberación” económica, pero mayor para otros que estaban en mejor posición hasta el momento.
En el Ejecutivo argentino interpretan que, si los productos nacionales logran ubicarse en el rango del 10% al 15%, excluyendo sectores como el aluminio y el acero que continuarían con tarifas más altas, se trataría de un escenario relativamente favorable en comparación con otros países de la región.
El decreto firmado por Trump apunta a reducir el déficit comercial estadounidense con varios bloques económicos y países específicos. Esta estrategia busca incentivar la producción local y reconfigurar el comercio exterior de acuerdo con los intereses de Washington, especialmente en el marco de su campaña de reelección.
El mandatario estadounidense justificó la decisión amparándose en la Ley de Poderes Económicos en Caso de Emergencia Internacional de 1977, la misma que había invocado en abril para lanzar el primer paquete de aranceles globales.
En su discurso, Trump mencionó a países como India, señalando que las diferencias geopolíticas y su cercanía con Rusia dentro del grupo BRICS complican las relaciones comerciales. En el caso de China, aclaró que aún no se ha tomado una decisión definitiva sobre un régimen arancelario específico.
El nuevo esquema implica ajustes para decenas de países. Algunos ejemplos destacados del nuevo cuadro arancelario son:
La lista completa incluye a más de 60 naciones, entre ellas países africanos, asiáticos y latinoamericanos, que ahora deberán rediseñar sus estrategias de comercio exterior frente al nuevo panorama.
Uno de los casos más complejos es el de Brasil. Trump firmó la semana pasada una orden ejecutiva que impone un arancel del 50% sobre sus exportaciones, aunque con excepciones. Quedan exentas de esta medida varias de las principales exportaciones brasileñas, como aviones, jugo de naranja y productos energéticos.
El Ministerio de Fomento, Industria, Comercio y Servicios de Brasil afirmó que “el 44,6% de las exportaciones brasileñas a Estados Unidos están exentas del arancel adicional”. A pesar de esta salvedad, el país enfrenta un panorama adverso en sectores clave, y la medida se interpreta como una respuesta al procesamiento judicial del expresidente Jair Bolsonaro, lo que según EE.UU. justifica la “emergencia económica”.
En este contexto, Argentina continúa sus gestiones diplomáticas para evitar un impacto negativo en sectores estratégicos. Las exportaciones agrícolas, industriales y tecnológicas son claves en la relación bilateral con EE.UU., y el Gobierno apuesta a que el nuevo régimen contemple la situación argentina de manera diferenciada.
Fuentes oficiales indicaron que, de mantenerse el arancel en torno al 10% para la mayoría de los productos, se lograría preservar la competitividad de las exportaciones argentinas, algo especialmente relevante en un contexto global desafiante para el comercio exterior.
Sectores como la agroindustria, la minería y la industria alimentaria podrían verse particularmente afectados si las condiciones arancelarias se endurecen. Por eso, las negociaciones apuntan a preservar la continuidad de las exportaciones en condiciones relativamente ventajosas frente a otras economías emergentes.
Más allá del impacto puntual en los aranceles, el nuevo esquema lanzado por Trump confirma la intención del gobierno norteamericano de reconfigurar el mapa comercial global. Las tensiones con China, las diferencias geopolíticas con India y la presión sobre América Latina marcan una etapa de alta volatilidad para el comercio internacional.
En este contexto, la Argentina se encuentra en una posición delicada pero con margen de maniobra. La clave estará en lograr un acuerdo puntual que mantenga la fluidez de las exportaciones, sin incurrir en sobrecostos que afecten la competitividad de sus productos.
El impacto final de la medida se conocerá en los próximos días, cuando Washington publique la lista definitiva de productos y países afectados. Mientras tanto, el Gobierno argentino continúa sus gestiones para evitar consecuencias económicas más severas.