Por Agroempresario.com
Durante el primer semestre de 2025, Argentina quedó relegada como único país del Mercosur que redujo sus exportaciones de carne vacuna en comparación con el mismo período de 2024. Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el volumen total exportado alcanzó las 312.600 toneladas peso producto, lo que representa una caída del 16,4% interanual. Esta cifra, que no contempla la deducción de huesos provenientes del desposte, también está por debajo del registro de 2023, consolidando una tendencia negativa en la performance exportadora nacional.
Este desempeño contrasta fuertemente con el resto de los países del bloque regional. Brasil, principal jugador del mercado, registró un aumento interanual del 13%, alcanzando un récord de 1.287.000 toneladas exportadas. Paraguay y Uruguay también mostraron signos de recuperación, con alzas del 12% y 4% respectivamente. En este contexto, Argentina se posiciona como la única excepción negativa, a pesar de haber mostrado una leve recuperación en junio.
Ese mes, las exportaciones argentinas totalizaron 61.500 toneladas peso producto, lo que implicó un aumento del 12,7% respecto a mayo y un 4,5% más que en junio de 2024. Sin embargo, este repunte no fue suficiente para revertir el saldo semestral negativo. La pérdida de competitividad en términos de volumen se ve agravada por factores internos, entre ellos la inestabilidad económica, la presión fiscal sobre el sector y la falta de incentivos claros para los exportadores.
No obstante, los ingresos por exportaciones no se desplomaron gracias al incremento de los precios internacionales. En junio, el valor promedio por tonelada embarcada fue un 40% superior al registrado en igual mes de 2024, lo que permitió alcanzar una facturación estimada en 320,5 millones de dólares, según datos del Indec. Este valor ubica a la Argentina como el país con mayor incremento interanual en el precio por tonelada exportada dentro del Mercosur, con una suba del 34%, por encima de Uruguay y Paraguay (18%) y Brasil (13%).
La BCR señala que “el monto facturado y los buenos valores que ofrece actualmente el mercado internacional permiten compensar los menores volúmenes”, aunque advierte que el país no ha sabido capitalizar el escenario favorable de precios debido a su baja performance en volúmenes exportados. La demanda externa, especialmente de cortes deshuesados, se mantiene firme, con Estados Unidos como uno de los principales compradores. Sin embargo, en junio se registró una leve baja en el precio promedio general, atribuida al mayor peso de las compras chinas de carnes congeladas de menor valor.
Las causas de la caída en el volumen exportado son múltiples y van desde cuestiones macroeconómicas locales hasta decisiones estratégicas de política comercial. A ello se suma la incertidumbre global que atraviesa el comercio internacional de alimentos. “El panorama se torna verdaderamente incierto en cuanto a las reglas de juego con las que deberá desenvolverse el mercado mundial en los próximos meses”, advierte la BCR. En particular, se espera que agosto sea un mes clave por las decisiones comerciales que adopten Estados Unidos y China, actores fundamentales en el tablero internacional de la carne.
A pesar de este contexto complejo, los fundamentos del mercado cárnico global siguen siendo sólidos. Según el informe conjunto FAO-OCDE (Agricultural Outlook 2025-2034), se proyecta un incremento sostenido de precios en el corto y mediano plazo. La tensión actual del mercado, marcada por restricciones de oferta y alta demanda, impulsa esta tendencia alcista. “Las proyecciones del organismo anticipan aumentos significativos de precios como resultado de la tensa transición que atraviesa actualmente el mercado, hasta que los principales países productores logren ingresar en una fase de expansión de su oferta tras la recomposición de los rodeos”, concluye el reporte.
En definitiva, si bien Argentina logra mantenerse a flote en términos de ingresos gracias a los buenos precios internacionales, su retroceso en volumen exportado plantea un desafío estructural que requiere políticas activas, estabilidad regulatoria y una estrategia a largo plazo para recuperar competitividad en un mercado global que sigue demandando carne vacuna de calidad.