Por Agroempresario.com
La economía china mostró en julio señales de desaceleración generalizada, con la actividad fabril, la inversión y las ventas minoristas por debajo de lo esperado, lo que evidencia los efectos acumulados de la guerra comercial con Estados Unidos y de las medidas internas de control de la competencia. La Oficina Nacional de Estadística (NBS, por sus siglas en inglés) informó que la producción en fábricas y minas aumentó un 5,7% interanual, el crecimiento más lento desde noviembre pasado, comparado con el 6,8% de junio.
Las ventas minoristas también se desaceleraron, creciendo apenas un 3,7% interanual, el nivel más bajo del año y por debajo del 4,8% registrado el mes anterior. Por su parte, la expansión de la inversión en activos fijos durante los primeros siete meses del año se ubicó en 1,6%, reflejando la contracción del sector inmobiliario, mientras que la tasa de desempleo urbano subió al 5,2%, superando las previsiones.
Según Homin Lee, macroestratega senior de Lombard Odier en Singapur, “los principales indicadores económicos de julio sugieren que el declive arancelario del país ha comenzado. La pérdida de impulso, evidente tanto en los indicadores de demanda como de oferta, exige un ajuste de la política fiscal a mitad de año”.
Los mercados reaccionaron con cautela: el índice Hang Seng China Enterprises cerró con una baja del 1%, mientras que el CSI 300 onshore avanzó un 0,7%. El yuan offshore permaneció estable y el rendimiento de los bonos gubernamentales a 10 años disminuyó ligeramente. Los inversores se muestran expectantes ante la posibilidad de nuevas medidas de estímulo que compensen la desaceleración.
La desaceleración responde a varios factores simultáneos. Por un lado, las políticas de Beijing para frenar la feroz competencia entre empresas han limitado nuevas inversiones en sectores con sobrecapacidad o intensa rivalidad, un fenómeno conocido como involución. Por otro lado, los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump afectan las exportaciones y generan incertidumbre en los negocios internacionales.
Las condiciones climáticas extremas también contribuyeron a la merma en la actividad económica. Temperaturas elevadas, lluvias intensas e inundaciones afectaron fábricas, minas y proyectos de construcción, incrementando las interrupciones de julio, un mes tradicionalmente lento para la economía china.
El crecimiento de los nuevos préstamos en yuanes se contrajo por primera vez en 20 años, reflejando una menor disposición de empresas y consumidores a endeudarse y gastar. Esto limita la capacidad de la economía de sostener el consumo interno y la inversión privada, cruciales para mantener la dinámica de crecimiento en medio de la ralentización del comercio internacional.
La inversión en manufactura, bienes raíces e infraestructuras mostró una caída generalizada en julio, un fenómeno que Jacqueline Rong, economista jefe para China de BNP Paribas SA, calificó como “extremadamente inusual”. La desaceleración se atribuye a un control más estricto sobre nuevas inversiones en sectores saturados y a la cautela de los inversores ante la incertidumbre económica y comercial.
La inversión privada acumulada en los primeros siete meses del año disminuyó un 1,5% respecto al mismo período de 2024, la peor lectura desde septiembre de 2020. Esta tendencia evidencia el impacto de la política fiscal y monetaria restrictiva, así como de los desafíos estructurales en la economía, incluyendo la sobrecapacidad industrial y las limitaciones en los mercados inmobiliarios locales.
El consumo interno muestra signos de desaceleración. Las ventas minoristas de electrodomésticos, materiales de oficina y muebles se desaceleraron en julio, mientras que las ventas de automóviles cayeron un 1,5% respecto al mismo período del año anterior, la primera contracción desde principios de año. Algunos gobiernos locales enfrentaron déficits en sus programas de subsidios a partir de junio, hasta que la agencia de planificación económica del país asignó fondos adicionales a finales de julio.
El gobierno chino implementó medidas de estímulo orientadas a sostener la demanda interna. Entre ellas, se incluyen subsidios parciales a los pagos de intereses de ciertos préstamos al consumo, la eximición gradual de cuotas preescolares y apoyos al cuidado infantil, con el objetivo de aliviar la carga de las familias y fomentar el consumo. Ding Shuang, analista de Standard Chartered Plc, indicó que estas iniciativas buscan evitar una recesión más profunda y podrían ampliarse para incluir más bienes y servicios si la desaceleración se prolonga.
Pekín adoptó un enfoque cauteloso, evitando grandes paquetes de estímulo masivo, y enfocándose en medidas de control para frenar la competencia desleal entre empresas. La campaña de regulación ha atraído la atención de inversores, dado su impacto potencial en sectores estratégicos como acero, energía solar y vehículos eléctricos.
El ajuste de política fiscal y monetaria se ha vuelto más relevante, dado que la economía china enfrenta un contexto de desaceleración global y tensiones comerciales con Estados Unidos. Los analistas prevén que, si los datos de agosto muestran un desempeño inferior a las expectativas, podrían implementarse medidas de apoyo adicionales entre finales de septiembre y principios de octubre para impulsar la actividad en el último trimestre del año.
La desaceleración china tiene repercusiones internacionales significativas. La menor demanda de materias primas afecta a exportadores de commodities, incluyendo metales, energía y productos agrícolas. Además, la reducción en la inversión y el consumo podría impactar en la cadena global de suministro, afectando tanto a empresas multinacionales como a mercados emergentes que dependen de las exportaciones a China.
Xiaojia Zhi, economista jefe para China del Credit Agricole CIB en Hong Kong, advirtió que “los datos de la actividad económica probablemente mostrarán más señales de desaceleración del crecimiento, quizás incluso a un ritmo más rápido en los próximos meses”. La continuidad de la guerra comercial y las políticas internas de control industrial representan riesgos adicionales para el crecimiento y la estabilidad financiera global.
Frente a este panorama, expertos recomiendan monitorear de cerca los indicadores de consumo, inversión y empleo para anticipar ajustes en las políticas económicas. La combinación de estímulos selectivos, apoyo a la inversión productiva y medidas para incentivar el consumo interno puede contribuir a mitigar el impacto de la desaceleración.
El control de la involución industrial y la implementación de políticas que eviten el sobreendeudamiento son claves para mantener la estabilidad financiera y fomentar un crecimiento más sostenible. Asimismo, la coordinación entre los gobiernos locales y el gobierno central será esencial para garantizar la efectividad de los programas de subsidios y estímulo.
En resumen, la economía china enfrenta un periodo de desaceleración marcado por múltiples factores: la guerra comercial con Estados Unidos, políticas internas de regulación y control de la competencia, condiciones climáticas adversas y menor disposición al endeudamiento y consumo. Aunque Pekín mantiene medidas de apoyo planificadas, los analistas advierten que será necesario un monitoreo constante y, potencialmente, ajustes adicionales para asegurar que la segunda economía mundial mantenga su ritmo de crecimiento y estabilidad en los próximos meses.