Por Agroempresario.com
El Gobierno argentino avanza con un paquete de medidas económicas que buscan absorber la liquidez sobrante del sistema financiero y, de esa manera, reducir presiones sobre la inflación y el mercado cambiario. Bajo la premisa de “puro pragmatismo”, el Ministerio de Economía, encabezado por Luis Caputo y con la coordinación de Pablo Quirno en la Secretaría de Finanzas, pondrá en marcha una operación de deuda para retirar del mercado $5,8 billones que no fueron colocados en la última licitación de Letras.
Al mismo tiempo, el Banco Central (BCRA) dispuso un incremento de los encajes bancarios, con el objetivo de inmovilizar parte de los depósitos y evitar que esos fondos alimenten la volatilidad en el dólar o incrementen la presión inflacionaria. Desde el Gobierno remarcan que la medida “no es contra los bancos”, sino un paso necesario para ordenar el flujo monetario en un contexto pre electoral marcado por la incertidumbre.
La Secretaría de Finanzas lanzará este lunes títulos ajustados a la tasa TAMAR, equivalente a la de los plazos fijos mayoristas, con vencimiento el 28 de noviembre. Estos instrumentos estarán dirigidos exclusivamente a bancos, en operaciones de cartera propia. Según Quirno, se trata de una estrategia táctica para evitar que los pesos que quedaron en circulación tras el desarme de las Letras Financieras (Lefis) busquen refugio en el dólar o presionen sobre los precios.
El funcionario explicó que no se trata de una reacción improvisada, sino de un plan articulado que busca mantener el control sobre el excedente monetario: “No vamos a correr el riesgo de que esos pesos sin demanda se transformen en presión inflacionaria. Es una decisión de prudencia, no de apuro”, señaló en declaraciones públicas.
El BCRA implementó la estrategia con un aumento de cinco puntos en los encajes para depósitos a la vista, pases y cauciones de los bancos más grandes. Además, se reemplazó el esquema de integración promedio mensual por uno de cumplimiento diario, lo que obliga a las entidades a sostener un mayor nivel de inmovilización de fondos.
La medida, aunque eficaz para restringir liquidez, implica un desafío adicional para los bancos, que ya no podrán compensar desvíos de un día a otro. Consultoras privadas como LCG advirtieron que este esquema podría generar más volatilidad en el sistema financiero y, en última instancia, impactar en la actividad económica.
El endurecimiento monetario tendrá un efecto directo en el costo del crédito. Con tasas de interés en ascenso, los bancos enfrentan el dilema de restringir préstamos o trasladar los mayores costos a los clientes, lo que podría desacelerar la inversión y el consumo.
Desde la consultora 1816 señalaron que “no está claro qué indicador utiliza el Banco Central para definir sus operaciones”, y advirtieron que la política actual, basada en no fijar pisos ni techos claros para las tasas, podría generar señales contradictorias al mercado.
En tanto, Suramericana —fundada por el exministro Martín Guzmán— alertó que el Gobierno prioriza absorber pesos a costa de encarecer la deuda del Tesoro y limitar la recuperación de la actividad. “El riesgo es que la economía llegue a las elecciones en un clima de tensión financiera y con menor dinamismo productivo”, detallaron en su último informe.
El equipo económico defiende la estrategia como un mecanismo preventivo frente a la inflación, más que como un plan de contención cambiaria. Para Quirno, el foco está en evitar que los pesos sobrantes se conviertan en “combustible” para una suba de precios en un contexto electoral.
Sin embargo, analistas privados destacan que la política puede tener un efecto contractivo sobre la economía real. Invecq advirtió que los vencimientos de deuda en pesos que restan este mes superan los $9 billones, lo que exigirá nuevas maniobras de absorción que podrían consolidar tasas altas y desalentar el crédito productivo.
El sector financiero recibió la batería de medidas con una mezcla de sorpresa y cautela. En la City porteña, algunos analistas consideran que el Gobierno busca ganar tiempo hasta las elecciones, mientras otros ven un riesgo de “sobrerreacción” que podría enfriar aún más la economía.
LCG definió la secuencia de las últimas semanas como una “comedia monetaria”, en la que las reglas de juego cambiaron de manera constante, afectando la previsibilidad del mercado. Según esta consultora, la incertidumbre no es gratuita: “Las tasas de interés posiblemente se ubiquen más altas de lo necesario para estimular la demanda de pesos y contener la dolarización”.
El concepto de “puro pragmatismo”, repetido por el equipo económico, refleja la decisión de no dejar márgenes a la especulación en un escenario donde los pesos sin demanda representan un riesgo. En paralelo, la estrategia busca enviar señales de disciplina fiscal y monetaria a los mercados internacionales, clave para sostener la confianza de los inversores.
No obstante, el dilema persiste: mientras se refuerza el anclaje monetario, se posterga el desafío de impulsar una recuperación económica sostenible. La estrategia oficial puede tener éxito en contener tensiones inmediatas, pero al costo de dejar un terreno más áspero para el crédito, la inversión y el crecimiento.