Por Agroempresario.com
En 1984, Argentina y Brasil compartían un escenario de paridad productiva: ambos países cosechaban volúmenes similares de granos. Sin embargo, cuatro décadas después, Brasil produce más del triple de lo que obtiene Argentina, según un informe del Cippec. La diferencia evidencia cómo trayectorias divergentes en políticas agrícolas, inversión y apoyo al productor marcaron la evolución del campo sudamericano.
El documento de Cippec destaca que esta brecha no es casualidad, sino consecuencia de decisiones estratégicas en cada país. “Una de las explicaciones de ese desacople fue la diferencia en la calidad, consistencia y orientación de las políticas económicas y productivas aplicadas al sector agropecuario”, sostiene el estudio.
Argentina atravesó ciclos de apertura y desregulación, seguidos por períodos de fuertes restricciones al comercio y controles internos, lo que generó un desfase entre precios locales e internacionales. En los años noventa, la liberalización del agro, la inserción en el Mercosur y la entrada a la OMC ampliaron la proyección internacional. Sin embargo, con el tiempo, medidas como impuestos a las exportaciones, cuotas, aranceles y controles de precios internos afectaron la rentabilidad del sector.
Según Cippec, “la relación insumo-producto se deterioró: se redujeron los márgenes de ganancia, bajó la inversión y se frenó la adopción de nueva tecnología”. A partir de 2011, con la instauración del cepo cambiario y los derechos de exportación elevados, el agro argentino adoptó una lógica defensiva: preservar la actividad en lugar de expandirla.
Brasil, en contraste, consolidó el agro como motor de desarrollo. Su estrategia de largo plazo combinó expansión del área cultivada con mejoras sostenidas en productividad, impulsadas por tecnología, financiamiento y asistencia técnica. Políticas públicas clave, como el Plano Safra, proporcionan financiamiento subsidiado y herramientas para productores de distintas escalas. El Pronaf apoya la agricultura familiar y el Moderfrota otorga crédito para modernización tecnológica mediante maquinaria.
El resultado fue un marco favorable para los productores brasileños. De acuerdo con Agrimonitor, del BID, Brasil mantuvo niveles positivos de apoyo al productor (PSE), mientras que Argentina mostró valores negativos de manera persistente, ubicándose en 2023 en el último lugar del ranking global.
El desarrollo agrícola brasileño fue acompañado por la expansión de ciudades intermedias que actuaron como polos de dinamismo económico. Goiânia, por ejemplo, alcanzó en tres décadas una población similar a la de Córdoba, reflejando cómo la urbanización intermedia consolida el entramado económico rural.
El informe de Cippec identifica varios factores detrás del rezago relativo de Argentina: políticas inconsistentes, alta presión fiscal sobre el agro, falta de incentivos sostenidos y limitada inversión en innovación tecnológica. La combinación de estos elementos impactó en la competitividad y generó un atraso en la adopción de nuevas herramientas productivas, mientras Brasil avanzaba con programas integrales y previsibles.
Además, los ciclos de intervención y control de precios desincentiva la inversión privada y afectaron la expansión de cultivos estratégicos. El resultado fue que la Argentina, pese a mantener capacidades técnicas y una base productiva sólida, quedó en desventaja frente a la trayectoria sostenida y planificada del vecino brasileño.
El informe señala que Argentina aún cuenta con margen de acción para recuperar competitividad. “Hoy, con una macro más estable, tenemos una nueva oportunidad para producir más con más”, indica Cippec. El diagnóstico resalta que la red de productores locales sostuvo la actividad incluso en condiciones adversas, generando impacto en transporte, servicios, industria y tecnología.
La clave, según el estudio, es abandonar la estrategia defensiva de “producir lo mismo con menos” y adoptar una ofensiva de “producir más con más”, mediante más inversión, mayor articulación público-privada y mejoras en productividad. Esto implica alinear capacidades, fortalecer competitividad y remover trabas regulatorias que limitan el potencial del agro argentino.
Asimismo, Cippec recomienda enfocarse en innovación tecnológica, acceso a crédito eficiente, políticas fiscales predecibles y programas de asistencia al productor, para consolidar un escenario que favorezca la expansión y modernización del sector. La integración de estos elementos permitirá que Argentina recupere terreno frente a Brasil y optimice su contribución al desarrollo económico del país.