Por Agroempresario.com
Cada 18 de agosto se conmemora el Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales, una fecha que adquiere especial relevancia en el contexto del cambio climático. Los incendios forestales, impulsados por olas de calor, sequías prolongadas y vegetación vulnerable, representan un desafío creciente en todo el mundo, con impactos ambientales, sociales y económicos significativos. Europa, América y otras regiones enfrentan cada año temporadas más largas y graves de fuego, lo que subraya la urgencia de implementar estrategias de prevención eficaces.
El cambio climático altera múltiples variables que determinan la ocurrencia y propagación de incendios. El aumento de las temperaturas, tanto diurnas como nocturnas, junto con sequías persistentes y olas de calor extremas, favorece que los incendios se propaguen más rápido y sean más intensos. La NASA señala que los satélites Terra y Aqua detectan incendios forestales activos dos veces al día, y el análisis de datos de 21 años muestra un incremento en frecuencia, intensidad y extensión de los fuegos a nivel global.
La prolongación de las temporadas de incendios se observa en regiones como el oeste de Estados Unidos, México, Brasil y África Oriental, donde las temporadas se han extendido más de un mes en las últimas tres décadas. La Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA) explica que primaveras más cálidas, veranos más secos y vegetación vulnerable contribuyen a la extensión de estas temporadas.
El cambio de patrones de lluvia y el adelanto del deshielo provocan suelos y vegetación más secos. Los incendios, a su vez, liberan dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, creando un círculo vicioso que agrava la crisis climática. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) alerta que “las emisiones de los incendios forestales cruzan fronteras y atraviesan continentes enteros”, afectando la salud de personas y ecosistemas.
El humo de los incendios contiene partículas finas (PM2,5) que representan un grave riesgo para la salud humana, especialmente durante exposiciones prolongadas. Problemas respiratorios, cardiovasculares y afectaciones al sistema inmunológico son algunos de los efectos reportados en diversas regiones afectadas por incendios.
En Europa, la situación es crítica. Según el Servicio de Cambio Climático Copernicus, el continente se calienta aproximadamente 0,53 °C por década desde mediados de los años 1990, convirtiéndose en la región que experimenta mayor aceleración térmica del planeta. En el primer semestre de 2025, más de 450.000 hectáreas fueron arrasadas por el fuego, el doble de lo registrado en 2024 durante el mismo período. Países como España, Portugal, Grecia y Turquía enfrentaron incendios simultáneos, evacuaciones masivas y perjuicios económicos significativos.
El Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea se activó 16 veces durante esta temporada, igualando el total del año anterior, movilizando aviones y recursos de distintos países. Los efectos trascienden fronteras: el humo contaminante afecta la calidad del aire en grandes extensiones, mientras que los daños materiales y económicos generan costos millonarios en infraestructura, turismo y agricultura.
Expertos coinciden en que la prevención es la medida más eficaz y menos costosa frente a los incendios forestales. “Históricamente se ha prestado mucha atención a la supresión, pero hay que invertir mucho más en prevención”, asegura Amy Duchelle, oficial forestal superior de la FAO. La prevención requiere ciencia, tecnología, políticas públicas y la participación activa de comunidades locales.
Algunas recomendaciones clave para individuos incluyen:
Estas medidas, combinadas con campañas de concienciación y monitoreo satelital, son esenciales para reducir la probabilidad de incendios y limitar su propagación.
El uso de sensores remotos, drones, inteligencia artificial y sistemas de alerta temprana ha permitido a los países afectados detectar focos activos más rápido y coordinar una respuesta más efectiva. Además, la cooperación internacional, como la movilización de bomberos y aviones cisterna entre Estados miembros de la UE, se vuelve indispensable en temporadas extremas.
La educación y participación ciudadana son complementos cruciales. Programas de capacitación en escuelas, comunidades rurales y parques nacionales ayudan a inculcar hábitos responsables y generan conciencia sobre los riesgos del fuego. Las autoridades recomiendan que la planificación urbana y forestal considere la creación de cortafuegos, manejo de combustibles vegetales y monitoreo constante de áreas de riesgo.
El Día de la Prevención de Incendios Forestales no solo recuerda la importancia de apagar fuegos, sino que resalta la necesidad de abordar sus causas subyacentes. El cambio climático, la deforestación y la urbanización desordenada aumentan la vulnerabilidad de ecosistemas y comunidades. Una estrategia integral combina:
Este enfoque permite reducir los impactos sociales, económicos y ambientales, y protege la biodiversidad de los territorios afectados. La acción temprana, la cooperación internacional y la responsabilidad individual son las herramientas más efectivas para prevenir desastres y salvaguardar vidas.
Cada incendio que se evita es un ecosistema protegido y un riesgo de salud pública disminuido. La clave está en anticiparse, comprender el papel del cambio climático y fortalecer la prevención mediante educación, tecnología y políticas adecuadas. La comunidad internacional enfrenta un desafío histórico: equilibrar la gestión del fuego, la protección de recursos naturales y el bienestar de las personas ante un clima que cambia rápidamente.
El Día de la Prevención de Incendios Forestales sirve como recordatorio anual de la urgencia de actuar de manera conjunta. La colaboración entre gobiernos, científicos, comunidades locales y ciudadanos es imprescindible para reducir la frecuencia, intensidad y alcance de los incendios, asegurando que los bosques y los territorios rurales puedan sostenerse y seguir brindando servicios ambientales y recreativos para futuras generaciones.