Por Agroempresario.com
Estados Unidos implementará desde el miércoles 27 de agosto un arancel del 50% sobre productos provenientes de India, tras sumar un aumento adicional del 25% a la tarifa ya vigente. La medida tiene como objetivo sancionar la compra de petróleo ruso por parte de India y genera preocupación sobre el impacto en sectores clave del comercio bilateral.
La escalada comercial entre Nueva Delhi y Washington se produce tras cinco rondas de negociaciones fallidas. La administración estadounidense, liderada por Donald Trump, argumenta que la medida responde a riesgos de seguridad nacional y a la participación de India en el comercio de petróleo ruso, que representa actualmente el 42% de sus importaciones energéticas.
Los aranceles impactan principalmente a textiles, alimentos procesados, metales industriales y diamantes, mientras que se excluyen productos en tránsito, ayuda humanitaria y bienes cubiertos por programas de reciprocidad comercial. Esta exclusión apunta a minimizar la interrupción de ciertos flujos esenciales, aunque exportadores advierten sobre pérdidas significativas frente a competidores como Bangladesh y Vietnam.
El vicepresidente estadounidense JD Vance calificó la política como un “apalancamiento económico agresivo” y señaló que se aplicarán sanciones secundarias para limitar los flujos financieros derivados del comercio energético con Rusia.
En respuesta al anuncio, el primer ministro Narendra Modi aseguró que protegerá los intereses de la nación y de los pequeños productores y exportadores. Fuentes del Ministerio de Comercio de India adelantaron que se implementarán planes de ayuda financiera, subsidios y apoyo a la diversificación de mercados para mitigar el impacto de los aranceles.
La reacción institucional busca reducir los riesgos sobre la economía nacional y garantizar la estabilidad de sectores estratégicos, especialmente textiles y metales industriales, que concentran buena parte de las exportaciones hacia Estados Unidos.
La entrada en vigor de estos aranceles modifica la dinámica de intercambio entre India y Estados Unidos. Expertos advierten que las cadenas de suministro deberán ajustarse, con impacto en precios, plazos de entrega y competitividad de las empresas indias. El comercio bilateral, que en 2024 alcanzó exportaciones por 87.300 millones de dólares, enfrenta ahora un escenario de incertidumbre.
Además de la carga fiscal directa, los aranceles generan efectos indirectos sobre los costos logísticos, las inversiones y la planificación de negocios a mediano plazo. Los exportadores tendrán que redefinir contratos, buscar mercados alternativos y evaluar medidas de eficiencia operativa para contrarrestar el efecto de los tributos.
A pesar de las tensiones, ambos países subrayaron su compromiso de fortalecer la cooperación en defensa, seguridad energética, exploración de minerales críticos y lucha contra el narcotráfico y terrorismo. Washington e India mantienen canales de diálogo dentro de foros multilaterales como el Quad, que incluye también a Australia y Japón, y se busca preservar el marco general de cooperación estratégica en Asia y el Indo-Pacífico.
El aumento del arancel provoca incertidumbre en los mercados financieros y comerciales. Analistas indican que los sectores más expuestos podrían experimentar cancelaciones de pedidos, retrasos en envíos y pérdida de competitividad frente a productores de países vecinos. La medida también puede derivar en negociaciones adicionales sobre acuerdos comerciales, tratados bilaterales de inversión y políticas de cooperación tecnológica.
India, por su parte, defiende la política energética que le permite adquirir crudo ruso a menor costo, argumentando que contribuye a la estabilidad interna de precios y seguridad energética. Sin embargo, la escalada tarifaria de Estados Unidos coloca presión sobre la política comercial y obliga a Nueva Delhi a buscar alternativas de diversificación de exportaciones y estrategias de mitigación.
Los analistas internacionales coinciden en que la medida no solo afectará las exportaciones inmediatas, sino que podría reconfigurar la relación comercial a largo plazo. El comercio bilateral dependerá de la capacidad de India de adaptarse, de la evolución del mercado energético global y de futuras negociaciones diplomáticas y económicas.