Por Agroempresario.com
Las elecciones en la provincia de Corrientes marcaron un antes y un después en el tablero político nacional. El gobernador Gustavo Valdés logró un triunfo contundente a través de la candidatura de su hermano, Juan Pablo Valdés, quien se impuso con más de 30 puntos de diferencia sobre sus rivales. En contrapartida, La Libertad Avanza vivió su peor escenario desde la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada: el espacio libertario terminó en cuarto lugar, con menos del 10% de los votos, pagando caro la fractura interna y la decisión de presentar un candidato propio sin alianzas estratégicas.
Este resultado, lejos de ser un hecho aislado, ofrece claves para comprender cómo se acomoda la política argentina en un año electoral decisivo.
El gobernador radical convirtió los comicios en un plebiscito de su gestión. La victoria de Juan Pablo Valdés no solo ratifica la fortaleza del oficialismo local, sino que también consolida el liderazgo del mandatario en el armado regional. El triunfo llega en un contexto complejo, con críticas por la crisis económica, la inflación y el caso Loan, el niño desaparecido que golpeó a la administración correntina.
Aun así, el resultado demostró que las estructuras provinciales siguen pesando fuerte frente a los proyectos nacionales. Tal como explicó la analista Shila Vilker (Trespuntozero), “los provincialismos mantienen un anclaje sólido en el electorado, más allá del desgaste natural de cualquier gestión”.
El gran derrotado de la jornada fue La Libertad Avanza, que quedó en cuarto lugar con Lisandro Almirón como candidato. La decisión del operador libertario Eduardo “Lule” Menem de romper con aliados provinciales y apostar a un “violeta puro” resultó desastrosa.
El consultor Gustavo Córdoba (Zuban-Córdoba) fue contundente: “Hay un solo gran perdedor, que es el Gobierno nacional. Creyeron que la marca rendiría por sí sola, pero la política no funciona sin candidatos competitivos ni acuerdos estratégicos”.
El error estratégico quedó en evidencia: pasar de tener tres senadores provinciales aliados a enfrentarlos, debilitando la capacidad de negociación del oficialismo nacional en el Congreso.
Otro actor clave en la elección fue el Partido Justicialista, que presentó al intendente de Paso de los Libres, Martín “Tincho” Ascúa. El dirigente peronista logró el 20% de los votos y quedó en segundo lugar, por encima del exgobernador Ricardo Colombi.
Si bien el PJ no logró disputar seriamente la gobernación, evitó el derrumbe total. Según Córdoba, “el peronismo obtuvo un voto de supervivencia que le permite mantenerse en carrera y apostar a sus figuras con proyección provincial”.
La falta de un liderazgo nacional fuerte y la fragmentación interna siguen siendo los principales obstáculos del espacio en Corrientes, un escenario que refleja la crisis más amplia que atraviesa el peronismo a nivel país.
Los especialistas consultados coincidieron en que el resultado fue ideal para Valdés y letal para los libertarios.
La derrota en Corrientes llega en un momento crítico para el gobierno de Javier Milei. Con la mirada puesta en la provincia de Buenos Aires, la más importante del país en términos electorales, el traspié genera dudas sobre la capacidad libertaria para construir mayorías más allá de los grandes centros urbanos.
Los analistas advierten que el resultado correntino no debe extrapolarse mecánicamente al escenario bonaerense, pero sí funciona como un llamado de atención. La estrategia de apostar únicamente a la marca La Libertad Avanza muestra límites claros en territorios donde pesan las estructuras provinciales.
Además, el triunfo radical fortalece al bloque de Provincias Unidas, que puede convertirse en un contrapeso dentro del Congreso frente a las iniciativas del oficialismo nacional.
Las elecciones de Corrientes dejaron varias certezas:
El tablero político argentino entra en una etapa de definiciones, con las provincias mostrando su peso real y el oficialismo nacional enfrentando un escenario más adverso del esperado. El caso Corrientes demuestra que, en la política argentina, las marcas no siempre alcanzan: el territorio, los liderazgos y las alianzas siguen siendo claves para construir poder.