Por Agroempresario.com
El acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) es uno de los temas más esperados y debatidos en el ámbito internacional y agropecuario. Tras más de dos décadas de negociaciones, la posibilidad de una firma definitiva en diciembre próximo genera expectativas tanto en los países del bloque sudamericano como en Europa.
Para el agro argentino, la apertura de un mercado de más de 450 millones de consumidores bajo condiciones preferenciales podría significar un salto cualitativo en competitividad y acceso. Sin embargo, en Europa —particularmente en Francia y en algunos sectores de España— persisten resistencias y temores que, según los especialistas, están basados más en percepciones erróneas que en riesgos reales.
En julio de este año, mientras en La Rural de Palermo la ganadería argentina mostraba lo mejor de su genética, al otro lado del Atlántico un informe de la Asociación Española de Productores de Vacuno (Asoprovac) generaba alarma. El documento advertía que un acuerdo en las condiciones actuales provocaría un “declive prolongado” de la ganadería vacuna en la UE, con especial impacto en España.
El economista agrario Diego Pazos calculó que producir carne en Europa cuesta alrededor de 1.161,4 euros más por tonelada que en el Mercosur. A su vez, Asoprovac estimó que podrían perderse 12.900 puestos de trabajo en el sector vacuno español en los cinco años posteriores a la entrada en vigor del acuerdo.
Estos números fueron difundidos ampliamente por medios agropecuarios europeos y alimentaron la narrativa de que el Mercosur representa una amenaza para los productores locales. Sin embargo, desde Argentina especialistas remarcan que tales cálculos ignoran factores estructurales como los altos subsidios europeos, la limitación de las cuotas de exportación y el hecho de que el acuerdo abarca mucho más que carne vacuna.
En el Seminario Acsoja 2025, realizado en la Bolsa de Comercio de Rosario, el especialista en negociaciones internacionales Maximiliano Moreno ofreció un panorama detallado sobre el estado actual de las conversaciones entre ambos bloques.
Moreno, director de la Fundación INAI (Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales), explicó que el acuerdo con la UE no solo tiene implicancias comerciales, sino también institucionales y estratégicas. “Es una carta de presentación que haría que el Mercosur sea un bloque mucho más creíble de lo que es ahora”, señaló.
Actualmente, el Mercosur posee pocos acuerdos comerciales relevantes, lo que debilita su capacidad negociadora. La conclusión de este tratado serviría para modernizar marcos regulatorios, mejorar la inserción internacional del bloque y fortalecer la aspiración de países como Argentina de ingresar a la OCDE.
Uno de los puntos más destacados del acuerdo es la apertura del mercado europeo para las exportaciones agroindustriales. Según Moreno, el 99,5% de las exportaciones argentinas a la UE ingresarán con arancel cero o bajo alguna cuota arancelaria.
Hoy, Argentina enfrenta una doble desventaja: las retenciones internas y los aranceles externos que otros competidores como Australia, México o Chile no sufren. Con el acuerdo, el agro argentino podrá competir en igualdad de condiciones, lo que abre oportunidades para carne bovina, lácteos, frutas, cereales, aceites y alimentos procesados.
El especialista remarcó que incluso en productos sensibles como la carne vacuna, las cuotas otorgadas por la UE son limitadas: 100.000 toneladas en total (55.000 de carne refrigerada y 45.000 de congelada). Este volumen representa apenas entre el 1% y el 2% del consumo europeo, lo que descarta un impacto desproporcionado sobre los productores del viejo continente.
La oposición más fuerte proviene de Francia, un país con fuerte tradición agrícola y un sistema de subsidios que protege intensamente a sus productores. Para Moreno, los argumentos franceses son más políticos que económicos. “Hay un prejuicio y una lectura equivocada del acuerdo. No hay cuota que los convenza, siempre van a encontrar un motivo para rechazarlo”, sostuvo.
En la votación del Consejo de la Unión Europea, donde los ministros de comercio de cada país decidirán la aprobación, se requiere una “doble mayoría”: el 55% de los Estados miembros o el 65% de la población de la UE. Aquí, los votos de Alemania, Italia y España resultan decisivos. Mientras Alemania ha sido tradicionalmente favorable, Francia se mantiene firme en su rechazo.
En España, además de la presión de Asoprovac, algunos sectores de la ganadería expresan preocupación por la competencia del Mercosur. El temor radica en la diferencia de costos de producción y en la percepción de que la carne sudamericana podría desplazar a la local.
No obstante, Moreno subraya que se trata de un temor sobredimensionado. “La cuota es marginal y no hay forma de que el mercado europeo colapse. Los estándares sanitarios seguirán siendo los mismos y Argentina ya cumple con ellos en sus exportaciones a la UE, Estados Unidos y China”, explicó.
El acuerdo UE–Mercosur no se limita al sector agroindustrial. También aportaría:
Según Moreno, “la pelota está del lado europeo”. El acuerdo ya fue concluido en cuanto a su letra, y lo que resta son procedimientos administrativos y políticos dentro de la UE.
El Gobierno argentino tiene la tarea de contrarrestar los mitos y prejuicios que circulan en Europa, preparando al mismo tiempo el terreno interno para cuando el acuerdo llegue al Congreso. En diciembre, la Cumbre de Presidentes en Brasil sería el escenario elegido para la firma definitiva.
Desde Europa se plantean dudas que en la práctica no se sostienen:
“Argentina va a garantizar que ningún producto que llegue a Europa provenga de la deforestación. No hay riesgo ambiental, ni sanitario ni comercial. Lo que hay son prejuicios y lecturas fatalistas”, afirmó Moreno.
El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea podría firmarse en diciembre en Brasil, abriendo una nueva etapa en las relaciones comerciales entre ambos bloques. Para Argentina, significaría una oportunidad única de diversificar mercados, ganar competitividad y atraer inversiones.
Sin embargo, el camino no está libre de obstáculos. Las resistencias francesas, la presión de sectores ganaderos europeos y la desinformación podrían retrasar o complicar la aprobación final.
Lo cierto es que, tras más de 20 años de idas y vueltas, el acuerdo se encuentra más cerca que nunca. Y mientras en Europa algunos sectores temen al “fantasma del Mercosur”, en Argentina el desafío será capitalizar los beneficios y prepararse para un escenario global más competitivo.