Por Agroempresario.com
Una técnica ganadera que revolucionó la producción lechera en Estados Unidos está comenzando a cambiar el panorama productivo en la Argentina. Se trata del Beef on Dairy, un sistema de cruzamiento genético entre razas lecheras y de carne que busca dar valor a los terneros machos del rodeo tambero, tradicionalmente considerados un subproducto de bajo valor económico.
La iniciativa propone inseminar con toros Angus —u otras razas carniceras— una parte de las vacas lecheras, para obtener terneros con mejor desarrollo muscular, mayor ganancia de peso y mejores condiciones para su engorde en feedlots. Esta práctica, que combina genética, eficiencia y visión de negocio, se perfila como una solución concreta para un problema histórico del sector lácteo argentino: el bajo precio de los machos Holando.
Según un informe técnico de Select Debernardi, el Beef on Dairy se consolidó en Estados Unidos desde 2017, luego de que Tyson Foods, una de las principales procesadoras de carne del mundo, dejara de comprar animales provenientes de tambos. Aquella decisión derrumbó el precio del ternero Holando, que cayó de 500 a apenas 100 dólares en cuestión de meses.
Frente a este escenario adverso, los productores norteamericanos redefinieron su estrategia. Seleccionaron las mejores vacas del rodeo para inseminarlas con semen sexado, garantizando la reposición de hembras lecheras, y destinaron el resto de las vacas al cruzamiento con toros Angus. El resultado fue un salto cualitativo: los terneros cruzas recuperaron valor, alcanzando precios de entre 800 y 1000 dólares por su excelente conversión alimenticia y calidad de carne.
El director de Select Debernardi, Fernando Testa, explicó que este modelo ya empieza a implementarse con éxito en tambos argentinos con altos índices de reproducción. “En los rodeos donde se producen más vaquillonas de las necesarias para reposición, el Beef on Dairy aparece como una oportunidad para convertir un problema en un negocio rentable”, señaló.
El procedimiento se apoya en la genómica, una herramienta que permite identificar las vacas con mejor calidad genética para recibir semen sexado. Las de menor valor genético, en cambio, se inseminan con toros de razas carniceras —principalmente Angus— seleccionados por su facilidad de parto, fertilidad y ganancia diaria de peso. De esta manera, se optimiza la eficiencia reproductiva y se diversifica la producción dentro del mismo establecimiento.
Testa subrayó que los resultados ya son visibles: “Los terneros Beef on Dairy tienen mejor conformación carnicera, desarrollo más rápido y rendimiento superior en el engorde. Además, abren la posibilidad de construir una nueva categoría comercial que será cada vez más valorada por frigoríficos y compradores de novillos”.
En Estados Unidos, este modelo no solo resolvió un problema productivo sino que integró las cadenas láctea y cárnica, permitiendo una mayor previsibilidad de ingresos para los productores. En la Argentina, su aplicación podría generar un impacto similar, sobre todo en tambos con buena infraestructura reproductiva y genética avanzada.
El desafío local radica en que aún falta que la cadena de valor —feedlots y frigoríficos— reconozca plenamente las ventajas de estos cruzamientos. Sin embargo, las perspectivas son alentadoras. La experiencia internacional demuestra que, una vez que los compradores perciben la calidad del producto, la valorización del ternero cruzado se consolida rápidamente.
Testa explicó además que el éxito del Beef on Dairy depende de la correcta elección de los toros: “Deben asegurar partos fáciles, alta tasa de fertilidad y una genética que garantice animales con buen peso al año, buena conversión de alimento y carne de calidad”.
El sistema, además, se adapta bien a diferentes modelos productivos. Mientras que en Estados Unidos predominan los sistemas estabulados —como el free stall o el dry lot—, en la Argentina predomina el sistema pastoril. Esta diferencia no impide su implementación: al contrario, ofrece la posibilidad de aprovechar mejor los recursos forrajeros y ajustar el manejo del rodeo a las condiciones locales.
En el país del norte, los tambos pueden tener desde 500 hasta 30.000 vacas, con sistemas intensivos que utilizan alimentación total mezclada (TMR) y ordeño automatizado. En muchos casos, los tambos medianos incorporaron robots de ordeñe, mientras que los grandes adoptaron sistemas rotativos tipo calesita de 80 a 100 bajadas. Allí, la leche se paga por contenido de sólidos (grasa y proteína), lo que incentiva la eficiencia productiva y la calidad.
En la Argentina, el avance de la tecnología reproductiva, el uso del semen sexado y la mejora genética de los rodeos sientan las bases para que el Beef on Dairy se expanda en los próximos años. El modelo no solo aporta rentabilidad al productor lechero, sino que también contribuye a la sostenibilidad, al optimizar el uso de recursos y reducir el desperdicio de animales con bajo valor comercial.
“Esta herramienta permite darle un destino productivo a los terneros machos Holando, aportando carne de calidad y generando un nuevo ingreso para el tambo. Es una de las innovaciones más prometedoras de la última década para la lechería argentina”, concluyó Fernando Testa.
La experiencia estadounidense demuestra que el cambio es posible y rentable. Con la incorporación de genética Angus en rodeos lecheros, la Argentina podría lograr un salto productivo similar, transformando un desafío estructural en una oportunidad de negocio. El Beef on Dairy se presenta, así, como una estrategia de integración productiva capaz de impulsar la competitividad, la eficiencia y la sostenibilidad del sistema lácteo nacional.