Por Agroempresario.com
José Antonio Viera Gallo, Embajador de Chile en Argentina, destacó en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, la importancia de la bioeconomía como un nuevo paradigma productivo que transforma las cadenas de valor tradicionales y abre oportunidades estratégicas para ambos países.
El diplomático chileno señaló que el modelo lineal de extraer, producir, consumir y desechar ya no es compatible con las demandas actuales de sostenibilidad, trazabilidad y baja huella de carbono. La bioeconomía, por el contrario, propone cadenas de valor circulares, multipropósito y basadas en conocimiento científico y tecnologías convergentes. En este contexto, la asociación entre Argentina y Chile, especialmente con miras al Pacífico, constituye una oportunidad histórica para integrar recursos, conocimiento y logística.
Viera Gallo resaltó la vasta base agroindustrial argentina, con regiones productivas que abarcan desde la Pampa Húmeda hasta el NOA y NEA. Estas zonas concentran biomasa diversificada: cereales, oleaginosas, caña de azúcar y forestación, constituyendo un recurso estratégico para la bioeconomía. La capacidad científica de Argentina complementa este potencial, permitiendo desarrollar bioinsumos agrícolas, bioprocesos y plataformas de biorrefinería que agregan valor a los productos.
Por su parte, Chile combina fortalezas forestales y bioindustriales, especialmente en las regiones de Biobío, Araucanía y Los Lagos. El país también destaca en bioacuicultura y biotecnología aplicada a salmón, algas y subproductos marinos de alto valor. Sus puertos del Pacífico, en constante modernización, se proyectan como hubs estratégicos hacia Asia, ofreciendo una salida competitiva a la biomasa argentina.
Viera Gallo explicó que esta complementariedad permite pensar en cadenas de valor binacionales, donde los insumos argentinos encuentran salida a través de la logística y experiencia chilena. “El Pacífico es un destino natural de la bioeconomía de América del Sur Austral”, afirmó.
El Embajador enfatizó que la región Asia-Pacífico es hoy el mayor demandante de bioproductos. China busca biomateriales para sustituir plásticos derivados del petróleo, mientras Japón y Corea invierten en biocombustibles avanzados, nutracéuticos y alimentos funcionales. La demanda exige productos con huella ambiental certificada y trazabilidad digital.
Argentina y Chile unidos pueden ofrecer productos con la marca Bio Austral, basados en sostenibilidad, origen renovable y bajo carbono. El potencial se extiende a la ganadería, biofertilizantes, biopesticidas y bioestimulantes, reduciendo el uso de químicos y promoviendo la sostenibilidad agrícola.
Los puertos chilenos de San Antonio, Valparaíso, Biobío y otros se proyectan como la “Puerta Bioeconómica” de Sudamérica hacia Asia, facilitando exportaciones eficientes y competitivas.
Viera Gallo destacó la relevancia del Corredor Bioceánico del Norte, también llamado corredor de Puerto Martiño, que conecta Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Argentina con puertos estratégicos en Chile como Antofagasta, Mejillones e Iquique. Este corredor facilitaría la salida de bioquímicos y biopolímeros, incluyendo derivados de maíz, caña de azúcar, lignina y celulosa, hacia mercados asiáticos.
Además, la integración digital de aduanas y servicios sanitarios es clave para garantizar que los estándares fitosanitarios sean homologables entre ambos países. Esto permitiría que contenedores de productos bio certificados puedan embarcar en San Antonio y Valparaíso con la misma fluidez que en puertos de Rotterdam o Singapur.
El Embajador ofreció ejemplos concretos de cadenas bio nacionales: producción de ácido láctico a partir de maíz y caña de azúcar, biomateriales de lignina y nanocelulosa, bioinsumos agrícolas combinando ciencia argentina y validación chilena, nutracéuticos derivados de salmón y algas, alimentos funcionales con berries chilenos y legumbres argentinas.
Cada uno de estos ejemplos demuestra que la suma de ambos países es mayor que las partes y que la clave está en articular cadenas bio nacionales con salida eficiente hacia el Océano Pacífico.
Viera Gallo insistió en que la bioeconomía requiere infraestructura y coordinación. “No basta con ideas; necesitamos corredores bioceánicos eficientes, integración digital de aduanas, homologación de estándares fitosanitarios y conectividad portuaria”, afirmó.
La planificación de proyectos piloto con embarques de prueba permitiría identificar desafíos y oportunidades antes de ampliar la escala a toda la región.
El Embajador enfatizó la necesidad de desarrollar marcas binacionales que identifiquen productos de calidad de Argentina y Chile. Tomó como ejemplo la Patagonia, que une ambas naciones y ya tiene reconocimiento internacional.
La promoción conjunta de productos bio certificados aumentaría la visibilidad y competitividad en mercados globales, utilizando experiencias de organismos como ProChile y estrategias comerciales argentinas.
Viera Gallo recordó que Argentina y Chile cuentan con un marco legal suficiente para proyectarse globalmente, incluyendo comercio bilateral con arancel cero, acuerdos mineros y energéticos, y convenios que evitan la doble tributación.
La infraestructura energética incluye cinco gasoductos que exportan gas a Chile, y la posibilidad futura de puertos de GNL en la costa del Pacífico.
El Embajador también destacó el proyecto Humboldt, un cable submarino público-privado que conectará Chile con Australia y permitirá transmitir datos de manera autónoma desde Argentina y Mercosur, evitando la dependencia de Estados Unidos.
Esta infraestructura de datos es clave para la trazabilidad digital de productos bio y la integración de mercados regionales.
Viera Gallo concluyó su exposición subrayando que ambos países enfrentan una oportunidad histórica. “El futuro no se construye simplemente hablando o esperando. Se construye con visión, alianzas y acción”, afirmó.
La integración binacional permite aprovechar economías complementarias, maximizar recursos naturales, fortalecer la ciencia y tecnología, y proyectar productos sostenibles hacia mercados globales.
La bioeconomía representa un cambio de época, con cadenas de valor circulares y multipropósito que promueven sostenibilidad, innovación y competitividad. Argentina y Chile, mediante cooperación estratégica, infraestructura eficiente, logística avanzada y promoción internacional, pueden consolidarse como líderes regionales en bioproductos y alimentos funcionales con bajo impacto ambiental.