En la recta final hacia las elecciones legislativas de medio término, los mercados siguen de cerca cada gesto del presidente Javier Milei y del ministro de Economía Luis Caputo. Aunque ambos han ratificado el rumbo económico, persisten las dudas sobre la sostenibilidad del modelo en un entorno político aún volátil.
Desde Estados Unidos, el economista Sebastián Galiani —exviceministro de Hacienda y actual profesor en la Universidad de Maryland— analizó en diálogo con Infobae los desafíos que enfrenta la economía argentina. Esta nota se basa en esa entrevista, realizada por el periodista Fernando Meaños y publicada con autorización de la fuente, con mención a Daniel Sticco como parte del equipo editorial.
Uno de los puntos más críticos del debate económico es la acumulación de reservas del Banco Central. Para Galiani, si bien son clave para la estabilidad financiera, no se pueden esperar resultados inmediatos.
“El foco en que el BCRA compró menos dólares de lo acordado con el FMI durante la última cosecha es engañoso”, advirtió. En contextos de alta incertidumbre política, explicó, la demanda de dinero cae, y evitar una corrida cambiaria exige más reservas de las que pueden acumularse en unos pocos meses.
Más que una herramienta para fijar precios relativos, Galiani considera que las reservas deben actuar como un seguro de liquidez frente a shocks transitorios.
Otro tema central es si el tipo de cambio oficial está atrasado. Para Galiani, esa pregunta pierde sentido sin contexto.
“El tipo de cambio de equilibrio tiende a apreciarse al inicio de un programa de reformas”, sostuvo. Cuando baja el riesgo país y suben los activos locales, el tipo de cambio real puede apreciarse sin que ello implique atraso.
Además, si las reformas estructurales aumentan la productividad en sectores transables, la apreciación puede sostenerse en el tiempo. Por eso, las comparaciones históricas del tipo de cambio real son cada vez menos útiles.
Con las elecciones en el horizonte, Galiani es claro en su diagnóstico: el Banco Central debe avanzar hacia una flotación cambiaria ordenada, con menor intervención.
La propuesta incluye:
• Unificación operativa del mercado cambiario.
• Eliminación de regulaciones que fragmentan la oferta y la demanda de divisas.
• Políticas monetarias coherentes con un marco de estabilidad fiscal.
“Con dos años de equilibrio fiscal ya no hay motivos para postergar. No hacen falta años, sino meses”, aseguró, en relación con la posibilidad de implementar un tipo de cambio único y flotante.
Para muchos, la preferencia de los argentinos por el dólar es una barrera cultural. Para Galiani, es simplemente un reflejo racional ante un entorno de inestabilidad.
“El dólar es un refugio cuando hay déficit fiscal y emisión. En un país con equilibrio fiscal, sin emisión para financiar al Tesoro y con tasas reales positivas, no hay necesidad de dolarizar carteras”.
El desafío, entonces, no pasa por cambiar la mentalidad de la gente, sino por cambiar los incentivos que la empujan al dólar.
Las señales de apoyo desde Washington y el FMI no pasaron desapercibidas. Según Galiani, estas respuestas deben leerse en clave geopolítica.
“Las potencias apoyan a quienes muestran alineamiento estratégico y consistencia macro”, dijo, pero aclaró: “No es un cheque en blanco”.
A diferencia de 2019 —cuando el FMI subestimó el riesgo político—, hoy los organismos internacionales ponen el foco en la viabilidad política de los programas y en evitar un eventual retroceso populista.
Para salir del estancamiento, la receta es clara: estabilidad macroeconómica, apertura comercial y reformas estructurales. El Estado debe enfocarse en garantizar bienes públicos clave: infraestructura, capital humano y redes sociales de transición.
“La economía debe reasignar recursos hacia donde la productividad sea mayor. No se trata de proteger sectores ineficientes, sino de remover distorsiones y dejar que los precios relativos guíen la producción”.
La próxima etapa dependerá del resultado electoral. Una victoria del oficialismo podría abrir el juego a consensos legislativos con gobernadores y sectores moderados.
Galiani propone:
• En el plano laboral: reducir la litigiosidad, descentralizar la negociación colectiva y reemplazar pasivos laborales inciertos por mecanismos de seguros.
• En lo tributario: avanzar hacia simplificación, reducción de distorsiones y estabilidad normativa.
“La política tiene sus tiempos. Una buena elección reduce la incertidumbre y le permite al Presidente negociar reformas con un horizonte de seis años”.
Como mensaje final, Galiani instó a no desperdiciar esta ventana de oportunidad. A su juicio, el rezago argentino puede convertirse en ventaja si se aplican correctamente las reformas básicas.
“Estabilidad fiscal y monetaria, competencia, apertura, infraestructura y capital humano. Si eso se hace bien, el ‘catch up’ puede ser rápido”.
El entorno regional, sin conflictos geopolíticos y con abundancia de recursos y talento, acompaña. Pero la advertencia es clara: “Si tiramos por la borda la estabilidad, esta vez el mundo no nos va a esperar”.
La oportunidad está servida. La pregunta es si la dirigencia —y la sociedad— estarán a la altura para transformar un año de orden en una década de desarrollo.