La yerba mate, emblema cultural y social del Cono Sur, también es protagonista de una revolución científica. En la VII Jornada Yerba Mate y Salud, realizada en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA) y organizada junto al Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), los investigadores Nelson Bracesco (Universidad de la República, Uruguay) y Guillermo Schinella (Universidad Nacional de La Plata) coincidieron en que es momento de “pensar en grande” y avanzar hacia una nueva etapa de investigación que vincule ciencia y salud humana.
“Hoy contamos con más de 600 estudios publicados, muchos respaldados por el INYM. El desafío es extrapolar los resultados al campo clínico. Es hora de ir más allá de la frontera”, expresó Bracesco, invitando a superar la mirada tradicional y a consolidar una red científica regional.
Los investigadores repasaron el recorrido histórico del estudio de la yerba mate. Bracesco recordó que “los guaraníes son los verdaderos padres de la historia del mate”, mientras que los científicos europeos, como Augusto Saint-Hilaire, fueron quienes la bautizaron Ilex paraguariensis.
La referencia inevitable es Bernardo Houssay, Premio Nobel argentino que, hace ocho décadas, fue convocado por la Comisión Reguladora de la Yerba Mate para estudiar sus efectos fisiológicos. Gracias al trabajo del Dr. Juan Ferrario y el apoyo del INYM, sus estudios hoy son accesibles y constituyen la base de una tradición científica que sigue creciendo.
Según Schinella, desde la década del 90 hasta hoy se registró un crecimiento exponencial de investigaciones publicadas: “Entre 1995 y 2022, los estudios sobre yerba mate aumentaron casi un 10% anual. Actualmente, hay más de 600 publicaciones en PubMed y cerca de 900 en la web”.
El INYM, con más de dos décadas de trayectoria, ha impulsado más de 100 investigaciones sobre la Yerba Mate Argentina, en colaboración con CONICET y diversas universidades. Los estudios abarcan áreas como salud ósea, cardiovascular, antioxidantes, microbiota y seguridad alimentaria, consolidando una base científica sólida para el desarrollo del producto.
Bracesco destacó la importancia de “una mayor interrelación entre investigadores, el sector productivo y las entidades financiadoras” para demostrar, con evidencia estadística irrefutable, los beneficios de la yerba mate y sus extractos.
En su exposición, Bracesco mencionó a referentes de la investigación como Alejandro Gugliucci, Dora Loria, Rosana Filip, Eduardo Cassel, Teresita Menini, Grace Gosmann y Miguel Schmalko, entre muchos otros. “El matrimonio Gugliucci–Menini marcó un antes y un después al demostrar el efecto antioxidante de la yerba mate y su incidencia en enfermedades metabólicas y del sistema nervioso central”, subrayó.
Otros estudios recientes analizaron la incorporación de yerba mate en alimentos funcionales, su rol en la salud ósea, su influencia en enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, y hasta su posible impacto positivo en la microbiota bucal, según la Dra. García y su equipo.
Asimismo, se investiga la descafeinización de la yerba mate para generar productos más aptos para diversos consumidores, y su aplicación en cosmética natural, aprovechando los compuestos bioactivos de la planta.
Los científicos enfatizaron que el conocimiento generado hasta hoy sienta las bases para un salto cualitativo. Bracesco propone un proyecto multicéntrico regional, articulando universidades, laboratorios y productores de distintos países, para estudiar los efectos de la yerba mate sobre áreas clave de la salud humana.
“El derecho a investigar sobre nuestros recursos naturales implica también integrarnos y demostrar con ciencia su valor para el bienestar global”, destacó.
La yerba mate, más allá de su identidad como bebida tradicional, se consolida así como un objeto de investigación internacional, con potencial en nutrición, medicina y biotecnología.
Los expertos coinciden en que el futuro de la yerba mate depende de una mirada cooperativa. “Tenemos historia, conocimiento y evidencia. Lo que sigue es integrar esfuerzos, sumar tecnología y trabajar con una visión de largo plazo”, concluyó Bracesco.
Mientras tanto, el INYM continúa fortaleciendo la relación entre ciencia, producción y salud pública, reafirmando el valor de la yerba mate como producto insignia del agro argentino y latinoamericano.