Por Agroempresario.com
Maximiliano Rossi, investigador misionero especializado en biotecnología, subrayó durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, la relevancia de la biotecnología como motor de desarrollo económico, productivo y ambiental.
El encuentro, que reunió a referentes del sector agroindustrial, científico y tecnológico, se consolidó como un espacio clave para debatir sobre innovación, bioeconomía y agregado de valor en origen, con especial foco en productos estratégicos de Argentina, como la yerba mate.
Rossi explicó que la biotecnología comprende todas las tecnologías aplicadas a seres vivos, sus productos o procesos. “Una de las bases de la biotecnología surge con grandes necesidades, como ocurrió en la década del 50 con la producción de insulina”, señaló. En ese entonces, se necesitaban 5.000 kilogramos de páncreas porcino para obtener solo 0,5 kilogramos de insulina, un proceso costoso y limitado.
Con el avance de la tecnología de ADN recombinante a finales de los años 70 y principios de los 80, empresas como Gen y Company lograron clonar el gen de la insulina usando plásmidos bacterianos y expresando insulina en bio reactores. Rossi compartió su experiencia en San Francisco, California, donde pudo conocer estos bio reactores y observar cómo iniciaban procesos biotecnológicos con un futuro prometedor.
“Actualmente, la biotecnología se potencia gracias al conocimiento de los genomas”, aseguró. Recordó que el Proyecto Genoma Humano, iniciado en 1990 y finalizado en 2003, involucró seis países, decenas de instituciones y un costo inicial de 2.700 millones de dólares. Para 2006, secuenciar un genoma costaba 10 millones; en 2010 descendió a 50.000 dólares, y hoy se puede hacer por menos de 1.000 dólares.
Este avance abrió la puerta a áreas como metabolómica, proteómica y epigenómica, fundamentales para abordar problemas en la salud, la agricultura y la farmacología.
Rossi destacó que la biotecnología puede clasificarse según su aplicación:
Verde: agrícola ; Roja: medicina y salud humana ; Gris: medio ambiente ; Negra: bioterrorismo.
En Misiones, la biotecnología se centra en la biotecnología vegetal y el mejoramiento animal. Se desarrollan cultivos in vitro de plantas exportadas a diferentes provincias, y técnicas de inseminación artificial, transferencia embrionaria y clonación en animales. El objetivo es mejorar la calidad de cultivos y animales, generar alimentos más seguros y optimizar el uso de recursos de manera sustentable.
La provincia también produce bioinsumos, como biofertilizantes y biocontroladores. Actualmente, Argentina cuenta con 103 plantas de bioinsumos que generan 884 millones de dólares en exportaciones. Además, existen más de 350 empresas biotecnológicas que operan en un mercado interno y de exportación que supera los 2.000 millones de dólares.
A nivel mundial, la biotecnología, especialmente en el área farmacéutica, mueve 1,5 billones de dólares anuales, y se estima que para 2034 alcanzará 5,7 billones, duplicando el crecimiento del mercado actual.
La yerba mate se presenta como un caso emblemático de biotecnología aplicada a la bioeconomía regional. Rossi explicó que esta planta es originaria de la Mata Atlántica sudamericana, con un origen estimado hace 70 millones de años. Argentina, Brasil y Paraguay concentran más de 330.000 hectáreas de cultivo, siendo Argentina el principal productor con 1 millón de toneladas anuales, donde Misiones concentra el 90% de las tierras cultivadas y el 97% de los productores.
El estudio del genoma de la yerba mate permitió identificar los genes responsables de la producción de cafeína, así como otros compuestos bioactivos como polifenoles, saponinas, vitaminas y minerales, que le confieren propiedades antioxidantes, antidiabéticas, reguladoras del metabolismo de grasas y azúcares, y estimulantes del sistema nervioso central.
“Gracias al conocimiento del genoma podemos identificar plantas con alta o baja producción de cafeína y desarrollar variedades especiales, incluso la posibilidad de yerba mate descafeinada”, explicó Rossi. Además, estos avances abren nuevas oportunidades para industrias nutracéuticas, cosméticas y farmacológicas, con productos basados en principios activos de origen vegetal.
Rossi resaltó la importancia de tecnologías de edición genética como CRISPR-Cas9, galardonada con el Premio Nobel 2020, que permite editar genes propios de plantas y animales de forma precisa. A diferencia de la transgénesis tradicional, que introduce genes externos, CRISPR permite mejorar la genética de manera más segura y sustentable, optimizando cultivos y producciones animales.
El investigador mencionó ejemplos concretos de vegetales y animales diseñados con estas técnicas y destacó la necesidad de regulaciones y normativas actualizadas, señalando que países como Nueva Zelanda ya están incorporando legislaciones sobre cultivos genéticamente editados.
Además, se integra inteligencia artificial en el diseño de proteínas y optimización de procesos productivos, consolidando la relación entre ciencia, tecnología y desarrollo socioeconómico.
La investigación en la yerba mate no solo aporta a la salud, sino que abre puertas a la industria alimentaria y cosmética. Rossi señaló que se han desarrollado productos como: bebidas energéticas , suplementos dietarios,cosméticos con principios activos de yerba mate y productos farmacológicos para enfermedades como Parkinson y cáncer
Estas innovaciones muestran cómo un recurso regional puede transformarse en productos de alto valor agregado, fomentando la economía circular y la bioeconomía regional.
Rossi destacó que la biotecnología aplicada a la yerba mate fortalece la bioeconomía regional y genera oportunidades de agregado de valor en origen, permitiendo a productores locales acceder a nuevos mercados.
“Estas tecnologías hacen a la agricultura más resiliente y eficiente, abren nuevas variedades adaptadas al cambio climático, mejoran sistemas integrados y fomentan la economía circular basada en innovación tecnológica”, señaló.
El investigador concluyó que, aunque la ciencia genera herramientas de desarrollo socio productivo, es la sociedad quien decide cómo utilizarlas. “Educar en biotecnología es educar en un futuro con alimentos más seguros y sustentables”, afirmó, destacando además la importancia de escribir y comunicar problemas de manera clara para generar soluciones efectivas.
Estos datos subrayan la importancia de la inversión en biotecnología como motor de desarrollo económico, productivo y científico, especialmente en regiones con recursos naturales estratégicos como Misiones.
La yerba mate, producto emblemático de Misiones, ilustra cómo la ciencia aplicada puede potenciar la bioeconomía, abrir nuevas industrias y fortalecer la economía circular, garantizando al mismo tiempo la sustentabilidad y resiliencia de los sistemas productivos.
“Invertir en biotecnología es invertir en el futuro de la agroindustria argentina, en alimentos más seguros y en un desarrollo económico sustentable”, concluyó Rossi ante un auditorio comprometido con la innovación y la transformación productiva del país.