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El Día Internacional del Jaguar, que se conmemora cada 29 de noviembre, reúne este año a gobiernos, científicos y organizaciones ambientales de América Latina para coordinar nuevas estrategias de conservación destinadas a proteger al mayor felino del continente, cuya supervivencia está en riesgo por la pérdida de hábitat, la caza furtiva y el conflicto con actividades humanas. La jornada cobra relevancia porque, según publicó Infobae, el jaguar está catalogado en peligro crítico de extinción en Argentina y enfrenta presiones crecientes en toda la región.
De acuerdo con la información difundida por Infobae, el jaguar —o yaguareté, en Argentina— es el tercer felino más grande del planeta y el de mayor tamaño en América. La organización World Animal Protection detalló que puede superar los 2,5 metros de longitud y alcanzar los 113 kilogramos, características que lo convierten en un depredador clave en la estructura ecológica de selvas, bosques y humedales del continente.
Históricamente, su distribución se extendía desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina. Sin embargo, la especie perdió más del 50% de su rango desde el siglo XIX y hoy sobrevive principalmente en la cuenca del Amazonas, el Pantanal y sectores fragmentados de selva en Sudamérica.
En el caso argentino, Infobae precisó que el felino es Monumento Natural Nacional desde 2001 y está considerado en “peligro crítico de extinción” por la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos. Estimaciones oficiales y de organismos internacionales indican que quedan menos de 300 ejemplares, distribuidos en poblaciones pequeñas y aisladas.
La líder de la Iniciativa Jaguar WWF-LAC, María José Villanueva, destacó al citado medio: “Conservar al jaguar significa proteger los bosques tropicales, los humedales y otros ambientes cruciales para el bienestar humano y de muchas otras especies”.
La información publicada por Infobae señala que la deforestación, la fragmentación del hábitat, los incendios forestales y la expansión agropecuaria constituyen las principales causas del retroceso poblacional de la especie. Además, la construcción de infraestructura —incluidas represas— altera rutas de desplazamiento y reduce áreas aptas para la reproducción.
A ello se suma la presión de la caza furtiva, que según World Animal Protection coloca a las poblaciones al borde del colapso. La organización advirtió: “Jaguares son asesinados para su uso en medicina tradicional asiática y constituyen un objetivo habitual del tráfico ilegal”.
El PNUD agregó que el conflicto con actividades productivas también afecta a la especie, especialmente en el Gran Chaco, donde la eliminación de individuos suele ocurrir como represalia por ataques al ganado. Según sus reportes, en esa región sobreviven alrededor de 20 yaguaretés.
En diálogo con Infobae, Lucero Corrales, coordinadora del Grupo de Colaboradores para la Conservación del Yaguareté, explicó el enfoque adoptado en el territorio:
“De esta manera estamos logrando mejorar la relación entre los yaguaretés y las personas, estamos demostrando que es posible producir y conservar a estos grandes felinos y creando zonas más seguras para la especie”.
Infobae destacó que la World Wildlife Fund impulsa acciones en 14 países, que incluyen monitoreo de poblaciones, mitigación de conflictos, promoción de prácticas productivas amigables y creación de corredores biológicos para conectar áreas aisladas.
Un hito reciente señalado por el medio fue la reintroducción del yaguareté en el Parque Iberá en 2021, cuando la Fundación Rewilding Argentina concretó el regreso de ejemplares tras 70 años de extinción local. La liberación de Karai, Porã y Mariua —los primeros individuos del proceso— marcó el inicio de la Década de la Restauración (2021-2030).
En el plano internacional, Infobae recordó que durante la COP14 del Convenio sobre Diversidad Biológica, en 2018, los países miembros establecieron formalmente el 29 de noviembre como fecha para reforzar acuerdos de protección del jaguar, considerado un depredador tope indispensable para el equilibrio de los ecosistemas.
La estrategia de conservación del jaguar evolucionó hacia modelos que combinan tecnología, evaluación científica y participación ciudadana. La Wildlife Conservation Society (WCS) sostiene que la protección efectiva exige asegurar la conectividad entre áreas núcleo, fortalecer el control del territorio y reducir el conflicto humano-fauna.
Según detalla Infobae, investigaciones de WCS muestran que “las poblaciones de jaguar presentan un promedio de crecimiento anual del 6,1% en los sitios gestionados por WCS”, lo que respalda la eficacia del manejo activo y continuo.
Corrales, por su parte, subrayó la importancia del monitoreo colaborativo:
“Son más de 6 millones de hectáreas las que se monitorean activamente a través de una red de 340 personas que aportan voluntariamente datos de la presencia de la especie y de situaciones de conflicto entre las personas y los grandes felinos”.
Este esquema permite detectar movimientos, identificar amenazas y actuar rápidamente frente a situaciones de riesgo.
El cuadro trazado por Infobae muestra que la situación del jaguar funciona como un indicador del estado de los ecosistemas y del avance de la frontera productiva sobre regiones biodiversas. La pérdida del felino implicaría efectos en cascada, incluyendo sobrepoblación de presas, pérdida de diversidad vegetal y desequilibrios que afectan directamente a comunidades humanas.
A la vez, la especie tiene un valor cultural profundo: representa fuerza, sabiduría y conexión espiritual en numerosas cosmovisiones indígenas. En Argentina, el término “yaguareté”, de origen guaraní, significa “verdadera fiera”.
En este Día Internacional del Jaguar, las organizaciones que dialogaron con Infobae coinciden en que la conservación requiere acciones integrales, financiamiento estable y coordinación interestatal.
La restauración de hábitats, la expansión de áreas protegidas, el acompañamiento a productores, el combate al tráfico ilegal y el monitoreo permanente forman parte de un modelo que, según especialistas, todavía permite revertir la tendencia.
América Latina enfrenta una ventana de oportunidad: si se fortalecen políticas públicas, se amplía la cooperación internacional y se involucra a las comunidades, el jaguar —símbolo de la vida silvestre continental— puede recuperar parte del territorio perdido y asegurar su permanencia en los paisajes donde reinó durante milenios.
