El desarrollo del té gourmet avanza en Misiones como una alternativa productiva que busca mejorar los ingresos del pequeño productor, y una de las pioneras de este camino es Adriana Yañez, creadora de Akasha Tea. Desde Leandro N. Alem, la emprendedora explicó por qué este segmento de alto valor podría transformar el perfil de la actividad tealera en la provincia, según relató en una entrevista publicada por Bichos de Campo. La apuesta por un producto diferenciado, elaborado de manera artesanal y asociado al turismo rural, aparece como una respuesta para enfrentar los desafíos económicos que atraviesa el sector.
Yañez se involucró en el té de especialidad en 2009, cuando decidió que la única forma de sostener a los pequeños productores era avanzar hacia un modelo con mayor valor agregado. “Pensaba que teníamos que llegar al mercado con un producto terminado, con alto valor agregado”, señaló en diálogo con Bichos de Campo. Su planteo surgió de una realidad extendida en la región: la dependencia histórica del esquema industrial, centrado en la venta de hoja verde a granel y en precios que, muchas veces, no reflejan el esfuerzo de las familias tealeras.

Actualmente, Akasha Tea trabaja más de 30 hectáreas, de las cuales entre cinco y seis están destinadas exclusivamente a la producción de té gourmet. En esos lotes, seleccionados por varietal y por respuesta agronómica, elaboran tés blanco, verde, negro y oolong, además de una decena de blends combinados con frutas, flores y especias. El objetivo es ofrecer tés argentinos con identidad propia y ampliar el mercado interno, donde la presencia del té importado sigue siendo significativa.
La productora destaca que el té de especialidad se sostiene sobre procesos artesanales que requieren intervención humana constante. Esa dedicación, afirma, permite obtener un producto final que se diferencia claramente del té industrial. Sin embargo, entiende que ambos modelos se complementan: el industrial mantiene su escala y su volumen de exportación, mientras que el gourmet abre puertas a nuevos nichos, más pequeños pero con precios superiores.
Uno de los aportes innovadores de Yañez al mercado local fue la incorporación del saquito piramidal, un envase que permite ofrecer hebras enteras sin afectar su capacidad de expansión dentro del paquete. “Si no tenemos un envase con volumen, la hebra no puede expandirse y desplegar sus aromas y sabores”, explicó en la entrevista. Según la emprendedora, este formato es estándar en la industria internacional y facilita que el consumidor acceda a un té de mayor calidad sin modificar sus hábitos de preparación.

Entre las variedades que elaboran, el té blanco ocupa un lugar especial. Se trata de la variedad con menor intervención, elaborada únicamente con brotes tiernos que se marchitan y secan lentamente sin recibir manipulación adicional. Akasha Tea produce una versión conocida como “agujas de plata”, apreciada por su dulzor, sus notas florales y la preservación de las propiedades naturales de la Camellia sinensis. Ese mismo cuidado se replica en el resto de las variedades y en los blends que elabora la marca.
En los últimos años, Yañez observó un mayor interés del público argentino por el té nacional, especialmente entre quienes buscan experiencias vinculadas al turismo rural. Las visitas a chacras tealera se multiplicaron y se convirtieron en una actividad que combina producción, degustaciones y recorridos guiados. La productora asegura que ese vínculo directo con el visitante fortalece la valorización de la cultura tealera misionera y genera un ingreso complementario para las familias.
Para quienes quieren iniciarse en el té gourmet, recomienda empezar por blends suaves y accesibles, como el té verde con mango y jengibre, u opciones a base de oolong con frutas tropicales. También subraya una regla básica: la temperatura del agua. El té verde y el blanco deben prepararse entre 70 y 80 grados para evitar que la hoja se queme, mientras que el té negro admite temperaturas más elevadas.

La zafra actual comenzó a fines de octubre con algunos contratiempos, especialmente por noches frías que favorecieron la aparición de ácaros. Sin embargo, Yañez explicó que la mayoría de los productores evitó el uso de acaricidas y optó por esperar el retorno de temperaturas altas y lluvias para equilibrar el ambiente de manera natural. Aun así, advierte que los meses de enero y febrero suelen concentrar los mayores desafíos climáticos y que es prematuro anticipar el resultado de toda la campaña.
En materia de consumo interno, reconoce que este año se vio una baja generalizada, pero al mismo tiempo observó un repunte en la demanda de té argentino frente al importado, una señal que interpreta como un avance para los productores locales. “Siempre aparece alguna señal que nos indica que vamos por el camino correcto”, expresó a Bichos de Campo.

Después de más de quince años de trabajo, Yañez se muestra convencida de que el té gourmet es una herramienta estratégica para Misiones. No busca reemplazar al té industrial, pero aporta diferenciación, identidad y una narrativa productiva asociada a la calidad, la experiencia y el arraigo. Ese enfoque podría permitir, sostiene, que los pequeños productores mejoren su sostenibilidad económica en un sector donde los precios y la volatilidad histórica siguen siendo desafíos permanentes.

El impulso del té de especialidad coincide con una tendencia global que valora los productos artesanales, el turismo rural y las cadenas cortas de comercialización. En ese contexto, la experiencia desarrollada por Akasha Tea se vuelve un caso testigo de cómo un producto regional puede reinsertarse en el mercado apostando a la calidad y a la innovación. Yañez está convencida de que el valor agregado es la clave para que la actividad tealera misionera pueda sostenerse y crecer, combinando tradición, identidad y nuevas oportunidades comerciales.