La científica argentina Gabriela Pagnussat, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB), fue distinguida con el Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” 2025 por un trabajo considerado estratégico para el futuro de la agricultura.
El galardón reconoce su labor en el desarrollo de soluciones biotecnológicas orientadas a mejorar la tolerancia de las plantas al estrés térmico, un fenómeno cada vez más frecuente como consecuencia del cambio climático.
Las olas de calor se consolidan como una de las principales amenazas para la producción de alimentos. Según los datos presentados por la investigadora, por cada grado que aumenta la temperatura media global se pierde entre un 3% y un 10% de la producción agrícola, con un impacto económico directo de miles de millones de dólares.
A nivel mundial, las pérdidas asociadas a este fenómeno superan los 40.000 millones de dólares por año, lo que ubica al estrés térmico como uno de los grandes desafíos de la agricultura moderna.
El proyecto desarrollado por Pagnussat lleva el título “Hacia cultivos resistentes a las olas de calor: activación del factor de splicing SWAP mediante tecnología CRISPR-dCas9”. El objetivo es generar líneas de plantas con mayor tolerancia a las altas temperaturas mediante herramientas de edición genética de última generación.
La propuesta se centra en activar mecanismos internos que permitan a las plantas soportar mejor los picos térmicos, mejorando su capacidad de adaptación en contextos de clima extremo.
Uno de los conceptos innovadores del trabajo es la creación de una “memoria del estrés térmico” en las plantas. Esta característica permitiría que los cultivos se aclimaten desde etapas tempranas de su desarrollo, mejorando su desempeño productivo ante escenarios de calor recurrente.
Según explicó la propia investigadora, este enfoque podría aplicarse no solo a cultivos extensivos, sino también a una amplia diversidad de especies vegetales.
Pagnussat destacó que el reconocimiento recibido impulsará la validación de esta tecnología en diferentes contextos productivos. “Este premio nos abre una puerta enorme para corroborar los alcances de esta nueva tecnología tan prometedora”, afirmó.
El avance no solo fortalece la investigación científica argentina, sino que posiciona al país dentro de la discusión global sobre cómo garantizar la seguridad alimentaria en un escenario de cambio climático.