La apicultura argentina ingresó en octubre al grupo de las economías regionales con mejor desempeño del país, al pasar a la zona verde del Semáforo de Economías Regionales de Coninagro, un informe que evalúa precios, mercados y niveles de producción. El dato, difundido por TN, resulta relevante porque marca un cambio de tendencia para una actividad que venía atravesando meses de fuerte presión sobre los márgenes y confirma que algunos sectores del entramado agroproductivo comenzaron a mostrar señales concretas de recuperación.
El relevamiento correspondiente a octubre mostró un escenario heterogéneo: seis actividades en verde, siete en amarillo y seis en rojo, una distribución que refleja la convivencia entre mejoras puntuales, estancamientos y retrocesos persistentes. En ese contexto, el avance de la apicultura fue la principal novedad del mes. El sector logró mejorar sus indicadores clave a partir de un aumento del 33% en los precios, una suba del 32% en las exportaciones y un stock estimado en 4 millones de colmenas, según consignó el informe.
Con una producción cercana a las 75.000 toneladas, la actividad incorporó un dinamismo que la ubicó entre las cadenas con mejor desempeño del período. El dato cobra especial relevancia si se considera que cerca del 90% de la miel producida en el país se destina al mercado externo, lo que vuelve al sector altamente sensible a la evolución del comercio internacional y de los precios globales.

Además de la apicultura, el semáforo ubicó en la franja verde a bovinos, porcinos, aves, ovinos y granos, conformando un lote acotado de actividades que lograron consolidar mejoras en sus componentes productivos, comerciales y financieros. De acuerdo con el análisis difundido por TN, los complejos vinculados a la proteína animal recuperaron margen gracias a precios más firmes, un mercado interno relativamente estable y exportaciones que sostuvieron el ritmo.
En el caso de los bovinos, el componente de negocio se mantuvo como el más sólido del semáforo, con incrementos de precios que superaron la inflación. Porcinos y aves mostraron un comportamiento similar, con una demanda sostenida y una estructura de costos que permitió preservar la rentabilidad. Los ovinos, aunque con menor peso macroeconómico, también exhibieron una tendencia positiva.
El complejo granario, por su parte, continuó liderando en volumen exportado y participación dentro del comercio exterior argentino. La estabilización de las condiciones climáticas y la mejora de los precios internacionales impactan de manera directa en el componente de negocio del sector agrícola, que volvió a mostrar señales claras de crecimiento.
En ese grupo, la apicultura se destacó por haber logrado un salto cualitativo luego de varios meses de desempeño irregular. La mejora del mercado global de la miel, junto con una recomposición del precio interno y cierta estabilización del consumo local, explican gran parte del cambio de escenario.

En la zona amarilla, el informe de Coninagro ubicó a forestal, maní, leche, tabaco, cítricos dulces, mandioca y peras y manzanas. Se trata de cadenas productivas que, según el análisis difundido por TN, no muestran caídas abruptas, pero tampoco reúnen los elementos necesarios para pasar a una fase de crecimiento pleno.
El sector forestal registró una performance exportadora destacada, con un crecimiento del 156% frente al promedio histórico, aunque los costos internos siguen siendo una restricción relevante. El maní, tradicional motor exportador, mantuvo niveles aceptables, pero se vio condicionado por el aumento de importaciones y el estancamiento de algunos precios.
La lechería continúa afectada por la volatilidad del mercado internacional, una estructura de costos exigente y un consumo interno que no termina de recuperarse. En el caso del tabaco, el informe reflejó un fuerte incremento en las exportaciones —302% por encima del promedio de los últimos diez años—, aunque con un mercado interno debilitado y costos en alza.
Los cítricos dulces presentaron señales mixtas: una buena campaña exportadora convivió con dificultades logísticas y aumentos en los insumos. La mandioca mostró estabilidad productiva, pero sin margen para mejorar la rentabilidad. Finalmente, las peras y las manzanas continúan presionadas por costos elevados y problemas de competitividad en los mercados internacionales.
La zona roja del semáforo concentró a yerba mate, arroz, papa, vino y mosto, hortalizas y algodón, sectores que atraviesan una situación más comprometida. La característica común es el deterioro del componente de negocio, con precios que no acompañaron la inflación, un mercado interno debilitado y costos que avanzaron a mayor velocidad que los ingresos.
La yerba mate se mantiene como uno de los sectores más tensionados del año, con un desfase persistente entre los valores que necesitan los productores para cubrir costos y los precios que paga la industria. En arroz, pese a un fuerte crecimiento exportador —174% por encima del promedio de la última década—, los costos internos y la competencia internacional limitan la rentabilidad.
La papa, altamente dependiente del mercado interno, atraviesa un período de precios bajos y gastos logísticos elevados. En vino y mosto, la caída del consumo doméstico y la pérdida de competitividad externa profundizan las dificultades. Las hortalizas siguen presionadas por el costo de los insumos y la caída del poder adquisitivo, mientras que el algodón continúa afectado por precios deprimidos y un contexto global adverso.

El informe también puso el foco en el comercio exterior. Entre enero y octubre, las 19 economías regionales exportaron US$ 48.420 millones, un 61% por encima del promedio histórico de la última década. Sin embargo, el crecimiento muestra una fuerte concentración: los complejos granarios explican el 78% del total exportado, seguidos por el sector bovino, con el 8,5%.
El resto de las economías regionales, que representan la producción más atomizada del país, aportan apenas el 13,5%, unos US$ 6.537 millones. En importaciones, la dinámica es similar: el 76% corresponde al complejo granario, mientras que el resto se distribuye entre las demás cadenas productivas.
La entrada de la apicultura en la zona verde del semáforo aparece como un dato simbólico en un contexto marcado por la disparidad. En un escenario de costos elevados, volatilidad cambiaria y mercados desiguales, la recuperación de este sector demuestra que algunas actividades lograron recomponerse cuando se alinean precios, exportaciones y producción.
El Semáforo de Coninagro vuelve a dejar en evidencia la heterogeneidad estructural del aparato productivo argentino. Mientras un grupo reducido consolida mejoras, otros sectores avanzan lentamente y varios continúan en retroceso. En ese mapa complejo, cada señal de recuperación se convierte en un punto de apoyo para pensar la evolución de las economías regionales en los próximos meses, según informó TN.