El grupo Grassi tomó formalmente el control de Vicentin SAIC y puso en marcha la Nueva Vicentin Argentina, en un giro clave para una de las empresas más emblemáticas —y controvertidas— del sector agroindustrial nacional. La decisión quedó oficializada el 27 de diciembre de 2025, cuando el juez Fabián Lorenzini, titular del Juzgado Civil y Comercial de Segunda Nominación de Reconquista, dispuso la transferencia de las acciones de la concursada a Grassi S.A., en cumplimiento de la resolución homologatoria del proceso de cram down. La información fue publicada por Bichos de Campo.
Con esta medida, todos los activos de Vicentin SAIC pasan a integrar la nueva sociedad, que operará bajo la denominación Nueva Vicentin Argentina. El directorio quedó conformado por Mariano Grassi como presidente, Leandro Salvatierra como vicepresidente y Hugo A. Grassi como director.
Desde el grupo empresario difundieron un comunicado en el que destacaron el alcance del paso dado. “Se cumple de esta manera un paso formal muy significativo que marca el nacimiento de la Nueva Vicentin Argentina, que se construirá a partir de las raíces de una historia industrial sin precedentes, del compromiso y la capacidad de su gente”, señalaron. En el mismo texto, remarcaron que la nueva compañía contará con capitales 100% argentinos y buscará posicionarse como un actor central del entramado agroexportador.
“Sobre esa base aspiramos a que NV Argentina sea una gran protagonista del sector agroindustrial y que potencie a toda la cadena agroexportadora con una visión asociativa”, añadieron desde el holding, subrayando un enfoque que apunta a reconstruir vínculos comerciales y productivos tras años de conflicto financiero y judicial.
El rol de Leandro Salvatierra en el nuevo esquema resulta clave. El abogado integra el directorio en representación del Estudio Casanova, que fue el responsable de diseñar la estructura societaria y financiera que permitió al grupo Grassi reunir las mayorías necesarias para imponerse en el cram down. Según reconstruyó Bichos de Campo, ese trabajo legal fue determinante para destrabar uno de los concursos más complejos de la historia reciente del agro argentino.
El punto de partida de esa estrategia fue la compra de acreencias concursales a un grupo de entidades financieras internacionales: International Finance Corporation, FMO, Natixis, Rabobank, MUFG Bank, ING Bank y Sumitomo Mitsui Banking. En conjunto, esas deudas representaban unos US$ 447 millones del pasivo concursal de Vicentin.
La operación fue ejecutada por CIMA Investments, propiedad de Esteban Antonio Nofal. A través de una empresa controlada, Avir South, que recibió fondos de distintas sociedades offshore, el esquema permitió concentrar el 37% del pasivo computable de Vicentin, un porcentaje decisivo para inclinar la balanza en el proceso judicial.
El Estudio Casanova cuenta además con antecedentes relevantes en operaciones de alta complejidad. Es asesor legal del Grupo Televisión Litoral, controlado por Gustavo Scaglione y Josefina Daminato, que gestiona medios como Canal 3, La Capital, Radio 2, LT8, FM Vida y diario UNO. Este año, el grupo concretó además la compra de Telefe, en una negociación internacional en la que Casanova trabajó junto al estudio Arnold & Porter.

En el mapa mediático, Grupo Televisión Litoral es además socio de José Luis Manzano y Daniel Vila en América TV, lo que refuerza el peso específico del estudio jurídico que ahora tiene un lugar central en la conducción de la nueva Vicentin.
El traspaso accionario marca el cierre de una etapa signada por la crisis financiera, el default y la judicialización, y abre un interrogante mayor: cómo será el futuro operativo y estratégico de la Nueva Vicentin Argentina. El desafío no es menor. La empresa fue durante décadas uno de los principales jugadores del complejo sojero y cerealero, con fuerte presencia exportadora, plantas industriales clave y un entramado de proveedores y productores que aún esperan señales claras de normalización.
Desde el grupo Grassi sostienen que el objetivo es recuperar capacidad productiva, garantizar continuidad operativa y volver a integrar a Vicentin como un actor relevante de la agroindustria nacional. El proceso, sin embargo, estará atravesado por la necesidad de reconstruir confianza, renegociar relaciones comerciales y ordenar un pasivo que dejó huellas profundas en el sistema financiero y productivo.
Con el control accionario ya definido y el directorio en funciones, la Nueva Vicentin Argentina inicia una nueva etapa. El impacto de esta reconfiguración excede a la empresa: involucra a acreedores, productores, trabajadores y a buena parte de la cadena agroexportadora, que sigue de cerca si este cambio de mando logra finalmente cerrar uno de los capítulos más complejos de la historia reciente del sector.