Brasil avanza con la exploración petrolera frente al Amazonas y reabre el debate entre desarrollo y agenda verde

El gobierno de Lula autorizó a Petrobras a explorar el Margen Ecuatorial, una zona sensible por su biodiversidad, con el objetivo de sostener ingresos y reservas energéticas

Brasil avanza con la exploración petrolera frente al Amazonas y reabre el debate entre desarrollo y agenda verde
domingo 28 de diciembre de 2025

Brasil dio un paso decisivo hacia una nueva frontera petrolera en el norte del país al autorizar la exploración de hidrocarburos en el Margen Ecuatorial, una extensa franja marítima cercana a la desembocadura del río Amazonas, en la costa del estado de Amapá. La decisión, tomada en octubre de 2025 por el organismo ambiental brasileño, involucra a la petrolera estatal Petrobras, se produce durante el actual mandato de Luiz Inácio Lula da Silva y resulta relevante porque expone la tensión entre la agenda ambiental del gobierno y la necesidad de garantizar ingresos fiscales, seguridad energética y crecimiento económico en el mediano plazo.

Según informó Infobae, la licencia otorgada permite a Petrobras iniciar tareas exploratorias a unos 160 kilómetros de la costa de Oiapoque, una localidad históricamente aislada que hoy comienza a transformarse al ritmo de la expectativa petrolera. Hoteles en construcción, mejoras en el aeropuerto local y un aumento visible del movimiento aéreo anticipan el impacto económico que podría generar el proyecto incluso antes de que se confirme la existencia de yacimientos comercialmente viables.

La exploración en el Margen Ecuatorial no es un hecho aislado. Responde a una estrategia energética de largo plazo del gobierno brasileño, que busca compensar el futuro declive de las reservas conocidas. En 2006, durante el primer mandato de Lula, el hallazgo de los yacimientos presal frente a la costa de Río de Janeiro catapultó a Brasil a un nuevo escalón entre los grandes productores mundiales de petróleo. Sin embargo, esas reservas, aunque aún activas, comenzarían a agotarse en las próximas décadas. Sin nuevos descubrimientos, el país podría volver a ser importador neto de petróleo hacia 2040, con un fuerte impacto en las cuentas públicas.

De acuerdo con estimaciones oficiales, una caída sostenida de las exportaciones petroleras implicaría la pérdida de billones de reales en ingresos fiscales. Para evitar ese escenario, el gobierno apuesta ahora al Margen Ecuatorial, una región que, según la Agencia Nacional de Petróleo y Gas de Brasil, podría contener más de 30.000 millones de barriles, de los cuales unos 10.000 millones serían recuperables. Este potencial explica por qué Sudamérica se convirtió en la región del mundo donde la producción de petróleo crece con mayor rapidez.

El impulso brasileño se da además en un contexto regional marcado por los descubrimientos frente a las costas de Guyana y Surinam, donde empresas como ExxonMobil identificaron reservas por unos 11.000 millones de barriles, transformando a Guyana en uno de los países de mayor crecimiento económico del planeta. Ese antecedente fue determinante para acelerar las definiciones políticas en Brasil. En palabras del propio Lula, citadas por Infobae: “¿Vamos a quedarnos estancados comiendo pan y agua? ¡No! Nos gusta el pan con mortadela”, expresó el mandatario en febrero, al defender la exploración petrolera.

Brasil avanza con la exploración petrolera frente al Amazonas y reabre el debate entre desarrollo y agenda verde

El avance del proyecto, sin embargo, despierta fuertes cuestionamientos ambientales. La zona elegida se encuentra próxima a una de las regiones menos estudiadas y más biodiversas del mundo: el estuario del Amazonas, que concentra cerca de una quinta parte del agua dulce que los ríos del planeta vierten diariamente en los océanos. Manglares extensos, poblaciones de peces aún no catalogadas, delfines de río, manatíes y ballenas conviven con un arrecife de aguas profundas de unos 1.000 kilómetros de extensión, descubierto recién en 2016.

Las condiciones técnicas tampoco son simples. Las corrientes marinas en la desembocadura del Amazonas son fuertes e impredecibles, con flujos que cambian de dirección según la profundidad. El principal objetivo de Petrobras, el denominado Bloque 59, se encuentra a unos 3.000 metros bajo el lecho marino, casi el doble de la profundidad del pozo Deepwater Horizon en el Golfo de México, escenario del mayor derrame petrolero de la historia reciente. Aun así, grandes compañías como ExxonMobil, Chevron y la Corporación Nacional de Petróleo de China ya obtuvieron permisos para explorar en áreas cercanas, mientras Petrobras confía en su experiencia en perforación en aguas profundas.

En el plano social, el proyecto genera expectativas y temores. En Amapá, gran parte de la población ve en el petróleo una oportunidad de desarrollo. Comerciantes y trabajadores locales esperan que las inversiones, estimadas por el Ministerio de Energía en 280.000 millones de reales y la creación de 350.000 empleos, impulsen una región históricamente postergada. Sin embargo, comunidades indígenas y ambientalistas advierten sobre los riesgos de derrames y los impactos indirectos, como la deforestación, la migración descontrolada y la presión sobre servicios públicos.

Algunos líderes indígenas expresaron su desconfianza tras las consultas realizadas por la empresa. “Hemos visto en televisión que ha habido derrames de petróleo en otros lugares. ¿Por qué deberíamos creer que eso no puede pasar aquí?”, señaló un referente del pueblo karipuna, en declaraciones reproducidas por Infobae. A nivel local, autoridades reconocen que la llegada masiva de personas ya está generando tensiones en escuelas, hospitales y sistemas de control estatal.

Consciente de estas contradicciones, el gobierno de Lula plantea un enfoque pragmático. La estrategia oficial consiste en utilizar los ingresos del petróleo para financiar la transición hacia energías renovables. A comienzos de diciembre, el presidente instruyó a sus ministros para elaborar una hoja de ruta destinada a reducir la dependencia de los combustibles fósiles. “Garantizar la seguridad energética y la estabilidad fiscal en el corto plazo, mientras se financia la competitividad a largo plazo en energías renovables”, resumió el ministro de Energía, Alexandre Silveira, también citado por Infobae.

El debate permanece abierto. Mientras el mundo avanza, con ritmos desiguales, hacia la descarbonización, Brasil apuesta a aprovechar sus ventajas comparativas en el petróleo, argumentando que sus emisiones por barril producido son inferiores al promedio global. En la ribera del Amazonas, donde el río se encuentra con el Atlántico, la expectativa económica convive con la incertidumbre ambiental, anticipando un conflicto que marcará la agenda energética y ecológica del país en los próximos años.



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