El Gobierno de Río Negro avanza en una redefinición del esquema de financiamiento del sistema de riego del Alto Valle, con el objetivo de compartir los costos de mantenimiento entre todos los actores que se benefician del territorio irrigado y no solo los productores. Así lo confirmó el ministro de Desarrollo Económico y Productivo, Carlos Banacloy, quien además adelantó que la Provincia trabaja en modificaciones al impuesto inmobiliario rural, incentivos a la productividad y un marco legal para ordenar el avance de la urbanización sobre tierras históricamente productivas. La iniciativa se inscribe en una estrategia más amplia que apunta a sostener la actividad agropecuaria, ampliar las áreas bajo riego y preparar el escenario para nuevos desarrollos económicos a partir de 2026.
Banacloy sostuvo que el sistema actual presenta asimetrías que ya no resultan sostenibles en un valle donde conviven fruticultura, ganadería intensiva, horticultura, infraestructura petrolera y expansión urbana. En ese contexto, remarcó: “No es justo recargarle todo el costo del sistema de riego de las 70.000 hectáreas históricas del valle irrigado al que produce”, en referencia a quienes mantienen la actividad económica, generan empleo y preservan el carácter verde del territorio.
El ministro trazó un balance de la transformación del Alto Valle en la última década. Según explicó, la fruticultura tradicional perdió peso relativo frente a cultivos de rápido retorno, como la alfalfa y el maíz, altamente demandados por la ganadería y los sistemas de engorde. Ese proceso, afirmó, redujo de manera significativa la cantidad de chacras abandonadas. “Cuando uno mira la foto del valle de hace diez años y la compara con la actual, ya casi no quedan chacras abandonadas”, señaló.
A la diversificación agrícola se sumaron invernaderos, horticultura de precisión y un crecimiento de la ganadería intensiva, apoyada en la disponibilidad de forraje local. El fenómeno no se limita al Alto Valle: en el Valle Medio, Conesa y el Valle Inferior la matriz productiva es aún más diversa, lo que refuerza la necesidad de políticas diferenciadas por región.

Uno de los ejes centrales del planteo oficial es el avance de la urbanización y de actividades no agrícolas sobre suelos productivos. Banacloy advirtió que el desarrollo del hub exportador de Vaca Muerta implicará mayor demanda de infraestructura, expansión urbana y presión sobre zonas irrigadas cercanas a Cipolletti, Cinco Saltos y Contralmirante Cordero.
En ese marco, el funcionario fue categórico: “Si alguien quiere ocupar parte de esas tierras con el petróleo, con la urbanización o con cualquier proyecto por fuera de la fruticultura, tendrá que contemplar que el sistema lo tiene que mantener”. La propuesta oficial apunta a que los nuevos usos del suelo contribuyan al sostenimiento del sistema de riego, bajo el principio de que el beneficio territorial debe implicar también responsabilidades compartidas.
Otro frente de trabajo es una ley de incentivo a la productividad, que incluiría modificaciones al impuesto inmobiliario. El objetivo es diferenciar entre quienes producen de manera efectiva y quienes mantienen tierras ociosas a la espera de una valorización inmobiliaria.
Banacloy planteó que “aquel que produce no puede pagar el mismo impuesto inmobiliario que aquel que solo tiene un campo en venta”, y puso como ejemplo a productores de regiones más adversas, como la Línea Sur, que sostienen su actividad en condiciones climáticas complejas. La iniciativa también busca destrabar sucesiones rurales que permanecen sin resolver y que limitan la continuidad productiva.
Estas propuestas forman parte de un paquete normativo solicitado por el gobernador, con horizonte en 2026, para ordenar el uso del suelo y dar previsibilidad a largo plazo frente al crecimiento urbano.
En paralelo, la Provincia impulsa proyectos estructurales para ampliar la superficie bajo riego y mejorar la competitividad. Entre ellos se destacan Guardia Mitre, Negro Muerto y Colonia Josefa, iniciativas que avanzan en etapas y cuentan con acuerdos previos con los productores.
En Guardia Mitre, la prioridad es la electrificación, ya que cerca del 90% del riego es presurizado. En Negro Muerto, la primera etapa contempla la electrificación de los primeros 40 kilómetros. En Colonia Josefa, el proyecto prevé extender el recorrido del canal de la usina Céspedes para permitir tomas de agua directas y sistemas presurizados. “Todo esto ya está acordado con los productores, está avanzado”, afirmó Banacloy.
El funcionario destacó que en estas zonas muchos productores riegan actualmente con bombas a gasoil, y que el acceso a energía eléctrica permitiría mejoras de 35% a 40% en competitividad, reduciendo costos y aumentando eficiencia.
Otra obra estratégica es el revestimiento del canal Pomona–San Antonio, que abre oportunidades para el desarrollo de olivicultura en la zona costera. Según explicó Banacloy, el canal tiene un caudal legal de entre 6 y 7 metros cúbicos por segundo, suficiente para irrigar entre 10.000 y 15.000 hectáreas.
La cercanía al mar atenúa las heladas, una ventaja comparativa clave en un contexto global donde los principales productores de olivos enfrentan pérdidas por sequía. “El canal Pomona–San Antonio tiene un potencial enorme en la producción de olivos”, señaló, y remarcó que la región ya cuenta con experiencia y capital humano en ese cultivo.

Al evaluar el balance de 2025, Banacloy describió un año difícil y complejo, atravesado por cambios abruptos en las reglas económicas, aumentos tarifarios, apertura comercial acelerada y falta de herramientas de transición para las economías regionales. Sectores como la fruticultura y la pesca sintieron con fuerza el impacto de los costos energéticos y la competencia externa.
Frente a ese escenario, destacó el rol del Estado provincial en el financiamiento productivo, con líneas para agroquímicos, maquinaria y malla antigranizo, a tasas subsidiadas. Reconoció que los recursos son limitados, pero sostuvo que la Provincia no interrumpió el acompañamiento al sector.
De cara al futuro, el ministro definió a 2026 como un año bisagra. Por primera vez, Río Negro contará con proyectos hidrocarburíferos y mineros capaces de equilibrar su balanza comercial, sin resignar su fuerte matriz agroalimentaria. “La fábrica está en marcha, los productores están, saben lo que tienen que hacer”, resumió, al plantear que el desafío será lograr que esos nuevos ingresos se traduzcan en más inversión y desarrollo territorial.
La redefinición del sistema de riego, los cambios impositivos y las obras de infraestructura aparecen así como piezas centrales de una estrategia que busca sostener la producción, ordenar el uso del suelo y preparar a la provincia para una etapa de mayor complejidad económica y productiva.