Muchas veces se les atribuye a los directores el título de líder, simplemente por su puesto jerárquico. No obstante, hay muchas diferencias en las formas en que los líderes y los managers motivan a sus equipos hacia objetivos comunes. En primer lugar, los líderes atraen a las personas que creen en su visión, mientras los managers tienen personas que trabajan para ellos, sin necesariamente compartirla.
Un gerente o director es alguien que escaló en la organización gracias a su desempeño y llena el vacío entre la dirección general o presidencia y el personal debajo. La gerencia se trata de hacer que las cosas se realicen en el día a día, gestionando los programas, el flujo de trabajo, los proyectos y los desempeños. Para eso, proponen objetivos a corto plazo, delegan tareas, resuelven cuestiones y hacen cumplir las normas.
En cambio, los líderes influyen e inspiran a las personas hacia la acción. Proponen una visión a largo plazo y atraen a los equipos a las metas de la organización. Los líderes moldean los valores y la cultura de la empresa a partir de un modelo a seguir.
La primera distinción entre ambos es que no se necesita un título de gerente para ser líder, ni siquiera necesita tener reportes directos. Del lado contrario, todos los ejecutivos podrían ser más exitosos si desarrollaran habilidades de liderazgo.
Practicá la visión a largo plazo: los líderes le dedican menos tiempo a las tareas cotidianas y más visualizando el futuro. Se recomienda leer artículos o escuchar podcasts sobre las tendencias en la industria. Incluso, se pueden compartir estos artículos con el equipo y tener un intercambio de ideas en una reunión para que todos puedan pensar en lo que se viene y armar estrategias.
Desarrollá tu inteligencia emocional: los grandes líderes están en sintonía con los individuos que lo rodean y tienen una gran inteligencia emocional: conciencia de sí mismo, autocontrol, empatía y habilidades sociales. Practicá analizando cómo reaccionás ante las personas y circunstancias, prestá atención a tus sentimientos y emociones y respondé en lugar de reaccionar, tomándote un momento de pausa antes de responderle a alguien.
Convertite en un eterno aprendiz: los líderes van hacia los límites y, frecuentemente, se alejan de su propia zona de confort para tomar riesgos. Esto te ayuda a aprender nuevas habilidades y, además, te permite practicar cómo sentirte cómodo en tu inconformidad.
Pide que tu equipo aporte: mientras los ejecutivos tienden a delegar las tareas, enfocándose en que el trabajo se realice, los líderes incentivan a otros para que sean dueños de sus propios trabajos. En lugar de decirle a la gente qué hacer, los líderes piden por aportes en su equipo y crean un ambiente de trabajo con compromiso, en el cual las personas sienten que están marcando la diferencia.