l guanaco habita las estepas andinas y patagónicas desde el nivel del mar hasta los 4.000 metros de altura. En la provincia de Santa Cruz, vive la población más grande del mundo. Es considerada una especie paraguas para la estepa patagónica y clave para el desarrollo productivo local. Su pelaje es muy apreciado por su impermeabilidad y suavidad en el mercado textil internacional. Tiene una finura comparable a las mejores fibras naturales, como el cashmere o la vicuña.
Según datos históricos, las poblaciones de guanacos en épocas precolombinas llegaron a 30 o 40 millones de ejemplares desde el norte de Perú hasta la isla Navarino, en el extremo sur de Chile, sin que resultara en una degradación de los ecosistemas nativos. Para el fin del siglo XIX la población se había reducido a 7 millones de individuos. Para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en la actualidad la población total mundial no superaría los seiscientos mil individuos. En Patagonia se estima que vive el 90% de esa población.
Como describió Charles Darwin en “El viaje del Beagle” el 6 de diciembre de 1833: “El Guanaco es el cuadrúpedo característico de las llanuras de la Patagonia. Representa en América meridional al camello de Oriente. En estado natural, con su largo cuello y sus delgadas patas, es un animal elegante. Es muy común en todos los lugares templados del continente y se extiende hacia el sur hasta las islas inmediatas al Cabo de Hornos. Vive por lo general en pequeños rebaños formados por un número de individuos que oscila entre la media docena y la treintena; aunque a orillas del Santa Cruz hemos visto uno que debía componerse por lo menos de quinientos.”
La oveja fue introducida en la Patagonia Argentina a finales del siglo XIX para ganadería en forma extensiva, ocupando el mismo hábitat que el guanaco y otras especies nativas. Durante décadas el objetivo de producir más lana llevó a un fuerte pastoreo con incidencias negativas en el ecosistema con una tasa acelerada de desertificación y erosión. El impacto en la conservación del guanaco no tardó en llegar por pérdida de hábitat, competencia por el alimento y caza ilegal y legal.
Existe una percepción negativa sobre el guanaco por parte de los ganaderos ovinos, lo consideran un competidor por el recurso forrajero, ya que ovejas y guanacos comparten sus preferencias dietarias. Así es como se despliega la caza para mantener regular el número de guanacos alegando que su presencia impide tener más ovejas y por ende un aumento en la producción lanera.
Pero lo cierto es que el guanaco es una especie autóctona, con características únicas que permiten preservar mejor los pastizales y ayudar a combatir la desertificación que llega al 70% en la Patagonia. Tienen ventajas apreciables si los comparamos con las ovejas. Al tener almohadillas en las plantas de sus patas, su andar impacta menos en el suelo que el daño que provocan las ovejas con sus pezuñas. También al comer cortan el pasto y no lo arrancan como lo hacen las ovejas, lo que permite una regeneración más rápida del suelo. Por otro lado, son más eficientes a la hora de alimentarse porque digieren mejor los pastos secos, reciclan mejor el nitrógeno y por lo tanto consumen menos alimentos, fundamental durante épocas de sequía. Por esto se los conoce como pastoreadores de bajo impacto.
Por estas ventajas y su gran adaptación a los suelos áridos, en estos últimos años se lo ha considerado como un animal con potencial riqueza productiva para la región. Es imprescindible hacer uso del recurso de manera sustentable que satisfaga necesidades del presente propendiendo al cuidado de la especie para las generaciones futuras.
Infobae