Según un informe de Fertilizar, la liberación en el mercado de distintas variedades de trigo ha revolucionado el potencial de rendimientos en la región pampeana. Sin embargo, la combinación entre rinde y calidad continúa siendo todo un desafío para el sector. La clave productiva se encontraría en el perfecto equilibrio entre ambos aspectos.
Los dos parámetros más difundidos en términos calidad son la proteína y el gluten. Los cultivares ingresan a tres grupos distintos de calidad según los porcentajes de que posean de estos aspectos.
Las distintas variedades de trigo son revisadas cada dos años por la Comisión Asesora del Instituto Nacional de Semillas (INASE), que se encarga del chequeo de resultados en la Red Nacional de Ensayos Oficiales sobre la base de cultivares testigo.
Durante un estudio realizado en la localidad de Roldán, provincia de Santa Fe, sobre la campaña 2016/2017, se sembró un ciclo con una base de fertilizante de veinte kilogramos por hectárea de proteínas y catorce kilogramos de azufre. A la misma se le fueron agregando dosis de nitrógeno crecientes. “Recién a las dosis máximas del ensayo logramos optimizar rendimiento y calidad –7.900 kilogramos/hectárea con 11.3 % de proteína–”, explicó Jorge Bassi, vicepresidente de Fertilizar.
De acuerdo a las conclusiones que arrojó la investigación, el desafío en la incorporación al mercado de nuevas variedades de trigo es lograr contenidos de proteína y gluten que los habiliten como trigos de molienda directa. “La clave está en lograrlo con valores que sean utilizables en nuestro país. Con un manejo ‘convencional’, éstas presentan buenos rendimientos pero con bajos niveles de calidad”, explicó el especialista.