Por Agroempresario.com
Después de la aprobación de la Ley Bases, considerada un hito para la gestión económica, han surgido nuevas preocupaciones y expectativas entre empresas, inversores y ahorristas. La posibilidad de una devaluación, que tanto el presidente Javier Milei como el ministro de Economía, Luis Caputo, han negado repetidamente, se ha convertido en el centro del debate, especialmente en relación con el levantamiento del cepo cambiario.
La negativa oficial a un nuevo salto discreto o a la aceleración del ritmo devaluatorio del 2% mensual ha generado reacciones mixtas. Para algunos sectores productivos, especialmente aquellos vinculados a la industria y la exportación, la falta de ajuste en el tipo de cambio representa un problema, ya que consideran que el peso está sobrevaluado. Por otro lado, esta decisión lleva tranquilidad a sectores dependientes de la demanda interna.
Según Juan Pablo Ronderos, socio de la consultora MAP, el escenario base contempla una aceleración del crawling del 2% al 5%, lo que alinearía variables como tasas, inflación y dólar, sin un salto devaluatorio abrupto. Sin embargo, las grandes empresas de alimentos y productos de consumo masivo advierten que una nueva devaluación sería difícil de asimilar. Un alto ejecutivo de una empresa alimenticia explicó que el impacto del último ajuste fue imprevisto, y una nueva devaluación podría ser aún más catastrófica.
En contraste, otros sectores creen que la devaluación es inevitable y necesaria para mejorar la competitividad. Se especula que una aceleración del ritmo devaluatorio a partir de agosto podría ser absorbida más fácilmente por los sectores vinculados al consumo interno, al tiempo que mejoraría las expectativas en otros sectores.
Ronderos también mencionó un escenario alternativo en el que, ante posibles errores económicos o políticos, el mercado podría seguir presionando, resultando en una subida del dólar entre 30% y 40% hacia fin de año. Esto, según un asesor de grandes empresas, es una posibilidad contemplada por muchas compañías que esperan una aceleración del ritmo devaluatorio.