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Por Agroempresario.com
La producción de maíz en Argentina enfrenta un panorama complicado para la campaña 2024/25, lo que pone en jaque a sectores clave de la economía nacional, como la producción de carne vacuna, porcina y aviar. Tras un ciclo 2023/24 afectado por la chicharrita, que causó una pérdida de aproximadamente 10 millones de toneladas, las proyecciones para la próxima campaña no son alentadoras. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) estima una reducción del 17% en el área sembrada, mientras que la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) prevé una caída del 20-21%.
Este descenso, equivalente a una merma de 1,3 a 2 millones de hectáreas, podría traducirse en una disminución de más de 10 millones de toneladas de maíz. La incertidumbre generada por factores climáticos, como la posible llegada de La Niña, y el aumento de costos debido a la brecha cambiaria, desincentivan aún más a los productores. La menor disponibilidad de maíz afectará directamente a la ganadería intensiva, en particular al feedlot, que ha crecido en los últimos años gracias a los precios relativamente bajos del cereal.
La importancia del maíz en la dieta de los animales de cría es innegable. Desde el engorde de bovinos hasta la producción de carne de cerdo y pollo, el cereal es fundamental para mantener los estándares de producción. Sin embargo, la competencia por el maíz entre estos sectores y la exportación será feroz. La BCR estima que el consumo total de maíz destinado a la producción animal en Argentina oscilará entre 10 y 12 millones de toneladas, un volumen similar a la pérdida proyectada para la campaña.
La situación se agrava aún más si se considera que los precios internacionales del maíz, influenciados por la abundante cosecha en Estados Unidos, han deprimido las cotizaciones, lo que complica la rentabilidad de los productores locales. Aunque la referencia de Chicago sigue siendo un factor clave en la formación de precios, la realidad argentina es mucho más compleja. A medida que avance la campaña, se espera que las diferencias entre los precios de las posiciones cercanas y las de abril de 2025 se amplíen, reflejando la escasez esperada.
El impacto de esta situación en los precios de la carne en el mercado local es incierto. Con costos de producción en aumento y una menor disponibilidad de maíz, trasladar estos incrementos al consumidor final en un contexto de debilitamiento del poder adquisitivo será un desafío monumental. Los productores enfrentan un dilema: absorber los costos o arriesgarse a perder competitividad en un mercado cada vez más exigente.
La campaña 2024/25 será, sin duda, una de las más desafiantes para el sector agrícola argentino. Con una reducción significativa en la disponibilidad de maíz, las producciones intensivas y la exportación deberán competir como nunca antes para asegurarse el grano necesario. En este contexto, la capacidad de adaptación y la eficiencia en el uso de recursos serán fundamentales para sortear los obstáculos que se avecinan.
