Por Agroempresario.com
En el contexto actual de la crisis climática, el combustible de aviación sostenible (SAF) se perfila como una de las soluciones más prometedoras para reducir las emisiones de la industria aérea. Un reciente artículo de opinión en Chacra destaca que el SAF “promete erradicar de raíz las emisiones de esta industria que tanto contribuyen al calentamiento global”. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) proyecta que la producción de SAF se triplicará en 2024, alcanzando los 1.900 millones de litros, aunque esto representará solo el 0,53% de las necesidades de combustible para aviación del año. Esta realidad pone de manifiesto las enormes oportunidades que ofrece el sector, especialmente para países con una fuerte base agrícola como Argentina.
El SAF se define como cualquier combustible aeronáutico que logre reducir entre un 50% y un 60% las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los carburantes convencionales, y su producción a partir de materias primas renovables es fundamental para alcanzar estos objetivos. Sin embargo, como se indica en el artículo de Chacra, “acceder a esta opción prometedora no es tan fácil”.
Para que los combustibles renovables, incluido el SAF, puedan evolucionar, se requiere un fuerte respaldo gubernamental. En Estados Unidos, el gobierno del presidente Biden ha introducido subsidios y préstamos para fomentar la producción de etanol destinado al SAF, siempre que se utilicen prácticas agrícolas sostenibles. “Aquellas plantas que puedan capturar dióxido de carbono se beneficiarán de la fuerte demanda de etanol con bajo contenido de carbono”, enfatiza la especialista citada en el artículo.
Este contexto internacional representa una oportunidad significativa para Argentina, que podría posicionarse como un líder en la producción de SAF gracias a su capacidad para cultivar maíz de manera sostenible. Recientemente, se advirtió que “la producción de etanol de maíz representa una gran oportunidad para nuestro país”, reflejando el potencial para un crecimiento en este sector.
El artículo también menciona que Argentina “exporta más de 35 millones de toneladas de maíz”, lo que podría traducirse en una capacidad de producción de SAF superior a 8 millones de metros cúbicos, cuadruplicando así la producción mundial actual de este tipo de combustible. Sin embargo, para que este potencial se materialice, es fundamental la aprobación de una nueva ley de biocombustibles que fomente un entorno de mercado más competitivo y eficiente.
En este sentido, la Cámara de Bioetanol de Maíz ha subrayado que “el cereal argentino emite un 58% menos de gases de efecto invernadero que la media del resto del planeta”. Esto posiciona a Argentina no solo como un proveedor de maíz, sino como un productor sostenible de biocombustibles a nivel global. Sin embargo, el país enfrenta desafíos en su camino hacia la sostenibilidad, incluidos problemas macroeconómicos y la presión tributaria.
Finalmente, la construcción de la primera planta de combustible sustentable de aviación en Bahía Blanca, que producirá 150.000 metros cúbicos de etanol para consumo interno y 150.000 toneladas para SAF en una segunda etapa, representa un primer paso alentador hacia un futuro más verde. Como se concluye en el artículo de Chacra, “las oportunidades están, depende de nosotros”.
Argentina tiene en sus manos la posibilidad de liderar la industria de biocombustibles, pero para ello es imperativo que el país cuente con políticas públicas coherentes y un marco regulatorio que promueva el desarrollo sostenible y el uso eficiente de sus recursos naturales.