Por Agroempresario.com
El Canal Beagle, un estrecho de agua ubicado en el extremo sur de la isla Grande de Tierra del Fuego, es cada vez más visitado por las imponentes ballenas jorobadas. Durante los meses de verano, estas gigantes del mar, que pueden llegar a medir hasta 16 metros de longitud, se acercan a las aguas frías del canal para alimentarse. En un esfuerzo conjunto entre científicos y la comunidad local, por primera vez se cuenta con un catálogo fotográfico que permite identificar a los ejemplares que llegan a esta zona, un paso fundamental para su conservación y estudio.
Este ambicioso proyecto ha sido liderado por las investigadoras Natalia Dellabianca y Mónica Torres, del Laboratorio de Investigaciones en Mamíferos Marinos Australes del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), dependiente del Conicet, junto con Agustina Dellabianca, estudiante de biología en la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF). El esfuerzo también ha contado con la colaboración de más de 500 personas, incluyendo tripulaciones de embarcaciones turísticas locales, quienes han proporcionado imágenes valiosas de las ballenas avistadas durante los recorridos por el canal.
Las ballenas jorobadas se alimentan principalmente de pequeños peces y crustáceos que abundan en las aguas del Canal Beagle. Este ecosistema provee de una gran cantidad de alimento necesario para que las ballenas acumulen energía, que es crucial para su migración hacia aguas más cálidas, donde se reproducen. Según Mónica Torres, las ballenas engullen grandes cantidades de agua y alimentos que luego filtran a través de sus barbas, un proceso que les permite aprovechar al máximo los recursos disponibles en la zona.
Desde 1979, se ha reportado la presencia de ballenas jorobadas en el Canal Beagle, pero no fue hasta 2013 que surgió la idea de crear un catálogo visual que permitiera identificar de forma precisa a cada ejemplar. Este catálogo se basa en un sistema de identificación visual, que utiliza las marcas únicas en la aleta caudal de cada ballena. Las manchas blancas y negras en la parte inferior de la aleta permiten distinguir a las ballenas de manera individual, lo que hace posible su seguimiento a lo largo del tiempo.
Actualmente, el catálogo cuenta con 191 ballenas identificadas, y cada ejemplar registrado recibe un nombre determinado por la persona que haya aportado el primer registro fotográfico. Esta iniciativa no solo ha permitido realizar un seguimiento detallado de las ballenas, sino que ha servido como una valiosa herramienta para comprender sus hábitos migratorios y de alimentación en la región.
Según Mónica Torres, el catálogo ha tenido implicaciones muy positivas para el estudio y conservación de las ballenas jorobadas en la zona. “El catálogo de fotoidentificación tiene muchas implicancias. Por una parte, aporta información biológica clave sobre la especie en una zona donde su presencia no era frecuente, pero en los últimos diez años hemos registrado un aumento constante en el número de individuos que visitan el Canal Beagle”, destacó.
Además del aumento en la cantidad de ejemplares avistados, este proyecto ha permitido conocer mejor el comportamiento de las ballenas y cuánto tiempo permanecen en el canal. También se ha descubierto que algunos ejemplares regresan año tras año, lo que resalta la importancia del Canal Beagle como un área crucial para la alimentación de esta especie. Uno de los casos más destacados es el de "Shima", una ballena identificada en 2018, cuyo nombre significa "agua" en yagán, y que se ha convertido en la ballena más reavistada en la zona.
El proyecto ha sido un claro ejemplo de ciencia ciudadana, un modelo en el que la comunidad juega un rol clave en la recopilación de datos y en la promoción de la conservación de especies. Más de 500 personas, entre habitantes locales, turistas, fotógrafos y tripulantes de embarcaciones, han participado activamente en el monitoreo de las ballenas, contribuyendo con registros fotográficos y observaciones valiosas.
El catálogo también ha sido reconocido por organizaciones internacionales como WCS Argentina, cuya directora de conservación costero marina, Valeria Falabella, resaltó la importancia de las ballenas jorobadas como “especies centinelas”. “Son animales sensibles a los cambios en el ambiente. El monitoreo de sus patrones de comportamiento puede ayudarnos a identificar los cambios que se están produciendo en el ecosistema marino”, explicó Falabella.
El avistaje de ballenas jorobadas debe realizarse con precaución para evitar alterar su comportamiento. Las autoridades recomiendan mantener una distancia prudencial de las ballenas durante la observación. En caso de avistar a una ballena varada, se debe alertar a las autoridades locales y evitar acercarse al animal, ya que no se debe tocar ni interactuar hasta que se haya evaluado la causa de su varamiento.