Por Agroempresario.com
En un contexto de reservas ajustadas y volatilidad cambiaria, el Gobierno argentino se prepara para colocar un nuevo bono denominado “peso linked” con el objetivo de fortalecer las reservas del Banco Central (BCRA) sin recurrir a la emisión monetaria ni tensionar el tipo de cambio oficial. Según estimaciones del mercado, esta herramienta financiera podría aportar hasta USD 2.000 millones en divisas frescas durante el segundo semestre del año, cuando se espera una menor liquidación del sector agroexportador y una mayor presión dolarizadora previa a las elecciones legislativas.
La iniciativa forma parte del abanico de medidas que diseña el ministro de Economía, Luis Caputo, para blindar la estabilidad cambiaria sin sacrificar el ancla monetaria, clave en la estrategia para seguir bajando la inflación. En lugar de emitir pesos para comprar dólares —con el riesgo de generar una expansión monetaria que desate presiones inflacionarias—, el Gobierno busca atraer fondos internacionales mediante un instrumento en moneda local pero emitido en el exterior.
El bono “peso linked” ofrecería rendimientos atractivos en pesos a inversores extranjeros, sin necesidad de que ingresen al mercado financiero local, lo que elimina requisitos regulatorios y restricciones de permanencia, como la conocida “parking rule” que obliga a mantener los dólares al menos seis meses. Además, los fondos podrían cubrirse en los mercados internacionales utilizando contratos NDF (Non Delivery Forward), lo que permitiría cerrar cambios sin operar directamente en la plaza argentina.
Alejo Costa, economista jefe de Max Capital, señaló que existe interés por un bono de estas características: “Hoy es muy difícil para un inversor extranjero hacer carry trade en Argentina. Este instrumento simplifica todo y abre la puerta a un público más amplio”. En efecto, las conversaciones entre funcionarios del equipo económico y administradores de fondos internacionales ya están en marcha para evaluar el apetito por el nuevo título.
La intención oficial es que el bono cumpla los requisitos para ingresar al índice GBIM (Global Bond Index Market), lo cual implica una duración mínima de dos años y medio. De lograrlo, se incrementa la visibilidad del instrumento y su inclusión en carteras institucionales que replican este tipo de benchmarks.
La colocación del bono peso linked busca también compensar el menor ingreso de dólares previsto para el segundo semestre, una estacionalidad típica del ciclo agroexportador argentino. Tras el pico de la cosecha gruesa, que concentra la mayor parte de las liquidaciones del campo, el flujo de divisas tiende a reducirse, lo que históricamente genera tensiones sobre el mercado cambiario, más aún en contextos electorales donde aumenta la demanda de cobertura en moneda dura.
Por eso, el equipo económico trabaja en paralelo en otras alternativas para sumar dólares, como la reactivación de un acuerdo de tipo repo con bancos internacionales, mediante el cual se obtendrían préstamos garantizados por títulos públicos argentinos.
Otro anuncio que se espera en las próximas horas apunta a facilitar el uso de dólares para operaciones dentro del sistema financiero sin necesidad de justificar el origen de los fondos, hasta un tope de USD 100.000. El vocero presidencial Manuel Adorni —quien podría dejar su cargo para postularse como candidato a diputado— será el encargado de comunicar esta medida, que busca replicar en parte el efecto positivo del blanqueo de capitales del año pasado, que trajo más de USD 20.000 millones al sistema.
Con esta decisión, el Gobierno busca no solo atraer divisas, sino también descomprimir la demanda del dólar paralelo y reforzar la idea de una economía más abierta y sin controles excesivos, en línea con la eliminación reciente de aranceles a productos electrónicos importados como celulares.
El bono peso linked se perfila como una herramienta clave para transitar la segunda mitad del año con mayor holgura cambiaria. No se trata solo de cumplir con los compromisos asumidos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) —que incluyen metas de acumulación de reservas—, sino de evitar cualquier sobresalto que comprometa la estabilidad lograda en los primeros meses del año. En ese sentido, el Gobierno juega una carta financiera para ganar tiempo, generar confianza en los mercados y llegar a las elecciones legislativas con una macroeconomía más ordenada.
En un escenario donde la emisión monetaria es vista como una amenaza directa a la estabilidad de precios y el tipo de cambio, cada dólar que ingrese sin necesidad de imprimir pesos es una victoria para el equipo económico. De concretarse la colocación y lograr una buena recepción en los mercados internacionales, el bono peso linked podría convertirse en una herramienta de financiamiento regular, útil no solo para este gobierno, sino también para futuras administraciones.