Por Agroempresario.com
La industria automotriz en América Latina se encuentra en plena transformación. Mientras los autos chinos avanzan agresivamente en los mercados de la región —con Brasil como epicentro de esta expansión—, Toyota, líder indiscutido en Argentina, prepara una ofensiva centrada en la electrificación y en el nuevo Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI).
Con 30 años de trayectoria en la compañía, Rafael Chang asumió en 2023 como CEO y presidente ejecutivo de Toyota para América Latina y el Caribe. Tiene a su cargo 47 países, aunque la mayor parte de su energía se enfoca en el cono sur, especialmente en Argentina y Brasil, donde la marca japonesa enfrenta grandes desafíos: un contexto económico inestable, la presión competitiva de nuevas marcas chinas y la urgencia de adaptar su modelo de negocio a las nuevas tecnologías limpias.
Uno de los focos de mayor preocupación para Chang es el avance de las automotrices chinas, especialmente en el mercado brasileño. En ese país, marcas como ByD ya lideran la venta de autos eléctricos con un 42,7% de participación de mercado. De hecho, ByD está a punto de comenzar la producción en la histórica planta de Ford en Camaçari, Salvador de Bahía, marcando un hito en la industria regional.
Toyota, pionera en tecnologías híbridas en América Latina, ve en este fenómeno una señal de alerta pero también un incentivo. “La competencia es bienvenida. Nos obliga a mejorar nuestras operaciones, pero siempre bajo reglas claras e iguales para todos”, subraya Chang. Y esa premisa es el eje del planteo que hacen desde la automotriz japonesa frente al nuevo escenario regulatorio.
Para sostener el liderazgo en la región, Toyota proyecta inversiones basadas en innovación tecnológica y electrificación, con Argentina como eje estratégico. Hoy, la planta de Zárate produce los modelos Hilux y SW4. Pero desde la compañía ya analizan la posibilidad de fabricar un nuevo modelo electrificado amparado bajo el RIGI.
Este régimen, diseñado para fomentar grandes inversiones, exige la incorporación de nuevas tecnologías como condición clave para acceder a beneficios fiscales y cambiarios. “Si vamos con el RIGI, nuestro compromiso es traer tecnología nueva”, afirma Chang.
El ejecutivo no oculta que los estudios para un nuevo proyecto ya están muy avanzados. “Si no hay proyectos nuevos, quiere decir que en cinco años la planta muere”, advierte. Bajo esta lógica, la electrificación aparece como el camino inevitable.
La estrategia de Toyota no se limita a un único tipo de electrificación. Su enfoque es multitecnológico. En palabras de Chang, la empresa trabaja simultáneamente con cinco tecnologías de reducción de carbono:
Vehículos híbridos
Híbridos enchufables
Eléctricos a batería
Vehículos a hidrógeno
Modelos con almacenamiento de carbono
En Argentina, la apuesta inicial se volcó a los híbridos, como solución práctica frente a las limitaciones de infraestructura para autos eléctricos. Pero la empresa está abierta a nuevas plataformas que dependerán del contexto de cada mercado.
“¿Tiene sentido un auto eléctrico en una ciudad sin infraestructura de carga o cuya electricidad proviene de fuentes contaminantes?”, se pregunta Chang. Esa lógica de adaptación local es clave para Toyota.
En medio de este proceso de transformación, el contexto macroeconómico argentino juega un rol crucial. Según Chang, algunas señales recientes permiten cierto optimismo. Entre ellas, menciona la reducción en los plazos de pago de importaciones, la mayor disponibilidad de dólares y la posibilidad, a partir de 2025, de remitir dividendos a la casa matriz.
“Se está caminando en una línea correcta”, asegura. No obstante, el CEO regional advierte que persisten desafíos estructurales: el alto costo argentino, la presión impositiva y las falencias en infraestructura y logística.
En este escenario, la competitividad también pasa por dos caminos clave: aumentar el contenido local de producción y potenciar las exportaciones. Ambas estrategias permiten a Toyota mitigar los impactos de las variaciones del tipo de cambio, una variable crítica en economías como la argentina y la brasileña.
Toyota basa su operación en la región bajo el modelo de complementariedad productiva entre Argentina y Brasil, alineado con la lógica del Mercosur. “Producimos donde está la demanda”, resume Chang.
En este contexto, cualquier acuerdo de libre comercio —como el ya cerrado con la Unión Europea o un eventual entendimiento con Estados Unidos o China— será determinante para el futuro del sector.
“Debemos estar preparados para cuando seamos mercados abiertos. Nuestro objetivo debe ser competir a nivel global”, remarca.
A pesar de las dificultades coyunturales, Chang ve en Argentina un mercado con “potencial de mediano y largo plazo”. Ese enfoque es parte del ADN de Toyota, una compañía que planifica a largo plazo y que apuesta a crecer de forma sostenible en todos los mercados donde opera.
Desde Zárate, Toyota ya es el principal exportador de vehículos de Argentina. Con el nuevo impulso del RIGI y la apuesta por vehículos electrificados, busca consolidarse en una posición aún más estratégica dentro del ecosistema automotor regional.
En la batalla por el futuro de la movilidad, el liderazgo no está garantizado. Pero Toyota ya eligió su hoja de ruta: innovación, electrificación y reglas claras.