Por Agroempresario.com
En un paso clave dentro de la compleja relación comercial entre las dos economías más grandes del mundo, el gobierno de Estados Unidos ha anunciado que no modificará los aranceles actuales impuestos sobre productos chinos. Así lo confirmó el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, tras su participación en las negociaciones bilaterales realizadas en Londres con representantes del régimen de Beijing.
El anuncio de Lutnick se produjo en el marco de una entrevista con el programa Money Movers de CNBC, donde destacó que los niveles actuales de aranceles seguirán vigentes, sin nuevas alzas ni reducciones, como parte del reciente entendimiento comercial alcanzado con China. Esto ocurre pese a que el acuerdo aún no ha sido formalmente ratificado por ambos países.
“Definitivamente puedes decir que los aranceles no van a cambiar”, aseguró Lutnick en declaraciones televisivas que rápidamente generaron repercusión en los mercados internacionales.
El anuncio forma parte de un pacto más amplio alcanzado en la capital británica, donde se reunieron autoridades de ambas naciones. Entre los puntos principales figura el compromiso de China de suministrar a Estados Unidos todos los imanes completos y las tierras raras necesarias, elementos esenciales para industrias como la electrónica, defensa y energía renovable.
El propio presidente Donald Trump celebró el avance y afirmó que el acuerdo ya está “hecho”, aunque requiere una aprobación final tanto de su parte como del presidente chino, Xi Jinping. Trump también declaró que los aranceles chinos sobre productos estadounidenses se mantendrán en el 10%, en línea con lo acordado anteriormente durante la “tregua de Ginebra”.
Esta tregua, establecida en conversaciones previas en Suiza, permitió un alivio de 90 días en la aplicación de medidas arancelarias recíprocas, desactivando temporalmente una escalada en la guerra comercial que había impactado de lleno en sectores estratégicos.
Pocas horas antes de las declaraciones de Lutnick, Trump había publicado en su cuenta de Truth Social que los aranceles sobre productos chinos alcanzarían el 55%. Sin embargo, un funcionario de la Casa Blanca aclaró que esa cifra no representa una novedad, ya que se trata de la suma de dos medidas ya vigentes: un 30% de aranceles generales y un 25% en productos específicos.
Lutnick reforzó esta versión, afirmando que lo más importante del reciente acuerdo es la garantía de estabilidad en la política comercial estadounidense hacia China. En un contexto donde la volatilidad de las decisiones arancelarias ha sido una constante, el mensaje fue interpretado como una señal de previsibilidad para el sector empresarial.
Uno de los elementos más delicados del acuerdo es el suministro de tierras raras. Según Lutnick, Beijing había estado “ralentizando” deliberadamente las exportaciones de estos recursos críticos, lo que llevó a Washington a responder con restricciones en los visados para estudiantes chinos en universidades estadounidenses.
Este punto se destrabó tras una llamada telefónica entre Trump y Xi Jinping la semana anterior a las reuniones en Londres. A partir de ese contacto directo, China se comprometió a aprobar de inmediato las solicitudes de importación de imanes realizadas por empresas estadounidenses.
No obstante, persisten dudas entre los importadores de Estados Unidos. Información publicada por The Wall Street Journal y replicada por CNBC indica que las empresas estadounidenses sólo recibirán licencias temporales de seis meses, lo que permite a China revisar cada permiso y podría generar nuevas interrupciones en la cadena de suministro.
Pese al tono optimista de las declaraciones oficiales, el acuerdo aún no resuelve todos los puntos pendientes. Según CNBC, aún no hay claridad sobre los mecanismos de supervisión, la duración de los compromisos ni los detalles operativos para asegurar el flujo constante de materias primas.
Además, la falta de una respuesta oficial de la Casa Blanca a los comentarios de Lutnick pone en evidencia que ciertos aspectos del acuerdo podrían estar sujetos a revisión o reinterpretación en las próximas semanas.
“Estábamos en una situación de molestia mutua asegurada”, resumió Lutnick, al describir el clima previo a la reanudación del diálogo entre ambos países.
Este entendimiento llega en un momento clave para Estados Unidos, que busca asegurar el suministro de recursos críticos para su industria y reducir la dependencia estratégica de proveedores extranjeros. La diplomacia económica, combinada con una firme posición arancelaria, parece ser el eje de esta nueva etapa en la relación bilateral.
Trump dejó en claro que la relación directa con Xi Jinping será crucial para que este acuerdo se traduzca en acciones concretas. “El presidente Xi y yo vamos a trabajar juntos para abrir China al comercio estadounidense”, dijo Trump, mostrando su habitual estilo personalista en la política internacional.
A medida que se acerca la fecha de vencimiento de la tregua arancelaria, el mundo observa con atención la evolución de este acuerdo. Su implementación tendrá implicancias no solo para la economía de ambas naciones, sino también para el equilibrio del comercio global.