Argentina en la balanza: la batalla por la estabilidad económica y el futuro del dólar

Aldo Abram, director de Fundación Libertad y Progreso, desglosa el plan económico, la inflación y los desafíos pendientes para el país

Argentina en la balanza: la batalla por la estabilidad económica y el futuro del dólar
lunes 16 de junio de 2025

Por Agroempresario.com 

El reconocido economista Aldo Abram, director de la prestigiosa Fundación Libertad y Progreso, quien brindó su visión aguda y sin concesiones sobre el panorama económico actual de Argentina. En un momento donde la sociedad y el Gobierno celebran una caída significativa de la tasa de inflación, Abram advierte sobre la necesidad de no perder de vista otros objetivos cruciales del plan económico, como la acumulación de reservas y la consolidación de un sendero de crecimiento sostenido.

El análisis de Abram se inserta en un contexto donde el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y el Ministerio de Economía han delineado un programa ambicioso, caracterizado por sus fases de "déficit fiscal cero", "emisión monetaria cero" y la más reciente, "brecha cambiaria cero". Estas etapas, según el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, buscan un cambio radical en la política económica del país, alcanzado, según sus palabras, "sin grandes sobresaltos económico-sociales". La reciente coordinación entre el BCRA y la Tesorería de la Nación para capitalizar la autoridad monetaria y migrar las LEFI (Letras Financieras del BCRA) por Lecap (Letras del Tesoro) es un paso fundamental en esta dirección, permitiendo una determinación endógena de la tasa de interés de referencia del mercado.

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Inflación: ¿disciplina fiscal o recesión?

La pregunta central que se impone es hasta qué punto la reducción de la inflación, que ha caído a una sexta parte de los niveles heredados en 19 meses de gestión, se atribuye a la disciplina fiscal y la política de emisión cero. Abram es categórico al señalar que la mayor parte de la historia del BCRA ha estado marcada por la financiación de los excesos de gasto de los gobiernos de turno, lo que inevitablemente llevó a una emisión descontrolada y a la pérdida de valor del peso. "Esto se llama impuesto inflacionario porque le quita poder adquisitivo a los que tienen pesos para darle mayor capacidad de gasto al Estado", explica.

El economista destaca que, a diferencia de Argentina, los países con un dígito de inflación anual –la mayoría del mundo y todas las naciones vecinas– priorizan una moneda estable y confiable. Esto lo logran produciendo poco más de lo que demandan, lo que resulta en una mínima pérdida de valor de su divisa y, por ende, una inflación baja.

El punto de inflexión, según Abram, fue la decisión de este Gobierno de que el BCRA no financiaría más al Tesoro y se ocuparía de estabilizar el valor del peso. "Por eso vimos un derrumbe de la inflación en el primer semestre", afirma. A esto se sumaron las medidas para recomponer el patrimonio del BCRA, que había recibido la entidad "sin reservas propias y usando más de USD 11.000 millones de divisas ajenas". La resolución de este "lastre" se logró con el nuevo acuerdo con el FMI, lo que le otorgó a la autoridad monetaria "liquidez propia en moneda extranjera, como para mostrar un mínimo de capacidad para defender el valor del peso".

Finalmente, las últimas acciones para recuperar el control de la política monetaria, como la negociación con los bancos para la compra de bonos y la decisión de pagar las LEFI a su vencimiento, colocando a cambio letras del Tesoro, son cruciales. "Así que, ya tenemos un BCRA similar al de los países vecinos que puede darle a los argentinos un dígito de inflación anual, seguramente, lo veremos ya en 2026", vaticina Abram, generando una expectativa de estabilidad a mediano plazo.

Respecto a la teoría de que la recesión contribuye a bajar la inflación, Abram se muestra escéptico. "Me llama la atención los que hablan de que la recesión hace bajar la inflación, cuando tuvimos un montón de oportunidades en la historia argentina en que el aumento de los precios se acelera en medio de una caída del consumo y la inversión", argumenta. Pone como ejemplo la recesión iniciada en el segundo trimestre de 2023, donde la inflación se aceleró debido a la emisión descontrolada para financiar la gestión de Alberto Fernández y Sergio Massa. La diferencia, explica, es que con crecimiento, el pasaje a precios es rápido, mientras que con recesión tarda alrededor de 9 meses. "O sea, la inflación siempre la determina el BCRA; porque es el que define el valor del peso con la política monetaria", enfatiza.

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Liberación de precios regulados: ¿impacto en la inflación?

La discusión sobre la liberación de los precios regulados, particularmente en sectores críticos del sector privado, es otro punto de análisis clave. Abram sostiene que el impacto inflacionario de esta corrección es "nulo en el tiempo". Explica que la restricción de ajuste de precios en el pasado buscaba moderar la aceleración inflacionaria generada por la "nefasta política monetaria del gobierno anterior".

"Ahora, en la medida que las tarifas se acomoden, tendrá que ser cada uno quien haga los reacomodamientos necesarios de los gastos y, así, se podrá bajar impuestos o utilizar esos recursos en aquello que la sociedad necesita", afirma. Subraya la importancia de mantener la tarifa social para ayudar a quienes son pobres y lo necesitan.

Aunque reconoce que una suba de precios regulados impacta en el índice de precios del mes en que ocurre, también argumenta que quienes dejan de recibir ese subsidio injusto "deban reducir el gasto en otras cosas que podrán subir menos sus precios; lo cual se verá reflejado en los datos de los siguientes meses". Además, la normalización de los precios lleva a una mejora en la calidad de la prestación, las posibilidades de inversión y salarios justos para los trabajadores del sector.

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Dólar y cepo cambiario: lecciones del pasado

La estabilidad de las cotizaciones del dólar tras la liberación del mercado de cambios, pese a las previsiones de algunos consultores, es un fenómeno que Abram atribuye a la incapacidad de los economistas y políticos argentinos de aprender de los errores del pasado. "Antes del cepo del que estamos saliendo, tuvimos otros 22. De estos, 21 llevaron a crisis monetarias y cambiarias por intentar sostenerlos en el tiempo. Tres de ellos terminaron en hiperinflaciones", recuerda.

Abram destaca que, con la unificación cambiaria, el dólar minorista subió pero se ubicó por debajo de los paralelos, y luego bajó, rodando hoy los $1.200. "Los que subieron sus precios para cubrirse, tuvieron que bajarlos y los que compraron dólares por encima de ese valor perdieron plata", sentencia.

En cuanto a los recurrentes reclamos por un supuesto atraso cambiario, Abram es contundente: "La verdad que no". Explica que el atraso existía con el cepo porque este justamente impedía reflejar la depreciación del peso en el tipo de cambio oficial. Sin embargo, con la unificación, se demostró que el porcentaje de atraso era mucho menor de lo que muchos empresarios y economistas sostenían. "Hoy, los que determinan el tipo de cambio son todos los que operan en el mercado único y libre. Si alguien piensa que debería subir mucho, tendría que comprar ahora y, los que creen que aumentará muy poco, deberían vender. El BCRA no está usando sus reservas para evitar que el tipo de cambio suba", aclara.

El error, según el economista, radica en tomar valores de dólar pasados, traerlos con la inflación al presente y asumir que ese es su precio de equilibrio actual. "Un absurdo; porque las condiciones presentes no son las de entonces", enfatiza.

Abram proyecta que, a medida que se consolide la expectativa de normalización de Argentina, "menor será el ahorro local que irá al dólar y mayor será el incentivo a volcar en el mercado doméstico las divisas ya compradas, ya sea como inversiones o gastos". Además, los extranjeros se verán tentados a invertir en una economía con un enorme potencial, que no se hizo realidad por los "enormes desmanejos de la política económica pasada". En consecuencia, el poder adquisitivo local del dólar seguirá bajando, incluso en el largo plazo, a medida que la inversión y las exportaciones aumenten. "Nada novedoso, pasó en todos los países que tuvieron una larga etapa de mala gestión y, luego, encaminaron su economía en el sentido correcto", sentencia.

Respecto al cepo cambiario para empresas, Abram detalla que las restricciones relevantes que quedan de la anterior gestión son las relacionadas con el giro de dividendos al exterior y la exigencia de financiar las importaciones, lo que acumuló una deuda de más de USD 30.000 millones. "Un compromiso imposible de resolver de un día para el otro sin quebrar al BCRA y nadie puede pensar seriamente que esa es la solución", reconoce. La estrategia actual es reestructurar ese pasivo para que se pague en el tiempo, priorizando la normalización del mercado para las operaciones futuras. "Quedan muy pocas regulaciones por desarmar para ello; lo cual sucederá en los próximos meses", asegura.

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En cuanto a las supuestas intervenciones del BCRA en el mercado de futuros de dólar, Abram se opone a cualquier intervención. Si bien considera que los montos de las operaciones de futuros "no son tan relevantes", le parece "mal" porque da argumentos a quienes "se empeñan en ver 'atrasos cambiarios'". Insiste en que se está analizando lo que sucede con "ojos del pasado", cuando la política actual es "absolutamente distinta". El economista prefiere que se discutan los errores que se están cometiendo, sus costos y cómo corregirlos.

Pobreza y recuperación económica: un camino gradual

Las cifras oficiales indican una baja de la pobreza de más de 10 puntos porcentuales desde el inicio del gobierno y 20 puntos desde el ajuste cambiario. Abram considera que esta tendencia se sostendrá porque se están resolviendo los dos principales factores empobrecedores: la inflación y la recesión.

La inflación, al quitar poder adquisitivo, afecta especialmente a los sectores de menores ingresos. Por ello, su derrumbe es fundamental y la prioridad debe ser seguir reduciendo la suba de precios "lo más rápido posible, hasta llegar a porcentajes de país normal".

La recesión, que como tendencia lleva muchos años, empezó a revertirse en el segundo trimestre de 2024. Los "desmanejos económicos de la gestión AF-SM" llevaron a los argentinos a ahorrar en dólares como "colchón" ante la crisis, lo que significó una caída del consumo y la inversión. Sin embargo, la disminución del temor a una crisis ha impulsado un aumento del consumo y la inversión, así como la venta de dólares atesorados. "Por eso, es que comenzó un rápido proceso de recuperación económica que también está permitiendo una gradual mejora del poder adquisitivo de los argentinos, que se va generalizando en la medida que baja la inflación y mejora el nivel de actividad", explica Abram.

En el largo plazo, la pobreza tenderá a seguir reduciéndose con una inflación de un dígito anual y reformas estructurales que mejoren la eficiencia económica e incentiven la inversión. No obstante, Abram advierte que décadas de generar pobres que "sobrevivían con subsidios y sin trabajar difícilmente permitan terminar con esta tragedia". Considera que es necesario ayudar a mucha gente a recuperar la cultura del trabajo y asistir a quienes no puedan.

Un punto crucial para Abram es el futuro de las nuevas generaciones. "Las nuevas generaciones tienen que tener la posibilidad de formarse para poder tener oportunidades de progresar y, para ello hay que hacer un cambio profundo del régimen educativo que está hipotecando el futuro de los jóvenes", afirma. Propone un sistema educativo que les permita "usar y adaptarse a los rápidos cambios de la tecnología y pulir sus habilidades individuales que es lo que será útil para los empleos que se van a crear". Para lograrlo, se debe dar a los docentes y directivos de las escuelas y colegios la posibilidad de ofrecer una mayor diversidad de planes de estudios, y a los padres, una mayor oferta para elegir la mejor propuesta para sus hijos.

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Fortalezas y debilidades del plan económico

Finalmente, Abram identifica las principales fortalezas y debilidades del plan económico actual. La principal fortaleza es la "enorme convicción del Gobierno en que hay que avanzar lo más rápido posible en las reformas estructurales que nos lleven a ser un país normal".

La principal debilidad, en su opinión, radica en la persistencia de políticos y economistas que "creen que es mejor seguir el camino que llevó a esa anormalidad en la que los argentinos nos resignamos a vivir durante décadas". Estos, advierte, estarán acompañados en la resistencia al cambio por "corporaciones empresariales, gremiales, intelectuales y profesionales que durante todo ese tiempo hicieron plata a costa del bienestar del resto de los argentinos, aprovechando los privilegios y subsidios que lograron conseguir de los anteriores gobiernos". Sin embargo, Abram se muestra optimista: "De todas formas, que sean más o menos exitosos sólo retrasa el proceso de reformas; pero no lo detendrá". Por ello, concluye que será importante que los políticos que buscan un país normal tengan cada vez más participación en el Congreso, ya que la mayoría de las reformas pendientes implican cambios en las leyes.

 



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