Por Agroempresario.com
El Gobierno nacional, a través de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, encabezada por Sergio Iraeta, anunció la derogación de la obligación del peso mínimo para la faena de ganado bovino. La medida, establecida originalmente en 2007 y modificada en años posteriores, dejará de aplicarse a partir del 1° de enero de 2026, marcando un giro significativo en la regulación del sector ganadero.
La resolución 98, firmada por Iraeta, elimina formalmente las normativas anteriores, entre ellas la resolución 68/2007 y la 547/2008, que imponían un peso mínimo para la faena de novillitos, vaquillonas, terneros y mamones, con el objetivo de evitar la matanza de animales de bajo kilaje y fomentar un aumento en la producción de carne bovina.
La norma original de 2007 estableció un peso mínimo de 99 kilos por media res para novillitos y vaquillonas, mientras que sancionaba la faena de machos con menos de 165 kilos y hembras con menos de 140 kilos en res con hueso. En 2008 se estableció un procedimiento para sancionar infracciones y en 2010 se reforzaron estas medidas. En 2019, se incorporaron excepciones por razones sanitarias y nutricionales, diferenciando aún más los pesos mínimos según el sexo.
Estas regulaciones buscaron ordenar la producción y mejorar la calidad de la carne argentina, pero el impacto real fue limitado, debido a dificultades en la fiscalización y el cumplimiento efectivo de las normas.
La decisión actual de derogar estas disposiciones se enmarca en el decreto 70/2023 impulsado por el presidente Javier Milei, que promueve una amplia desregulación de sectores económicos para “restablecer el marco de libertad económica”. Según la Secretaría de Agricultura, esta medida busca promover reglas claras y estables para fortalecer la iniciativa privada y el desarrollo productivo.
El Gobierno destaca que los productores ganaderos hoy cuentan con suficiente conocimiento técnico y herramientas para decidir el momento óptimo de faena en función de sus objetivos comerciales, sanitarios y productivos, haciendo innecesarias las restricciones sobre el peso mínimo.
Aunque la eliminación del peso mínimo comenzará a regir desde enero de 2026, las sanciones por infracciones detectadas antes de esa fecha seguirán su trámite habitual. Esta transición ordenada busca permitir que los actores del sector ganadero y las plantas faenadoras adapten sus procesos y estrategias comerciales al nuevo marco normativo.
Una fuente cercana a la medida resumió la postura oficial: “Libertad para producir y vender a lo que el productor crea más conveniente. No hay más peso mínimo de faena.”
El consultor ganadero Víctor Tonelli consideró que el peso mínimo “nunca funcionó” y que “solo servía para que se trucheen pesos en un sistema que nunca se controló adecuadamente”. Para Tonelli, la verdadera herramienta para aumentar el peso de faena es la liberación de las exportaciones y que los exportadores paguen precios justos por ganado de mayor peso. “La vuelta a las recrías y la libertad exportadora consolidarán mejores pesos sin necesidad de límites sin sentido”, añadió.
Por su parte, la Sociedad Rural Argentina (SRA), a través de Carlos Odriozola, coordinador de la Comisión de Carnes, celebró la medida como un paso hacia “menos regulaciones y menos burocracia” en la cadena ganadera. “Estas iniciativas pueden favorecer inversiones y una mayor oferta de carne tanto en el mercado interno como externo”, afirmó Odriozola.
El analista ganadero Diego Ponti, de AZ-Group, destacó que la eliminación del peso mínimo es coherente con el nuevo esquema de mercado libre vigente. “Durante el gobierno anterior, con fuerte intervención, tenía sentido obligar a producir un mínimo de kilos. Pero hoy, sin esas restricciones, el productor decidirá naturalmente cuándo y cómo faenar”, afirmó Ponti.
La Secretaría de Agricultura, en su comunicado oficial, remarcó que desde 2007 las normativas no lograron mejorar la productividad ni la calidad de manera sostenida. Los datos históricos reflejan que el peso medio de faena varía por factores climáticos, condiciones del mercado, restricciones a las exportaciones y precios relativos, más que por la regulación del peso mínimo.
Además, la experiencia internacional muestra que países sin regulaciones similares tienen pesos de faena promedio superiores, demostrando que la eficiencia productiva no depende de límites legales, sino de la dinámica del mercado y la tecnología aplicada.
El sector ganadero argentino atraviesa diversos desafíos, entre ellos las fluctuaciones climáticas, la volatilidad del mercado internacional y las restricciones comerciales que afectaron históricamente la rentabilidad del productor. La eliminación del peso mínimo para faena se suma a otras medidas de desregulación orientadas a fomentar la inversión y la competitividad.
Esta nueva política pretende incentivar a los productores a tomar decisiones más flexibles y ajustadas a las condiciones reales de mercado, buscando mejorar la eficiencia y la calidad sin intervenciones rígidas.
La derogación del peso mínimo para la faena bovina es una medida clave que marca un cambio de paradigma en la regulación del sector. El Gobierno apuesta por un modelo basado en la libertad productiva y comercial, confiando en la experiencia y capacidad de los productores para gestionar sus negocios.
Este cambio deberá ser acompañado por una adecuada transición para evitar impactos abruptos y asegurar que el mercado se adapte sin distorsiones. La expectativa es que esta mayor libertad impulse la inversión, la calidad de la carne y la competitividad del sector ganadero argentino en el mediano y largo plazo.