Por Agroempresario.com
La reciente oficialización de la baja de retenciones en el Boletín Oficial encendió expectativas en el sector agroexportador. La medida, de carácter permanente, fue celebrada por Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y del Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), quien la definió como una señal estructural positiva para el agro. Sin embargo, el dirigente advirtió que la soja producida en campos arrendados sigue siendo un negocio no rentable, debido a los altos costos, bajos precios internacionales y un contexto macroeconómico aún inestable.
Desde el Gobierno nacional se anunció que las alícuotas de retenciones para soja bajarían del 33% al 26%, y para el maíz del 12% al 7%, mientras que trigo y cebada mantendrán su esquema reducido. Esta decisión marca un cambio en relación a las reducciones transitorias del primer semestre, brindando previsibilidad para los productores en plena etapa de planificación de la campaña 2024/25.
“Hasta el 30 de junio teníamos beneficios temporales, luego volvió la alícuota plena. Ahora se instala una política estructural que permite planificar. Eso puede alentar una mayor superficie sembrada, tanto en soja como en maíz”, señaló Idígoras.
En diálogo con medios del sector, el titular de CIARA-CEC describió el impacto negativo que tuvo la finalización de los beneficios excepcionales en la actividad comercial. Según explicó, desde inicios de julio se evidenció un freno en la compraventa de granos, profundizado por los rumores que circularon durante la Exposición Rural.
“El comercio se paralizó. Hubo una caída del 95% en los registros de exportación. Hoy tenemos más de 20 millones de toneladas de soja sin precio, lo que representa unos 12.000 millones de dólares en potenciales ingresos que el país aún no ha capturado”, advirtió.
Aunque confía en que la nueva medida traerá algo de alivio, fue cauto respecto a una reactivación inmediata: “Históricamente, agosto y septiembre no son meses muy activos, pero al menos saldremos del cero”, indicó.
Pese al optimismo oficial y empresarial por la baja de retenciones, persiste una alerta clave: la falta de rentabilidad en campos arrendados. Idígoras reconoció que la producción de soja bajo alquiler, que representa una porción importante del total nacional, no logra cubrir costos, incluso con una alícuota del 26%.
“Hoy muchos productores siguen con márgenes negativos. El precio internacional de la soja no repunta y los contratos de alquiler siguen siendo altos. Eso vuelve inviable la ecuación económica del cultivo”, explicó.
Desde el punto de vista estructural, el sector necesita más que alivios impositivos. “Es un paso positivo, sin dudas. Pero para que la soja vuelva a ser rentable en todo el país, también necesitamos mejores precios internacionales y condiciones de mercado más estables”, afirmó.
El desafío del agro argentino sigue siendo integral: políticas fiscales sostenidas, reglas de juego claras, acceso a financiamiento y una coyuntura internacional que acompañe. En ese equilibrio, el rendimiento de la soja, especialmente la cultivada en tierras arrendadas, será uno de los termómetros claves del impacto real de las nuevas medidas.