Por Agroempresario.com
El economista Nouriel Roubini, conocido mundialmente como el “Doctor Catástrofe” por su historial de advertencias pesimistas —incluida la acertada predicción de la crisis financiera global de 2008— sorprendió con un diagnóstico positivo sobre el futuro económico de Estados Unidos. En un artículo publicado en el portal Project Syndicate, Roubini aseguró que, pese a las políticas “estanflacionarias” impulsadas por el expresidente Donald Trump, la economía estadounidense podría duplicar su tasa de crecimiento potencial hacia finales de esta década gracias al avance tecnológico.
Según el analista, Estados Unidos se encuentra en la antesala de un “salto histórico” en productividad, que podría llevar el crecimiento potencial del PBI del actual 2% anual al 4% hacia 2030. Este cambio estructural, afirma, estaría impulsado por el liderazgo global del país en innovación tecnológica y por la fortaleza del dólar como moneda de reserva internacional.
Roubini ha sido durante años un referente para los pronósticos más cautelosos sobre la economía mundial. Sin embargo, su nueva perspectiva rompe con la narrativa habitual. Reconoce que las medidas proteccionistas de Trump, como el aumento de aranceles y políticas comerciales restrictivas, tienen un potencial negativo para el comercio y la inflación. Pero, al mismo tiempo, asegura que la fuerza de las innovaciones tecnológicas y la capacidad de adaptación de la economía estadounidense contrarrestarán con creces esos efectos.
El economista —actualmente asesor senior de Hudson Bay Capital Management, profesor de Economía en la Universidad de Nueva York y autor del libro Megathreats— sostiene que la disciplina de los mercados financieros, la independencia de la Reserva Federal y la influencia de asesores económicos más moderados limitarán el alcance de las políticas más disruptivas.
Roubini desarrolla en su análisis cuatro argumentos clave para sostener sus proyecciones:
Para Roubini, el cambio tecnológico actual es comparable con los grandes saltos de productividad de la historia, como la revolución industrial o la masificación de internet. Tecnologías emergentes —desde la automatización avanzada y la robótica, hasta la edición genética y el almacenamiento de energía— están transformando los procesos productivos y la competitividad empresarial.
El economista advierte que estos desarrollos no solo impulsarán el crecimiento, sino que también podrían contribuir a reducir presiones inflacionarias, al mejorar la eficiencia y abaratar costos en sectores clave como la energía, la salud y la logística.
Aunque su visión es optimista, Roubini no ignora los riesgos. Entre ellos, menciona la posibilidad de un aumento de la deuda si se produce una “temeridad fiscal” mayor a la actual, o si las tensiones geopolíticas derivan en una guerra comercial prolongada. Sin embargo, insiste en que los fundamentos económicos y el capital humano de Estados Unidos brindan un colchón de resiliencia superior al de otras economías.
También señala que, si bien las políticas de Trump podrían introducir rigideces en el comercio internacional, es improbable que logren revertir el liderazgo estadounidense en sectores estratégicos. Incluso con medidas “estanflacionarias”, el impacto neto será eclipsado por el empuje de la innovación.
El análisis de Roubini implica una advertencia indirecta para otras economías desarrolladas y emergentes: el liderazgo tecnológico es un factor decisivo para el crecimiento a largo plazo. En ese sentido, países como China, Alemania o Japón podrían enfrentar dificultades para seguir el ritmo de inversión y desarrollo que Estados Unidos mantiene en sus universidades, laboratorios y empresas de vanguardia.
Al concluir, el “Doctor Catástrofe” recuerda que la historia económica está llena de ejemplos en los que las expectativas pesimistas fueron revertidas por avances imprevistos. Según él, esta década podría ser testigo de uno de esos giros, con Estados Unidos como protagonista.